Un país de chiste: Dos presos que contrataron a un sicario cambian de sexo y se declaran lesbianas
Para comprender esta historia hay que imaginar bien la escena rocambolesca que hace unos días les tocó vivir a los funcionarios de prisiones de El Dueso. Es mediodía cuando dos hombres “de pelo en pecho y barba” -cuentan quienes lo vivieron-, llegan al penal. Son los dos empresarios investigados por contratar a un sicario para matar a otro hombre, para los cuales el juez decretó prisión provisional. El protocolo dicta que lo primero a su llegada es el cacheo y para ello tienen que desnudarse, pero los propios reclusos dan el alto: “¡Exigimos que nos cachee una mujer!”, increpan a los funcionarios. “¿Cómo que una mujer?”, responden estos. “Somos mujeres y nadie nos toca si no es una mujer”, insisten. Concretamente, mujeres de tendencia sexual lesbiana, pues están casados con sus respectivas esposas.
Se trata de los dos hombres detenidos la pasada semana en Santander como presuntos autores de delitos de tentativa de homicidio, lesiones graves, obstrucción a la justicia y amenazas. Ambos empresarios, promotores inmobiliarios que fueron ya denunciados en el pasado por una supuesta estafa por la venta de una promoción de viviendas que nunca llegó a construirse, contrataron a un sicario para que acabara con la vida de un hombre, que, como consecuencia de la agresión, padece una hemiplejia (parálisis de la mitad del cuerpo).
El juez acordó el encarcelamiento de los supuestos “instigadores” del homicidio y dejó en libertad a quien se sospechaba que podía haber intentado acabar con la vida de la víctima, que sufrió un ataque con “un martillo”, o con un “puño americano”.
Pero volviendo a la escena del inicio, justo en el momento del cacheo comienza la confusión, porque lo que en principio parece una broma, termina por convertirse en una cuestión muy seria cuando los trabajadores de la prisión comprueban que el documento nacional de identidad (DNI) de ambos acredita su sexo femenino. Es la primera vez que sucede algo así en El Dueso, y por eso saltan las alarmas. Nadie sabe bien qué debe hacerse.
Pabellones masculinos
El matiz del DNI no es una cuestión baladí porque determina, entre otras cosas, la celda de destino, y en esto hay diferencias sustanciales. La dirección del centro está obligada a decidir: no puede recluirlos en ninguno de los dos pabellones masculinos y baraja hacerlo en el de mujeres; pero finalmente opta por un término medio y los destina al pabellón mixto, recientemente inaugurado. ¿Qué beneficios logran con esto?
“Es un edificio recientemente rehabilitado, con celdas sustancialmente más grandes, con baños individuales, gimnasio en el mismo edificio y acceso a patios restringidos para los residentes en ese lugar”, cuenta alguien que conoce bien El Dueso por dentro. Es algo así como la zona vip de aquel lugar. “Quienes entran en ese edificio se cuidan mucho de comportarse para no perder esos privilegios”. Son, en definitiva, unas muy buenas condiciones, reservadas a presos muy concretos. Como experiencia piloto, los módulos mixtos se han puesto en marcha en otros lugares como en la cárcel alavesa de Zaballa, donde se ha permitido que un matrimonio de presos etarras comparta celda.
La solicitud de cambio de sexo legal se realiza en apenas tres pasos. Primero hay que acudir a los registros civiles de los juzgados que hay repartidos por la comunidad autónoma. El justificante que se expide es necesario para efectuar el cambio del DNI en una Comisaría de la Policía Nacional. Además, la ley exige una segunda ratificación, que debe realizarse otro día. El plazo para efectuar toda la modificación depende de las listas de espera, pero la norma dice que no puede ser superior a los cuatro meses.
La publicación de la ‘ley trans’ ha disparado las cifras. En total, 5.139 personas acudieron en 2023 al Registro Civil para cambiar su sexo. Supone algo más de 14 cada día, y es una cifra cuatro veces superior a lo registrado el año anterior, 2022.