Una “victimización” dirigida a que todo el PSOE cierre filas
Carmen Morodo.- La reacción lógica e inmediata del PSOE a la amenaza del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de dejar su cargo el próximo lunes fue el obligado cierre de filas. Supervivencia política y ajuste a las normas básicas del funcionamiento orgánico de cualquier partido ante una bomba nuclear que, en este caso, amagan con hacer estallar desde la máxima jefatura de éste.
Por debajo del rosario de declaraciones sumándose a la conjura con Sánchez contra una supuesta operación de la ultraderecha contra el jefe del Ejecutivo y su esposa, los más veteranos del partido apuntan a una operación diseñada en Moncloa que solo puede responder a dos razones: «o bien Sánchez sabe algo sobre Pegasus o sobre su mujer que todavía los demás desconocemos», y reacciona con esta dimisión, o va de farol para provocar su victimización, la polarización y un cierre de filas de todo el partido contra la derecha y contra todos los medios, salvo el grupo Prisa.
Al PSOE no le había dado tiempo a meterse en el ambiente de celebración que estaban escenificando en Madrid por los resultados de las elecciones en el País Vasco cuando ayer les estalló de nuevo sobre las espaldas la controversia que afecta a Begoña Gómez, mujer del presidente del Gobierno, después de que un juez de Madrid decidiese abrirle una investigación por posibles delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios.
Hasta que Sánchez rompió el tablero con su carta a la ciudadanía, en la que deja la puerta abierta a abandonar sus responsabilidades después del periodo de reflexión que se da, las lecturas sobre las informaciones que señalan a la mujer del presidente, y la falta de explicaciones de éste, eran variadas, pero sí había un cierto consenso entre los cuadros del partido, y dirigentes territoriales, en cuanto a sus críticas sobre cómo se estaba gestionando este tema desde Madrid, sus recelos sobre lo que se conoce y, además, su negativa a seguir las instrucciones de la dirección nacional y defender en sus circunscripciones el argumentario oficial sobre la mujer del presidente.
«A ella nadie la ha elegido. Podemos aguantar defender cualquier acción del gobierno, pero no tenemos por qué dar la cara por la mujer de Pedro en un asunto en el que no tenemos ni siquiera información de lo qué se ha hecho y se ha dejado de hacer», sentenciaban en el PSOE andaluz.
De la federación manchega o extremeña se escuchaban los mismos comentarios «sotto voce», y que el golpe de efecto del presidente acabó por silenciar a primera hora de la noche.
El PSOE siente moverse el suelo bajo sus pies. El trasvase de información hacia el partido desde Moncloa ha ido menguando hasta reducirse a cero. Así, los dirigentes territoriales y cuadros intermedios se fueron anoche a dormir sin saber si lo que tienen dentro del partido es una bomba de relojería debajo de la silla del presidente del Gobierno, y, por tanto, en lo que están en Moncloa es en intentar desactivarla antes de que explote –preparando de verdad el terreno para una maniobra de escapismo del presidente. O si, por el contrario, es solo una operación de presión para que nadie se salga del corral y para que la amenaza de que supuestamente son atacados por el enemigo de la derecha sirva para taparse sus propias vergüenzas y cambiar el foco sobre la figura de la esposa del jefe del Ejecutivo.
Este terremoto se produce en un contexto político delicado, en vísperas de que se inaugure la campaña de las elecciones catalanas. Unos comicios que decidirán el futuro de la Legislatura, y en los que Sánchez lo ha apostado todo a una victoria del ex ministro Salvador Illa. Pero por más que se hagan las cuentas, siempre hay siete votos que se quedan fuera, los de Carles Puigdemont o los de Pere Aragonès. El objetivo de Moncloa sería reeditar un tripartito, y esto haría que fuesen los diputados de Junts los que se saliesen de la ecuación.
En cualquier caso, es un momento político delicado porque todo puede influir en el resultado de unas urnas de las que depende la estabilidad futura de la Legislatura nacional y la capacidad del presidente de reaccionar y conformar un acuerdo con sus socios que le permitan aprobar unos Presupuestos. Siempre que su reflexión no concluya en que la semana que viene abandona la Presidencia del Gobierno. En el partido, sin información de Moncloa, no se creen que esto llegue a concretarse. «Moncloa necesitaba generar ruido que tape otras cosas, y es lo que han logrado».