Mañana no mearé mirando a Inglaterra
Un hecho inédito de cara a la final de la Eurocopa. Por primera vez en mi vida, mis simpatías futbolísticas estarán con Inglaterra, lo cual tiene mérito tratándose del país que borraría de la faz de la tierra si me fuera conferido tal poder.
Lo siento, pero no quiero imaginar un triunfo de ‘La Roja’ (me niego a llamarla España) rentabilizado hasta la saciedad por la izquierda woke para blanquear las actuales políticas migratorias que están llenando las costas españolas de ilegales. Los elogios de la mafia progre a los dos jugadores de La Roja de origen africanos están siendo tan unánimes y desmedidos que inevitablemente uno termina viendo gato encerrado. Que Irene Montero o Yolanda Díaz, que lo más redondo que han visto es un plátano, hayan coincidido al decidir que el de Yamine Lamal fue un golazo por toda la escuadra, no a los franceses, sino a los fascistas, nada menos que a los fascistas, me predispone claramente contra un triunfo de La Roja en la Eurocopa, porque entre otras cosas suministraría más combustible a los pirómanos.
Por cierto, es bastante sintomático que algunos de los golfos que viven de la política, critiquen y criminalicen a Amancio Ortega, mientras se callan ante las millonarias retribuciones que perciben algunos futbolistas y sus desfalcos a la hacienda pública.
El fútbol está siendo el soporte de una propaganda omnipresente en favor de la sociedad multirracial y de sus supuestos beneficios y bendiciones. Eso se está llevando a cabo mediante la mentira grotesca que pretende confundir los éxitos de un equipo con los de una nación entera. La ideología dominante y sus loros mediáticos nos están repitiendo estos días que la inmigración ilegal es buena porque entre esa miríada de ilegales puede brotar algún talentoso futbolista.
La manipulación ideológica consiste en deducir el éxito aleatorio y efímero de un equipo de fútbol del modelo de sociedad multirracial, supuestamente maravillosa y superior a cualquier otro modelo. Y precisamente es lo contrario lo que es verdad: la sociedad “diversa” es la viva imagen del fracaso de una nación. Francia es un ejemplo patente de ello, pero no es el único. Es necesario ser ciego para no darse cuenta de la realidad.
En el plano metamente futbolístico, el mejor jugador de España en la Eurocopa está siendo, de lejos, Rodri, del que apenas se habla, seguido por Laporte, de origen francés, también sobresaliente. Tampoco se ensalza como debiera a Olmo, pieza fundamental del equipo, ni el prodigioso testarazo de Mikel Merino frente a Alemania, que metió en semifinales a los de Luis de la Fuente.
Sin embargo, llevamos días de propaganda incansable en favor de Nico Williams, que está jugando simplemente bien, sin genialidades, y sobre todo de Lamal, cuya participación en la Eurocopa está siendo nada más que aceptable, sin quitarle mérito a su gol contra Francia.
Así que lo siento por Blas de Lezo, pero mañana no mearé mirando a Inglaterra; lo haré oteando la Moncloa.
Yo yo también.
También, que?
Muy buen artículo.
Efectivamente, una sociedad multirracial es un rotundo fracaso. Aprovecharse del triunfo de equipos deportivos multirraciales para defender esa clase de fracasadas sociedades multiglobalistas o multirraciales es de tontos. Es vender la herencia secular y milenaria de nuestras naciones por un plato de lentejas. Es alegrarse de un triunfillo efímero de equipos-mezcla de razas sin raíces y despreciar al mismo tiempo el inmenso equipo formado por nuestros antepasados y nosotros mismos construyendo una de las dos o tres naciónes más importantes de la historia.