El PSOE, antifranquista con Franco en la tumba, nos lleva al desastre
El PSOE, por su cobardía, falta de valores y adhesión a los privilegios del poder, llegó tarde al antifranquismo y llegará también tarde al antisanchismo.
Luchar contra Sánchez es tan necesario hoy como oponerse a los excesos del Franquismo en el pasado. Del Franquismo todos sabíamos que se saldría y que detrás de su poder se encontraba la democracia, pero ¿Qué hay detrás del sanchismo? ¿Se podrá salir o nos esclavizarán como han hecho con otros pueblos?
Millones de españoles creemos que detrás del sanchismo sólo hay tiranía, pobreza y derrota, como ha ocurrido siempre que el socialismo impone su poder.
Las traiciones del PSOE son numerosas y la lista de daños causados a España por ese partido es sobrecogedora: corrupción, abuso de poder, división, odio, enfrentamientos, desprestigio internacional, decadencia, incluso una guerra civil, retroceso y asesinato de las libertades y derechos.
Tras la muerte de Franco, millones de españoles se apuntaron al socialismo. Lo hicieron tarde y cuando olieron la cercanía del poder, ayudados por alemanes y norteamericanos. A finales de los 70, cuando el PSOE decidió celebrar sus “100 años de honradez”, Ramón Tamames acertó con la frase: “PSOE: 100 años de honradez…y 40 de vacaciones”.
De ese modo, Tamames quiso resaltar la escandalosa ausencia del socialismo en la resistencia al Franquismo y en la lucha de los españoles por la democracia.
Hoy, vergonzosamente, los socialistas alardean de haber luchado por la democracia, pero la ignoran, la combaten, la acuchillan a diario y le dieron la espalda durante las cuatro décadas de Franco.
Viví en México como corresponsal de prensa en los años 1974 y 75. Allí conocí a gran parte del exilio español republicano, entre ellos a algunos socialistas históricos, escritores, poetas y numerosos exiliados derrotados. Me invitaban a sus tertulias para que les contara cómo era la España real. Yo, como joven antifranquista, les admiraba, pero poco a poco aprendí a despreciarlos por su inactividad, aburguesamiento y lejanía obtusa de la realidad. Eran ricos, me decían cosas incomprensibles, se aferraban a mentiras comprobadas por la Historia y hablaban de un Franquismo fracasado, caótico y asesino que en realidad no existía.
Algunos socialistas con poder llevaban décadas en México, o en París viviendo a cuerpo de rey con los caudales robados a los españoles en nombre del Exilio Republicano. En el 39 decidieron huir de la España en guerra y dejaron a sus “hermanos” en las trincheras, un pecado por el que todavía no han pagado.
Después de Suresnes les visitó Felipe González, a quien preparé un exitoso encuentro con la prensa extranjera en México, Felipe les trasladó la esperanza y les dijo que llagarían al poder pronto. Los exilados no le creyeron, quizás porque ellos vivían en el paraíso mexicano y no querían regresar a la tormentosa España.
El socialismo español abjuró solemnemente del Marxismo-Leninismo, pero se entregó en cuerpo y alma al marxismo globalista, a lo amoral, al poder para servirse del pueblo, no para servirlo, a la mentira, a la manipulación y a la construcción del socialismo disfrazados de demócratas, engaño tras engaño, colocando una traición tras otra.
En realidad fueron listos y alcanzaron el poder sin pagar factura alguna por su nula resistencia a Franco. Ni siquiera sabían que existía la Dirección General de Seguridad y las cárceles para activistas.
Construyeron desde entonces el verdadero fascismo, pero lo disfrazaron de antifascismo. Gente hábil adicta al progresismo fetén, a los privilegios y al dinero abundante.
Hoy, con Pedro Sánchez en el poder y transitando por caminos sucios abiertos por Zapatero, apoyado en el odio y la división, el socialismo es ya el gran enemigo de la España sana y del verdadero progreso, como lo fue en la República, cuando abrieron de par en par las puertas a la sangrienta contienda civil.
Nuestros socialistas, herederos del robo disfrutado en México, bendicen y se arrodillan hoy ante el catalán, el vasco… o el anglosajón en cualquiera de sus franquicias. Presumen de la tolerancia que carecen, son adoradores del igualitarismo, que es lo contrario de la igualdad, dicen que combaten el colonialismo pero no se atreven a toserle a esa Anglosfera que mantiene en Gibraltar, la única colonia en suelo europeo, y adoran la agenda 2030, promovida desde las sombras por la auténtica extrema derecha del planeta.
Los que decidieron convertirse en antifranquistas con Franco en la tumba y un país reconciliado gracias a nuestros padres y abuelos, hoy están despertando de nuevo el fantasma de la guerra, promoviendo divisiones, odios y rencores.