El precio de un minuto de silencio
Jesús Rivasés- Fernando Savater, al pairo de su último libro recién publicado, «Carne gobernada», advierte sobre la «colonización ideológica del PSC (Partit dels Socialistes de Catalunya), que es un elemento cancerígeno donde se implanta». La reacción del PSC en el Parlament catalán al asesinato de dos guardias civiles en las aguas de Barbate confirma, quizá de la peor manera, las palabras del escritor. Los socialistas que en el Principado capitanea Salvador Illa, ministro de Sanidad durante la pandemia, rechazaron que la Cámara catalana guardara un minuto de silencio por los fallecidos en acto de servicio a pesar incluso de que uno de ellos, David Pérez Carracedo, de 43 años, era natural de Barcelona. La tropa de Illa, la teórica gran esperanza de la «sanchezfera» ante los «indepes», no ha sido la única en denegar el mínimo homenaje a las víctimas de los narcos del Estrecho. El alcalde de Pamplona, de EH Bildu, Joseba Asiron, se negó a convocar una concentración a favor de la Guardia Civil, y allí donde PNV y los abertzales tienen responsabilidades tampoco hubo ningún detalle de condolencia. No es justificable en ningún caso, pero existe la explicación –por perversa que sea– de que para los herederos de los etarras, la Guardia Civil siempre fue el enemigo. Más complicado es que también se hayan desmarcado ERC y Junts, que pueden ser todo lo «indepes» que quieran, pero que siempre han presumido de rechazar la violencia, aunque ahí queda el baldón de los incidentes del «procés». No obstante, se aferran a la «españolidad» de la Guardia Civil para negar hasta un único minuto de silencio a un barcelonés de nacimiento. La postura del PSC y de Illa supera, sin embargo, todo lo imaginable. Denota una muy discutible catadura moral ante una tragedia humana, que confirma su alineamiento, al precio que sea, al lado de los «indepes», que son los que sostienen el Gobierno de Sánchez. El PSC, con esas actitudes, parece estar más cerca –lo ha estado siempre– del origen del enredo catalán que de su solución. Illa y el PSC, de la mano de ERC, aspiran a gobernar Cataluña, y quizá ese sea el precio de un minuto de silencio. Y es que «el peor nacionalismo es el de los que no se declaran nacionalistas y por eso los socialistas catalanes han sido tan melifluos», sostiene también Fernando Savater.