PSOE: el rock de la cárcel para cerrar la campaña
Pedro Narváez.- Mientras la gente va desalojando el polideportivo, un grupo empieza a tocar «El rock de la cárcel» y los simpatizantes, algunos ya de la generación de Miguel Ríos, contornean las caderas en el esfuerzo de que parezca que esa música les levanta el ánimo. Una mujer que llevaba unas bolsas de plástico en las manos, como de venir de la compra, las deja en el suelo y les sigue el ritmo. Tal vez no sepa cuándo será la siguiente vez que bailará un éxito de su tiempo. Algunos de los que vemos la escena tenemos la ocasión de darle a la moviola y comprobar que, efectivamente, el PSOE termina su campaña no con una canción de Taylor Swift, sino con «El rock de la cárcel», que suena a pitorreo, un movimiento de pelvis que se ríe de lo que ellos han querido que parezca el destino de sus «víctimas inocentes». Se ha hablado de ir a declarar. Nadie ha dicho nada de cárcel. Pasa lo mismo con unas pulseritas, estas sí del estilo de una «swiftie», que rezan «Free Bego», como si la mujer del presidente cumpliera condena en Soto del Real. No entiendo nada. No sé si es exageración o ironía.
Parece un chiste, pero hay algún sentido del humor que me cuesta pillar. Un cartel enorme en el escenario dice: «9-J: ¡Zurdazo!». Todo en ese plan. Después del normal aturdimiento, como si el gancho de izquierda lo hubiera recibido en carne propia, veo a los ángeles del cielo que me explican lo que la «performance» esconde y las razones por las que hoy el PSOE y su puto amo saldrán posiblemente vivos de las elecciones.
Han concebido una campaña en defensa de lo suyo, de una familiar más, hablamos de la mujer del presidente. Si a veces se discute con un cuñado, qué no vas a hacer por la mujer del líder. Y a movilizar lo que se pueda con el zurdazo porque, si no, llega Milei con la sierra mecánica. El mensaje es tan peligroso, casi en el límite antisistema, que esconde varias bombas de racimo, una de ellas contra los jueces. El lunes, si finalmente se cumplen estos malos augurios, pueden poner las togas a remojar.
Begoña convertida en Taylor Swift es el punto extremo del paroxismo de una distopía. Si finalmente es esta la manipulación que vence, habría que mirar al perdedor –«The Winner Take It All»– y preguntarle cómo no ha frenado esta sensación de duermevela en la que todo es posible. Cuando se está sobre el ring, y ya las reglas están fijadas, frente al zurdazo, derechazo. De-re-cha-zo. De otra manera te van empujando contra las cuerdas, Feijóo, hasta que escupes el bucal y solo aciertas a decir: «Me rindo».