El Gobierno se enroca en su estrategia para defender a Sánchez: negar todo y echar la culpa a la derecha
ED.- La estrategia del Gobierno para defender a Pedro Sánchez y a su esposa, Begoña Gómez, es la misma que hace tres meses, cuando la opinión pública desconocía todo lo que se ha desvelado desde entonces.
En aquel momento, desde el Gobierno y el PSOE sostenían que la denuncia de Manos Limpias contra la mujer de Sánchez por un delito de tráfico de influencias se basaba en recortes de prensa y en noticias falsas, y que todo era un montaje político de la derecha y la extrema derecha, que no aceptaba el resultado electoral del 23 de julio del año pasado.
Un reguero de datos nuevos
Sin embargo, las circunstancias han cambiado desde aquel 8 de abril en el que se presentó la denuncia, porque en estos cien días se ha ido conociendo un reguero de datos, cartas, facturas, reuniones, recomendaciones, software a medida, favores y gestiones que, en lugar de aclarar el papel de Begoña Gómez, han arrojado más dudas sobre su comportamiento.
Sorprendentemente, una de las revelaciones más inquietantes del caso Begoña no la ha hecho ningún medio de comunicación, sino que fue el supuesto socio de la esposa del presidente, el empresario Juan Carlos Barrabés, quien reconoció ante el juez que había mantenido dos reuniones con Sánchez y su esposa en La Moncloa.
Unas declaraciones que, hasta el momento, han desencadenado dos decisiones judiciales: la primera, imputar a Barrabés, y la segunda, citar a Sánchez como testigo.
En todo este tiempo también han salido a la luz las cartas de recomendación que Begoña Gómez firmó a favor de Barrabés y se ha sabido que a la empresa de su recomendado le adjudicaron nada menos que 28 contratos públicos valorados en más de 22 de millones.
Pero Barrabés no es el único que acudió a La Moncloa para reunirse con Begoña Gómez. El rector de la Universidad Complutense, Joaquín Goyache, también ha reconocido que la esposa del presidente del Gobierno le citó en el inmueble oficial y le pidió que le creara una cátedra a su medida, y que la Universidad aceptó aunque Begoña Gómez no tiene título universitario.
Cuando empezaron a circular las primeras informaciones sobre la esposa de Sánchez, desde el Gobierno y el PSOE apostaron por la estrategia de «no hay mejor defensa que un ataque». Lo que hicieron fue mostrarse sorprendidos y tratar de vincular el caso con «un montaje de la derecha y la extrema derecha»; hacer creer que todo era fruto de una «persecución política». Y, a la vez, atacar a la oposición, los jueces y los periodistas independientes.
Ataques en lugar de explicaciones
Tanto en el Gobierno como en el PSOE se mostraban convencidos de que no se abriría ningún proceso judicial contra la esposa de Sánchez, pero se abrió; luego, sostenían que Begoña Gómez no sería investigada, pero lo está; y ahora confían en que todo acabará archivado, aunque cada día se conocen datos y hechos «inquietantes y perturbadores».
Sin embargo, en lugar de cambiar de estrategia, empezar a colaborar con la Justicia y dejar de ponerle obstáculos, tanto en el PSOE como en el Gobierno persisten en mantener su táctica de negarlo todo y echarle la culpa a la oposición, a los periodistas y a los jueces, con ataques que van subiendo de tono en cada rueda de prensa del Consejo de Ministros. Una estrategia que les pudo funcionar un tiempo, pero a la luz de los hechos que van relatando los propios protagonistas del caso, lo que la opinión pública espera son explicaciones.