Sánchez hipoteca el futuro de los españoles
España cerró 2023 con una ratio de deuda pública sobre el PIB del 107,7 %, la cuarta más elevada entre los países de la Unión Europea, mientras que su déficit se situó en el 3,6 % del PIB, el décimo más abultado entre los Veintisiete.
Hablamos de uno de los peores rendimientos del club comunitario, que rubrica y agudiza las enormes losas que lastran el desarrollo económico del país.
Ese 3,6% supone seis décimas por encima del límite que marcan las normas de disciplina fiscal europeas, lo que provocará que la Bruselas abra un expediente sancionador por el desvío presupuestario. Con toda seguridad, Moncloa restará relevancia y alcance al lastre extraordinario de este gravoso desequilibrio, si es que se digna a valorarlo. Para entender la dimensión del pasivo asfixiante que el sanchismo nos ha legado en estos cinco años, basta exponer algunas otras cifras, confirmadas también por el Banco de España.
El endeudamiento de las Administraciones Públicas se ha disparado a ritmo de récord y, por primera vez en la historia, ha superado los 1,6 billones de euros –por encima del hito alcanzado el pasado mes de enero de 1,583 billones–, con una tasa de crecimiento del 5,4% en términos interanuales, 82.416 millones de euros más, casi 20.000 millones solo en febrero.
La izquierda en el poder ha propiciado que cada español nazca ya con 30.000 euros en el debe, y que España pague 40.000 millones solo en intereses, a distancia de las partidas presupuestarias de Sanidad y Educación juntas. El escenario es dramático y las alarmas que resuenan cada vez con mayor intensidad en Bruselas a cuenta de las reformas gubernamentales, como la de las pensiones – las peores perspectivas a largo plazo– y la laboral –líderes en paro–, resultan ya indisimulables tras unos años de condescendencia de las autoridades comunitarias con la deriva del Gobierno en la materia.
El discurso del éxito de Pedro Sánchez, sus eslóganes de «vamos como una moto», o «de récord en récord», nos parecen dolosos a la vista de los datos, además de un estafa política a la ciudadanía gracias a la retórica milagrera, el maquillaje de los datos y la opacidad. La valoración empeora incluso por la ejecución lastimosa, torpe y sombría del mayor estímulo monetario y fiscal de la historia, además de los fondos Next Gen, bajo sospecha de Bruselas y con una intensa fiscalización en curso.
El sanchismo ha despachado una política clientelar sin medida y sin otro rumbo que la supervivencia personal hasta convertirse en el campeón de los récords negativos: deuda, pobreza, desempleo, precariedad laboral, pérdida de poder adquisitivo, presión fiscal, gasto político y asesores e inflación.
El porvenir se mide en una sencilla ecuación como es que lo que debemos crece el doble de lo que generamos. Lejos de prosperar, nos empobrecemos. La izquierda ha hipotecado el futuro de varias generaciones.