ERC traiciona a Sánchez para debilitar a Illa al revelar que el PSOE está negociando un referéndum de autodeterminación
La voracidad de los independentistas ha sido una constante en estos años de historia democrática. Su relación con los gobiernos del Estado se ha cimentado en sacar provecho de la sesgada aritmética parlamentaria para enriquecer sus privilegios. Y así han seguido siempre que el poder central se lo ha permitido, que ha sido la pauta. Con Pedro Sánchez, sin embargo, el nivel de sometimiento ha alcanzado cotas inimaginables, paradójicamente además, en los peores años del separatismo con una caída en apoyo popular acelerada fruto del desprestigio de la nomenclatura y la decadencia del Principado. La engañifa del España nos roba, de la crueldad del estado, del victimismo antropológico, funcionó hasta que la mascarada se vino abajo.
Moncloa se ha encargado de resucitar a un moribundo con una compraventa que ha convertido el revés de las generales en nuevo mandato. Sedición, indultos, malversación, condonación de la deuda, inversiones millonarias, amnistía… han mudado la faz de la derrota tras el golpe contra el orden constitucional en una victoria frente a la legalidad.
Más aún, Sánchez ha hecho suyo el relato mendaz del procés para oficializar que hubo represión contra delitos que no eran delitos, que la democracia que se comportó como dictadura persiguió a disidentes políticos en el ejercicio de derechos legítimos, que quienes vulneraron las leyes fueron los jueces, los fiscales y las fuerzas de seguridad del estado y que los condenados resultaron las víctimas de una injusticia colosal para frenar los anhelos mayoritarios del pueblo catalán. El presidente ha sellado con su timbre de autoridad política y legal este monumental fraude, esta deslealtad manifiesta. Y lo ha hecho después de prometer a los españoles justo lo contrario, que hubo rebelión y corrupción, que sentaría en el banquillo a Puigdemont, que el 155 fue ajustado y legítimo y que ni gracia ni perdón.
ERC traiciona a Sánchez para debilitar a Illa
ERC golpea en uno de los puntos débiles del PSC, la negociación de Moncloa con el independentismo –de la que los socialistas catalanes quedaron excluidos– para debilitar así la candidatura del exministro de Sanidad Salvador Illa en las próximas elecciones autonómicas del 12M.
Por exigencia del soberanismo, en la negociación del pacto de investidura de Pedro Sánchez los socialistas catalanes fueron arrinconados tanto del diálogo bilateral y paralelo que abrió Moncloa con ERC y Junts, como del nuevo Gobierno de coalición.
Con las elecciones catalanas ya convocadas para el mes de mayo, la secretaria general de los republicanos, Marta Rovira, que huyó a Suiza para evitar a la Justicia española, ha desvelado que en las conversaciones discretas que mantienen con el PSOE nacional se está hablando ya de un posible referéndum de autodeterminación.
Esto es un hachazo en la línea de flotación de la estrategia de los socialistas catalanes, porque ya la amnistía en sí es un elemento disruptivo en parte de su electorado, pero lo del referéndum o consulta (eufemísticamente) son palabras mayores que abren, además, al PP más hueco aún para intentar liderar el espacio constitucionalista en Cataluña.
Conscientes del daño que les hacen las declaraciones de Rovira, la portavoz de la Ejecutiva federal socialista, Esther Peña, salió ayer a desmentirlasin matices, aunque cargando con el déficit de credibilidad que tienen los socialistas en lo que toca a sus líneas rojas con el independentismo, después de que han ido moviéndose hacia su espacio a medida que iban necesitando su apoyo para continuar en Moncloa.
Hasta el punto de asimilar buena parte de su retórica y de su relato sobre el «procés», además de ceder en la concesión de la amnistía.
Rovira, que sigue siendo una pieza clave en ERC desde Suiza, no fue más allá de decir, en una entrevista en El Periódico, que los dos partidos ya están hablando sobre un referéndum de independencia, sin dar más detalles por el secretismo necesario –alegó– para conseguir buenos resultados. Con este flash ya consiguió mover la campaña y hacer saltar los nervios entre los socialistas.
Este movimiento de ERC está cargado de intención política. Por un lado, dejar con las vergüenzas al aire a los socialistas catalanes respecto a lo que supuestamente se negocia en Madrid. El PSC es hoy el partido que ganaría en votos y en escaños las elecciones según todas las encuestas, rompiendo el empate a 33 parlamentarios con los de Oriol Junqueras de los últimos comicios autonómicos.
Al mismo tiempo, ERC intenta hacerse valer dentro del pulso que mantiene con Junts, en una lucha también abierta, según las encuestas, por ver qué partido se queda en finalmente en primera posición dentro del soberanismo. Y se añade el interrogante de si la suma soberanista conseguirá llegar a la mayoría absoluta, venciendo en esta campaña la inercia demoscópica que, por el momento, les niega este escenario. La candidatura de Carles Puigdemont y la expectativa de su regreso a España alimenta el interés de las «casas» de encuestas por ver si éste es factor suficiente como para alterar los actuales equilibrios.
Para salvar la cara lo mejor posible, con sondeos que confirman el desgaste del liderazgo de Pere Aragonès con respecto a Puigdemont, y también la baja aprobación de su gestión, ERC necesita asegurarse una segunda posición en la pugna en el independentismo y tener a un Illa lo más débil posible dentro de su victoria, para ver si en la negociación poselectoral puede dar la vuelta a los resultados o, al menos, que le sean lo menos costosos posibles.
En este contexto político, el Gobierno en minoría con el que puede soñar el PSC tendría un coste muy alto para ERC, al ceder el control de la Generalitat con la pérdida de centenares de puestos de trabajo de afines que hoy tiene repartidos por la Administración autonómica catalana. No es una salida nada sencilla. Tampoco Illa lo tendría fácil para ceder el Ejecutivo a Esquerra, si los republicanos quedan en segunda posición, después de haber ganado las elecciones. El tripartito PSC-ERC-Junts es otro delirio.
Y aquí se acaban los cruces posibles sobre las estimaciones demoscópicas, lo que está haciendo que sean cada vez más los que apuntan a un posible bloqueo, y repetición electoral, si las encuestas no se equivocan.
En este laberinto catalán, todas las opciones tienen sus pros y sus contras. A simple vista, un bloqueo en Cataluña podría ser interpretado como una patada hacia adelante de la legislatura para Pedro Sánchez, porque ganaría tiempo hasta que se volvieran a convocar unos comicios y se resolviera el acertijo de la gobernabilidad catalana, que, salvo milagro, inevitablemente deja a uno de los partidos independentistas fuera de la ecuación, y esto tendría un coste altísimo en Madrid.
Pero lo que podría ganar por este lado el presidente del Gobierno podría perderlo ante el efecto de este bloqueo en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado para 2025. No hay nada que hablar en Madrid mientras no se resuelva la Generalitat, y lo que allí suceda acotará el margen de la continuidad de la negociación entre Moncloa, Junts y ERC.
La ambición y el ansia de poder del inquilino de La Moncloa han empujado al país y a su gente a la desprotección frente a los independentistas, que lo volverán a hacer. Ha vaciado el Código Penal para desguarnecer y las defensas del estado de derecho. El presente y el futuro está en manos de los enemigos de la España constitucional asociados con el sanchismo. No habrá concordia ni convivencia ni diálogo, ni nueva etapa para Cataluña, sino el retorno a la más oscura.
Que se haya sacrificado el bien común por siete escaños en el peor acto de corrupción de la democracia hace creer que, en efecto, el referéndum de autodeterminación se encuentra encima de la mesa, según anuncian ERC y Junts, como la independencia fiscal que los inspectores de Hacienda denuncian por «inconstitucional». El desmentido del PSOE nos recuerda lo que hizo con los indultos y la amnistía… Junqueras habla ya de consulta y de volver a la cárcel si es preciso. Se está jugando con fuego con los pirómanos en el poder.