Civilización y barbarie
Andrés Palomares.- No hace tanto tiempo, cuando se hablaba de civilización todo el mundo entendía, tal y como dice la Real Academia de la Lengua, que se trataba del “estado cultural propio de las sociedades humanas más avanzadas por el nivel de su ciencia, artes, ideas y costumbres”. En contraposición a una sociedad civilizada se usaba el término “salvaje” que hacía referencia a los pueblos primitivos y a los individuos pertenecientes a ellos. Hoy este planteamiento se considera transgresor, insultante y racista.
Hoy todas las culturas son considerados exactamente iguales y hay que aceptar con una plácida sonrisa que Shakespeare, Goethe, Molière o Lope de Vega son equiparables a la nunca suficientemente ponderada tradición oral de los pigmeos, del mismo modo que el David de Miguel Ángel se compara sin rubor a pequeñas tallas de madera o máscaras rituales que no ha tanto tiempo habrían sido consideradas mera artesanía y hoy son expuestas como arte con mayúsculas. Platón, Aristóteles, Nietzsche, Heidegger son eclipsados por los nuevos gurús inspirados en la sabiduría milenaria de los aborígenes australianos o de cualquier otro rincón perdido del mundo, la “pachamama” ha dejado en pañales a los grandes teólogos como San Agustín, Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz entre muchos otros que, en su cortedad de miras, no supieron alcanzar la grandeza ecológico-social creada por los pueblos indígenas de los Andes o del Orinoco. Lo mismo ocurre en lo referente al desarrollo científico y de las costumbres.
Hoy muchos occidentales parecen confiar más en curanderos, sanadores y santones que en la medicina moderna (o sea occidental, fundamentalmente). ¡Si Galeno o Hipócrates levantaran la cabeza! Ya sólo nos falta aceptar el canibalismo como una pintoresca muestra de gastronomía local y reconocer que la Catedral de León no sólo mola mucho menos que una yurta de los mongoles o una choza de barro y boñigas en el Ubangi-Chari, sino que además es menos ecológica. Hoy, en este sistema, los románticos parques de Viena no pueden competir con los ardientes cenagales de la República de los Dos Congos. Este es el drama de nuestra era en Occidente. En busca de un igualitarismo intercultural, que sencillamente no existe ni ha existido nunca, se ha ensalzado desproporcionadamente a aquello que no lo merecía mientras se han degradado nuestros grandes logros.
No saquemos las cosas de quicio. No se trata de aceptar las barbaridades que representa el retroceso a unos tiempos que es mejor olvidar con su canibalismo y demás inenarrables atrocidades.La oposición a su nefasto resurgimiento ha de ser frontal. Pero desde luego, si Galeno e Hipócrates levantaran la cabeza reivindicarían el código deontológico de la medicina actualmente arrasado, vulnerado, arrinconado. hasta extremos demenciales que también son, con el aborto, el transhumaanismo y demás delirios, inenarrables.. La verdadera medicina está en la Naturaleza que ellos respetaban y de la que utilizaban con veneración los remedios que les brimdaba. Pero poco… Leer más »
El amigo Palomares se ha pasado con su confianza extrema en la Medicina Moderna, que quieres que diga, a mi no me meten Quimioterapia y VCNs ni harto vino.
La Medicina Oficial esta hackeada por intereses espureos, “Illness is Biusiness”, cuantos mas enfermos mejor.
La medicina moderna es aquella a la que tú recurres cuando tienes una enfermedad o una urgencia de tipo sanitario. Con ella se trata a los individuos y a las poblaciones. Que nos estén envenenando o metiendónos basura en el cuerpo (por intereses varios) no anula las bondades de la medicina moderna. Confundes la velocidad con el tocino.
Cuando tengas un problema de salud serio, irás derecho a la medicna moderna, no a la acupuntura, a las pócimas o los bebedizos hechos a base de yerbajos.