¿Por qué no os calláis, carajo?
En una serie de artículos que titulé ”La Parodia Nacional”, relataba de una manera jocosa, no exenta de dramatismo, los acontecimientos que se venían produciendo en la vida política nacional desde que Pedro Sánchez se “encumbró”, vía moción de censura, a la alta magistratura de nuestra Nación.
La parodia que no cesa, desgraciadamente, se ha reestrenado en estos últimos años en el ámbito de nuestras relaciones exteriores. Al misterio de la llegada de la Vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, a Barajas con 40 maletas (ni que fuera una vedette) o el inexplicable giro “pegasusiano” del reconocimiento del Sahara para favorecer a Marruecos, se une la casi desesperada insistencia de Pedro Sánchez en el reconocimiento del Estado Palestino en plena guerra de Israel contra Hamás y sus aliados en Oriente Medio. Solo países tan relevantes como Malta, Eslovenia e Irlanda se mostraron a favor después de su “agotadora” gira por la Unión Europea, mientras que el resto de Estados más relevantes como Alemania, Francia, Italia, Portugal, Grecia o Países Bajos junto a los EEUU, ni lo han considerado, todo un éxito internacional.
No menor es el lío que han montado los figurantes comunistas del gobierno de Sumar y Podemos con los barcos supuestamente cargados de armamento con destino a Israel. Oscar Puente, todo un dulce para la oposición y periodistas, se enzarza públicamente con sumandos y podemitas, en una batalla dialéctica de” alto nivel” , para discutir si los buques “Borkum” o “Marianne Danica”, cargados de cebollas o misiles, debían ser autorizados para atracar en el puerto de Cartagena. Óscar Puente y el tristón Albares zanjan la polémica en las redes sociales y anuncian que el “BorKum” se va hacia la República Checa y el “Marianne Danica” se irá con viento fresco para que los de la “Kufiya” (pañuelo propalestino) no se enfaden y sigan manteniendo en el poder a Sánchez y a su amada esposa.
Pero donde la parodia internacional ha alcanzado su éxtasis más elevado ha sido a raíz de la visita privada del Presidente de la Nación Argentina Javier Milei. La verdad es que todo lo que está ocurriendo alrededor de este asunto es un espectáculo alucinante y bochornoso que supera con creces a las tragicomedias griegas. La presencia de 117 empresas españolas en Argentina, con una inversión de 20.000 millones de dólares USA y los más de 300.000 residentes argentinos en nuestro territorio, además de unos innumerables lazos históricos entre los dos pueblos, no se merecen este estrafalario show entre los mandatarios de ambas naciones.
Lo cierto es que el vocero e insultador oficial del gobierno de España, el ministro Oscar Puente, remató los previos desprecios verbales e institucionales de Pedro Sánchez al Presidente de la Nación Argentina, acusándolo de consumir sustancias opiáceas. Por otra parte, Javier Milei, hombre de sangre caliente y lenguaraz aprovechó su visita privada a España para después de un “rugido aterrador”, darle un zarpazo a la señora Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez, durante un mitin político organizado por Santiago Abascal, a la sazón presidente de Vox.
A partir de entonces se han abierto “las cataratas del cielo” y como una terrible Dana, se ha dejado caer a ambos lados del Atlántico toda una tromba de improperios , amenazas, acusaciones que han obligado al pobre ministro de exteriores de España, a ponerse una vez más el casco de bombero y escenificar teatralmente un enfado diplomático, ordenando la retirada “sine die” de la embajadora María Jesús Alonso, que seguro que disfrutará de unas merecidas vacaciones en España a la espera que la tormenta artificial amaine.
Hasta aquí los hechos. Cicerón decía que “el buen Estado no debe emprender hostilidad alguna si no es por salvaguardar su honor o defenderse. Una guerra injusta es la que se entabla sin motivo: solo puede considerarse legítima la que se emprende por castigo o por rechazar al enemigo”. ¿De verdad cree Pedro Sánchez que los españoles y argentinos estamos en esta tesitura?. Recordando a su padre estoy convencido que el Rey Felipe, asombrado por esta trifulca, habrá pensado en más de una ocasión lo mismo y les habría gritado a los dos de la misma forma… ¿Por qué no os calláis, carajo?