Cristianos perseguidos
Al mundo cristiano, desde pequeños, a todos nos dijeron que deberíamos tener un corazón y una cabeza universal y hoy, en plena Semana Santa, es cuando más palpamos aquellas benditas palabras que en su momento nos dejaron caer. El occidental contemporáneo sigue sin entender que los cristianos de Oriente Medio, India o África sigan tomándose tan en serio su religión, “su vida”. Ahora empiezan a palpar como en Europa, en España, también son perseguidos y no sólo por los “malos” sino también por los suyos, por otros cristianos. Y aquí, con la falta de unidad, es cuando el cocido empieza a hervir de veras.
No hace muchos “Jueves Santos” un comando de Al Shabab penetraba en una universidad de Kenia y se llevaba por adelante a más de 700 estudiantes y al mismo tiempo perdonaban a los musulmanes. Muchos encontraron la muerte, algunos resultaron heridos de gravedad y hubiese sido fácil para ellos salvar la vida haciéndose pasar por mahometanos. Al final, por las cuentas que llevamos, cerca de 20,000 mártires han partido y ni una sola apostasía. Desde entonces el eclipse ha sido cada vez mayor. Sin embargo, la situación de los cristianos sigue siendo dramática en muchos lugares, tendiendo a empeorar. La UE, por supuesto, no da la cara por nosotros. Demostrado.
China no se ha quedado atrás, Estados Unidos menos, Pakistán, Egipto e Hispanoamérica ni te cuento. En el siglo XIX, cuando el imperio otomano se debilitó, Francia, Rusia, Inglaterra y otras naciones competieron por el título de “defensoras de los cristianos en Tierra Santa”. En el siglo XXI, ningún país occidental (salvo Hungría, que ha creado su Oficina de Asistencia a Cristianos perseguidos) quiere ser sorprendido en pecado de…parcialidad pro-occidental. No se puede defender a quien se parece a nosotros y el diferente siempre tiene prioridad. Nos situamos ante el culto a lo ajeno y su contrapartida es la oikofobia, es decir, el odio al hogar, a lo propio.
Por miedo, por el qué dirán, por dejadez, por ser políticamente correcto, por dejarse llevar con los nuevos aires liberales, por…”se piensa que en el fondo problemas de discriminación religiosa se solucionarían mejor con la receta que propuso Marx en “La cuestión judía”: mediante la desaparición de todas las religiones. ¿Por qué pagar un precio tan alto por mantener unas creencias anticuadas e irracionales? Por otro lado, a los cristianos orientales no les va lo del “trans y toda la marcheta que le acompaña”. Aún así, sigue habiendo familias muy sólidas y proles numerosas, tema que a otros cristianos, en Europa, en España, les pone de los nervios. Son la imagen de lo que hubiéramos podido ser de no producirse la revolución moral-cultural de los 60 y 70, donde entre otros, cierto mundo eclesial tendría que pegarse algún golpe de pecho.
En realidad, nos molestan, nos incomodan con su maldita fidelidad. Son un reproche mudo contra la forma de vida que hemos escogido: “Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y (…) nos reprocha las faltas contra la enseñanza recibida. (…) Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar, y su sola presencia nos resulta insoportable, pues llevan una vida diferente de los demás, de los que actuamos políticamente correctos, los que portamos una vela a Dios y otra al diablo. (Libro de la Sabiduría,2,11-15).
La especie humana parece que no aprende desde hace siglos. Con la pandemia más de uno se arrimó al árbol de buena sombra, pero una vez más hemos vuelto a airearnos. Los partidos políticos que tenemos en España son fruto de cómo están lo que antes eran auténticos vergeles: ni uno solo, ni uno, “ni el menos malo” nos da algo de sopa caliente. Que sepa, solo hay uno que lleva dos años y da la cara por nosotros llamado Valores. Tenemos una Semana Santa para mirar cómo está el patio y reorganizar si lo tuviese que hacer. Gente buena sigue habiendo mucha pero “medias tintas y aguados los hay y bastantes”.
Es la hora de la verdad y, más aún, cuando nos la jugamos por donde miremos. No lo tenemos fácil ni desde el Gobierno ni desde otras Instituciones que deberían ser “sal y luz”. España, en este sentido, está más que muerta cuando podríamos ser “una de las perlas universales”. Frenar, silenciar, reflexionar, observar y otros verbos pueden venirnos de refresco. Lo mismo es la hora de replantearnos la vida y pegar un giro de 360 grados. De Jueves Santo a Domingo de Resurrección hay tiempo suficiente para darse un parón que merezca la pena. Coherencia ante todo. Como dice una buena amiga” esta Semana Santa cada uno elegimos el papel que queremos desempeñar en la Pasión”.