Entre bulos anda el juego, lo escandaloso y lo ilegal
Jesús Rivasés.- Martin Baron, exdirector del Washington Post, estuvo hace un par de meses en Madrid para presentar su libro «Frente al poder, Trump, Bezos y el Washington Post», y explicó, conviene recordarlo, que «lo escandaloso no es lo ilegal, sino lo que es legal». El libro es para muy cafeteros –adictos– del género, pero también muy interesante, revelador y crítico con el que es probable que vuelva a ser presidente de los Estados Unidos, sobre todo si Biden es su rival. En España, no está clara la reacción de Pedro Sánchez ante un libro –más allá de las distancias entre los personajes– así sobre él. El presidente, con la presión encima de los avatares judiciales, incómodos y preliminares, de su mujer, Begoña Gómez, ha iniciado una «cruzada» contra los bulos en los medios de comunicación. Intenta, pero no lo tiene fácil, alumbrar un «plan de regeneración», con una normativa que aherroje ciertas informaciones, algo que, con retranca galaica, a Fernando Ónega le recuerda la Ley de Prensa de Fraga de 1965.
El Gobierno se queja de los bulos, pero los hay en todas partes, algo que tampoco los justifica. Amanda Lear, musa de Salvador Dalí (1904-1989), ya decía que «Odio difundir rumores, pero ¿qué otra cosa se puede hacer con ellos?» Bulos y rumores dirigen las negociaciones para la muy probable investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Los generan los «indepes» de ERC, que no saben cómo justificar su apoyo –para no perder poltronas– a los socialistas y también las gentes del PSC, impacientes por tomar el poder. Y sí, hay bulos y rumores sobre quién sucederá a Pablo Hernández de Cos al frente del Banco de España y sobre si el PP de Feijóo ha vetado –si es que puede– a José Luis Escrivá. Es lo que sucede cuando alguien intenta que ciertos asuntos no se sepan, o no en ese momento. Hay, sin embargo, otras cosas que no son bulos. Cristina Herrero, presidenta de la Airef, acaba de confirmar que «la economía española atraviesa un buen momento». Tampoco que la productividad española es un 25% inferior a la de la UE, que la inflación es la segunda mayor de la eurozona o que un informe de Unión Europea señala que España es el país en el que más sube la presión fiscal y el único que aplica el impuesto de patrimonio. Y también es cierto que Begoña Gómez podía, ¡faltaría más!, acogerse a su derecho a no declarar ayer sin que nadie se rasgue las vestiduras, ni ser estigmatizada por ello. Entre bulos anda el juego, pero, ¡ojo!, «lo escandaloso no es lo ilegal, sino lo que es legal», como explicaba Martin Baron.