Puigdemont “hará caer” a Sánchez si no consigue la Generalitat
Hasta en la bancada socialista, formada por los más hooligans del «sanchismo» ya que en ella están los nombres que el presidente del Gobierno eligió para ir en su lista al Congreso, se vivió el día de ayer cono la consumación de una tragedia «shakespeariana». La jornada para la que Moncloa había diseñado una elaborada operación de marketing para venderla como la puesta en marcha de la legislatura acabó convertida en casandra de la profecía de la defunción de la misma. El grupo socialista salió ayer muy tocado de la votación de la ley de amnistía y aunque la consigna oficial era apretar los dientes, y sonreír, el rumor interno destilaba decepción y preocupación por la que se les viene encima. Así, la celebración acabó convertida dentro de la izquierda en un disimulado funeral, salvo para los cuatro diputados de Podemos entre los que cualquier golpe de Sánchez encaja siempre como si fuera una victoria propia.
Mientras, la clave está en Junts, que ha recibido la decisión de ERC de adelantar las elecciones catalanas como una maniobra para torpedear la posibilidad de que Carles Puigdemont opte a esos comicios y compita con ERC. Y desde el entorno del ex presidente de la Generalitat ya van pregonando, sin perderse en matices, que el resultado de estas elecciones de mayo determinará «la relación con Sánchez y su política en Madrid». Con la amnistía en proceso, ya en el saco de las victorias del independentismo, las fuentes consultadas afirman que Puigdemont «dejará caer» a Sánchez si Junts no consigue la Presidencia de la Generalitat porque «ya no habrá más incentivos para seguir regalándole tiempo a la Legislatura española».
Mucho se ha hablado del pragmatismo y del regreso de Junts a la política, pero hasta ahora todas sus decisiones han estado sometidas a dos fines, la amnistía, ya conseguida, y la batalla por la Generalitat. Si Junts no ejecuta en mayo la revancha de ERC y recupera la Generalitat, no negociará con Madrid cuestiones que ya irían directamente dirigidas a ser rentabilizadas por el Gobierno catalán que salga de las urnas, y sobre la mesa, sin perderse en otras disquisiciones, sólo estará el referéndum de autodeterminación.
La clave de la soledad parlamentaria del PSOE puede no ser decisiva si se entiende en el sentido de que Pedro Sánchez no convocará elecciones aunque se convierta en sistémica su incapacidad para legislar. Pero en paralelo a este proceso electoral, que llevo hasta el verano, irá la evolución de la investigación de la UCO sobre las ramificaciones del «caso Koldo», y que parece que conducen a una trama de la que cuelgan núcleos de poder del «sanchismo» mucho más relevantes que el asesor del ex ministro Ábalos. De hecho, en el grupo socialista tienen interiorizado que Ábalos acabará siendo citado por el Tribunal Supremo, igual que observan con nerviosismo todo lo que tiene que ver con la investigación que afecta a «los aviones y a las maletas».
Puigdemont será candidato, en un intento de vengar la afrenta de 2017, cuando ya fue también candidato y quedó segundo, por detrás de Inés Arrimadas, pero los de ERC no le permitieron la investidura a distancia, algo que el ex presidente prófugo no ha perdonado al partido de Junqueras.
La única posibilidad de Sánchez para aguantar es que el ex ministro de Sanidad Salvador Illa salga de estas elecciones autonómicas como presidente de la Generalitat. No le vale ni siquiera con un buen resultado ni con ganar las elecciones para dar sentido al mantra de que la amnistía ha sido un movimiento de alcance histórico para consolidar la reconciliación en Cataluña. En realidad, la campaña será de una fuerte confrontación política y polarización, no de reconciliación, con la autodeterminación puesta de nuevo en el centro de la agenda.
El PSOE va a enfocar todos sus recursos hacia la meta de conseguir que gobierne Illa, aunque sea con un tripartito con ERC y Podemos. Si bien cogen el camino hacia las elecciones teniendo como principal hipótesis de trabajo que hay un 50 por ciento de posibilidades de que de las urnas salga un nuevo bloqueo, y no está para nada claro que ERC pueda aceptar el papel de aliado de los socialistas si no es en un gobierno que lidera Pere Aragonés.
Los socialistas se ven encerrados en un bucle de desgaste, donde no hay remontada posible y el mejor de los escenarios es aguantar, sin gobernar, y el peor de ellos es que terminen siendo arrastrados por la corrupción como le ocurrió a Mariano Rajoy tras las elecciones de 2016, cuando ya se formó un gobierno en descomposición y con claros signos de cambio de ciclo.
Teniendo en cuenta que ambos son “naipes” de un castillo, castillo que, dada su inconsistencia por menos de nada la experiencia demuestra que se desmorona. no sería extraño que se confirmara en estecaso.