«Ignominia sin límites»
En plena canícula veraniega la actualidad informativa no da tregua tanto en el ámbito nacional como en el internacional. A la espera de que las bases de ERC se pronuncien hoy sobre el preacuerdo para investir a Illa como presidente de la Generalitat, el gobierno sanchista está en el alambre entre ERC y Puigdemont a los que el indulto, la reforma del Código Penal, y la amnistía, no les es todavía suficiente ignominia a España, como precio a cobrar a cambio.
Que el gobierno de España se encuentre en manos de las bases de un partido separatista y claramente anticonstitucional no tiene nombre. O quizás sí: «ignominia sin límites». Demasiado se le está permitiendo a Sánchez para que pueda seguir en La Moncloa, sirviendo no al bien común de los españoles y al interés general de España como es la obligación de un presidente digno de tal nombre, sino sirviendo exclusivamente al interés suyo, al de su familia y al de quienes le mantienen con su voto en el Congreso.
Escuchar a la amnistiada secretaria general de ERC, que huyó de España a Suiza en octubre de 2017 para evadir la acción de la Justicia y ha regresado creyéndose una heroína, y amenazando a España, es sencillamente excesivo. Se permite decir que «tener la llave de la caja de la financiación» –que les quitó el gobierno de Rajoy para impedir pagos a favor de la independencia y que ahora el concierto económico les asegura– «les permitirá ganar la soberanía que no tuvimos para poder acabar el trabajo de 2017». Más claro agua, y no hay peor ciego que el que no quiere ver.
A eso, el presidente del Frankenstein se atreve a denominarlo «normalizar la convivencia y restaurar los puentes destruidos en 2017». Un Comité Federal del PSOE cesó a su entonces secretario general el 1 de octubre de 2016 para impedirle hacer lo que, tras regresar a Ferraz unos meses después, está haciendo a cara descubierta ante –al menos hasta ahora– la indolencia de la mayoría de su partido.
Es un Frankenstein en expresión del «ultraderechista» Rubalcaba (qepd) que cumple la hoja de ruta establecida por Soros y demás élites globalistas para las que España es un objetivo prioritario a batir. A Sánchez se le dio el poder para cumplir esa tarea de destrucción, y se lo mantendrán mientras les sea útil a esos efectos. Y así será mientras una gran parte del pueblo español –o del PSOE–, sigan sumidos en el síndrome de la rana. Y que deben despertar de su ya excesivo letargo. Por el bien de España.