La «infecta» ley de amnistía sanchista
La ley de amnistía sanchista es uno de los más graves casos de corrupción política que puede darse en España y en cualquier democracia que se precie de ser un Estado de derecho con separación de poderes.
Por muchas razones, pero de manera especial, al haber sentado el principio de que cualquier gobierno está legitimado para poder amnistiar a quienes convenga a sus intereses en cada momento y cualesquiera sean la gravedad de los delitos cometidos.
El supremo interés de Sánchez es seguir en La Moncloa y el Falcon, y para conseguirlo necesita desde la Moción de censura, de los votos de los secesionistas catalanes. Así, tras ser condenados por sedición y otros delitos, su actuación en la anterior legislatura fue indultarlos e incluso borrar ese delito del Código Penal.
Después del 23J necesitaba ir más allá al depender de los 7 votos del prófugo Puigdemont y le ha facilitado una autoamnistía «a la carta», pese a sus reiteradas afirmaciones de que nunca la concedería porque no cabía en la Constitución. Ahora, con el TC controlado por él considera que «ya cabrá», y ha consolidado una degradación de nuestro sistema político, de unas consecuencias imprevisibles. Hasta Felipe González que no consta sea un ultraderechista, se ha manifestado radicalmente contrario a esa amnistía sanchista calificándola incluso de «infecta» y que «no estamos perdonando sino pidiendo perdón». Se puede decir más alto pero no más claro acerca de lo que realmente es esta corrupta amnistía sanchista.
Es lamentable observar que el país se encuentra ante las declaraciones del triministro del ramo, que un día sí y otro también pretende convencer a la ciudadanía de que esa «infecta amnistía» es plenamente constitucional, y de una Fiscalía General del Estado cuya credibilidad, objetividad e imparcialidad para promover la acción de la Justicia, se encuentra bajo mínimos.
En esta situación es una falta absoluta de respeto a los españoles, atreverse a sostener todavía, que ha sido aprobada para favorecer la «convivencia» cuando deberían aclarar que se refieren a la convivencia: pero «a la del sanchismo en el gobierno»; que no, a la de los españoles.
Tienen motivos los separatistas para jactarse de haber doblegado a España y su justicia aunque no deberían olvidar que el sanchismo pasará –y antes de lo que imaginan– y que por supuesto, España y la verdad prevalecerán.
En el día de hoy, fiesta de Santo Tomás Moro, patrono de los políticos y los gobernantes, recordamos su testimonio de dignidad y heroísmo en defensa de unas convicciones y valores. Y situados en las antípodas del sanchismo.