Yolanda, la amnistía y Puigdemont
La resaca del 9J que culmina el ciclo electoral de 4 elecciones en 5 meses, desde las gallegas hasta estas europeas, pasando por las vascas en abril y las catalanas en mayo, ya empieza a traer consecuencias políticas y no de menor cuantía precisamente. La primera de ellas es la dimisión de Yolanda Díaz al liderazgo digital, no tecnológico, sino por el dedo de Pablo Iglesias, que se lo otorgó en 2021 al renunciar a la vicepresidencia del gobierno para competir con Isabel Díaz Ayuso por la Comunidad de Madrid. Aquel intento resultó frustrado por la rotunda victoria de Ayuso y significó el principio del fin de Podemos como cohesionador de la miscelánea de 16 formaciones que componían la izquierda del PSOE. Haciendo honor a su trayectoria política en Galicia, sembrando de cadáveres políticos a previos aliados suyos, su objetivo prioritario fue enterrar a quien la había nombrado como sucesor en el gobierno y candidata de la coalición a las elecciones generales.
Así, decidió fundar Sumar como plataforma sustituta de Podemos para las elecciones del 23J, sin estructura territorial propia, confiando en su liderazgo como aglutinante de la coalición. El fracaso electoral en su Galicia natal, dónde quedó como extraparlamentaria fue el comienzo del final de ese artificial liderazgo. Ese fracaso se fue confirmando en las autonómicas vascas y catalanas y ha llegado a su culmen este pasado domingo, cuando el espontáneo Alvise Pérez desconocido para gran parte de la opinión pública y la publicada, le igualó en diputados quedando casi empatado con ella con 800.000 votos. Los principales partidos de esa artificial plataforma Sumar, (Izquierda Unida, Compromís, los Comunes, y por supuesto Podemos, aunque ya fuera de ella), carente de estructura e implantación territorial, han empezado a recobrar visibilidad para esa competición abierta para suceder a Yolanda y que, mal que le pese, previsiblemente será quien la sustituirá en la vicepresidencia del progresista gobierno.
Otra cosa es el tiempo que le quede a Sánchez en La Moncloa con ese panorama a su izquierda y con el «progresista» Puigdemont queriendo ser otra vez President. Y esta es otra consecuencia del final del reciente ciclo electoral: la entrada en vigor de la ley de amnistía y la Mesa del Parlamento de Cataluña. Antes del próximo día 25 debe haber un candidato a la investidura y Puigdemont no renuncia a presentarse, lo cual está en manos del TS. Su argumento es que, al igual que Sánchez sigue en La Moncloa –no habiendo ganado las elecciones– gracias a él, ahora que sea el ganador Illa quien se abstenga para que él vuelva a ser President. Indigno espectáculo sanchista.