«Bismarck en Madrid y Bolívar en Cataluña»
El hasta ahora presidente de la Generalitat y candidato a la reelección por ERC, Pere Aragonès, abandona la primera línea de la política por su clara derrota electoral, mientras, por su parte, Puigdemont anuncia que se presentará a la investidura y que si el PSOE no se la facilita, él tampoco apoyará a Sánchez en el Congreso. Con los resultados electorales del domingo, la gobernabilidad de la Generalitat de Cataluña resulta muy complicada, pero no es menor la dificultad que asimismo se proyecta sobre el inquilino de La Moncloa. Con ERC no dispuesta ahora, tras el fracaso electoral, a reeditar un Tripartito con el PSC y los Comunes (también a la baja), la única posibilidad para Illa es pactar con Puigdemont, cuya exigencia resulta inasumible para el vencedor en las urnas.
Es la consecuencia de haber resucitado para la política a quien ya era una figura poco menos que decorativa con su escaño en el Parlamento Europeo y siete años de retiro en Waterloo como prófugo de la justicia española. Hasta ahora los socios de Sánchez van quedando por el camino, desde Pablo Iglesias a Aragonès, pasando por Yolanda Díaz en la lista de espera, prácticamente desaparecida del mapa político desde su debacle en su Galicia natal. Y no parece Puigdemont muy dispuesto a ser el siguiente de esa fúnebre lista de víctimas políticas del sanchismo, por lo que habrá que estar atentos a lo que suceda en las bambalinas de las conversaciones de ambos hasta el 9 de junio, fecha de las elecciones europeas. Ya que sólo emergerá la realidad de eventuales acuerdos o rupturas entre ellos hasta pasado ese día por obvios intereses electorales de ambos. Es la consecuencia para Sánchez de pretender ser «Bismarck en Madrid y Bolívar en Cataluña», en la famosa expresión que Niceto Alcalá Zamora le dirigió a Cambó en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo en 1918 para reprocharle su doble discurso respecto a la cuestión del autogobierno de Cataluña. Pero resulta que además Puigdemont se toma en serio su papel como el Simón Bolívar catalán, mientras cualquier parecido de Sánchez con Bismarck no sería más que una mera coincidencia.
Es el gran problema que padecemos y que este aparente éxito electoral ha puesto de manifiesto: carecer de un presidente con los principios, convicciones y valores necesarios para gobernar un país como España. Este aparente éxito que ha obtenido en Cataluña puede ser un suceso más en la lista de acontecimientos que a lo largo de la Historia han acuñado el proverbio: «no hay mal que por bien no venga».