¿Francia fascista?
El partido socialista ha desaparecido en Francia deglutido en una extrema izquierda comandada por Melenchón que “celebró” su segundo puesto y la victoria de Le Pen en la primera vuelta con agresivas manifestaciones donde uno de los gritos más coreados fue “Todos odiamos a la policía”.
El centro de Macron ha quedado tercero y emparedado. El vencedor es la AN, que tiene posibilidades de alcanzar la mayoría absoluta en la segunda vuelta y a quien solo podríamos llamar extrema derecha si ese mismo baremo lo aplicamos al Nuevo Frente Popular donde se amalgaman las izquierdas mas radicales y a lo que se ve muy poco respetuosas con la voluntad del pueblo si en las urnas no vota lo que “debiera” votar, o sea a ellos.
En resumen, que el terremoto de las europeas se ha replicado en buena manera en las legislativas, donde han alcanzado el 34% de los votos y la primera posición en cerca de 300 de las 577 circunscripciones por las que se elige diputado, muy por encima de las aproximadamente 130 donde va en cabeza la extrema izquierda y de las 61 donde comanda Macrón. La mayoría absoluta está situada en 289 escaños y de ellos y en primera vuelta los lepenistas tenían ya adjudicados 145 por 32 de Melenchón y los 19 de la coalición presidencial. O sea, que queda mucha tela que cortar para la votación definitiva, pero la ventaja es muy significativa.
Además, para esta segunda vuelta, la disputa no va a ser en muchas ocasiones solo entre dos, sino entre tres, pues tiene derecho a participar el tercero en discordia si ha superado el 12% de los votos. Y en esta ocasión hay más de 100 lugares que así es. La izquierda se ha apresurado a decir que retiraran a su candidato si ha quedado en esa posición pero lo tienen bastante menos claro los macronistas y, a lo que se percibe, sus electorados también. El 7 de julio, que aquí es San Fermín, se verá. Pero las posibilidades de mayoría absoluta lepenista son mayores que ayer y el toro puede pegarle una cornada aún peor a Macrón.
¿Pero que es lo que ha pasado en Francia para que haya sucedido esto? ¿Es que los franceses se han vuelto fascistas en un santiamén? ¿Igual que dicen nuestros ministros de los españoles? ¿ Y Europa también? ¿Que esta sucediendo que no se quiere ver y decir y contra lo que se utiliza es el cada vez más sobado e inútil mantra de la ultraderecha como amuleto y comodín?
Pues es muy sencillo y fácil de observar. Lo vi y comprobé en Francia por primera vez. Los bastiones de la izquierda, mayoritariamente del PCF, las “valiers” de la periferia de Paris, la “clase obrera” fue la primera que comenzó a votar a Le Pen. Por una razón de peso. Sentían en sus carnes que sus libertades ciudadanas, su seguridad y su forma de vida se veían amenazadas y agredidas. Y cada vez más y con mayor impunidad, mientras que ante ello lo único que se elevaba eran consignas “buenistas” cuando no complicidad contra quienes parecían gozar de bula para conculcar todos los valores democráticos, “republicanos” dicen allí, que no les cuadran y que pueden pisotear a su antojo mientras exigen absoluta inanición y total respeto a los demás.
Europa tiene un problema de trascendental importancia y en el que se juega su ser y su futuro. Y hacer aspavientos y clamar a grandes voces ¡Que viene la ultraderecha!, no lo va a resolver sino tal vez a agravar aún más. Porque, en todo caso, ella es solo el síntoma de lo que está sucediendo en las entrañas de nuestros pueblos y nuestra civilización.