¿Qué está pasando en Venezuela?
Roderick Navarro.- Este artículo lo escribo a 48 horas de haber sido electo Edmundo González Urrutia como presidente de Venezuela, según las únicas actas que se han publicado, y antes de entrar en detalles, primero pongamos en contexto algunas cosas.
En Venezuela teníamos un liderazgo opositor que era complaciente con el régimen. Por dos décadas monopolizaron la pauta política e ideológica donde siempre salía perdiendo el pueblo. Pero luego de la última agenda llamada “gobierno Interino”, María Corina Machado propuso devolver el poder al pueblo para que fuera la gente quien decidiera en una elección interna quien debía ser el líder de la oposición. Por primera vez, el pueblo eligió internamente a su líder y venció María Corina con más de 90 % de los votos de ese proceso electoral público y fuera del alcance del chavismo.
Con esa victoria, ella convocó a la unidad de todos los factores de la oposición para enfrentar a Nicolás Maduro en la elección presidencial que estaba establecida para 2024. Pero esta vez lo hizo bajo la premisa de que el chavismo haría fraude. En ese sentido, preparo a todos los venezolanos para ese momento: para la noche del 28 de julio. En la campaña, el chavismo utilizó todo su poder para destruirla: la inhabilitó, le prohibió tomar vuelos, le colocó obstáculos en las vías, agredió a los comercios por los que pasó, pero el pueblo enfrentó esos obstáculos asumiéndolos como una agresión popular. Fue una campaña basada en la fe, la familia y la libertad. El pueblo se unió alrededor de ella y alrededor del candidato Edmundo González.
Al finalizar la elección se contaron los votos públicamente y con mucho empeño se obtuvieron todas las actas. Toda la información fue recolectada bajo un método muy disciplinado y bien preparado. Fue tan importante el conteo público de los votos, que el pueblo sabiendo los resultados y publicándolos por redes sociales en todas las regiones, salió a las calles a celebrar la victoria: Maduro no había ganado en ningún estado del país, la diferencia era abismal. Derrotamos a la dictadura con votos y con las actas en la mano ¡Vencimos el fraude!
Pero el chavismo hizo lo que sabíamos que iban a hacer: declararon ganador a Maduro sin haber totalizado los votos y con cifras que no pueden ser comprobadas. No mostraron las actas y al día siguiente, bien temprano en la mañana, proclamaron a Maduro como presidente reelecto. Ante esta canallada, el pueblo salió a las calles con la verdad en la mano: la victoria es indiscutible y todos defienden los votos que contaron la noche del 28 de julio.
Tan es así, que el chavismo no consiguió celebrar su “victoria”. No consiguen movilizar a sus bases. En consecuencia, Maduro ha dado la orden de disparar al pueblo con sus grupos violentos chavistas. Ya van 12 muertos al momento que escribo estas líneas, y más de 700 personas apresadas. Han encarcelado también lideres políticos y a los testigos de mesa que estuvieron presentes en el conteo público de los votos. La respuesta del pueblo ha sido la destrucción de los símbolos del chavismo en todo el país, derrumbando las estatuas de Hugo Chávez y tumbando todas las vallas publicitarias de la campaña de Maduro. El pueblo unido repudia al chavismo.
Ahora Maduro lleva adelante su promesa de matar al pueblo si no reconocen su victoria. Sus aliados, como el presidente colombiano Gustavo Petro, y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, exigen que sean publicadas las actas. El chavismo rompió relaciones con la mayoría de los países de Latinoamérica y la élite de las Fuerzas Armadas acompaña a Maduro.
Pero el pueblo venezolano odia ser humillado con la mentira. El pueblo venezolano quiere la paz y la conseguirá a toda costa. Sabe que será difícil y costará sufrimiento, pero hará todo lo posible para llegar hasta el final: la libertad de Venezuela.