La naturaleza no perdona nunca
«Un condenado por agredir a su mujer cambia de sexo y consigue eludir 15 meses de cárcel». Si tiempo atrás nos hubiesen contado una noticia como esa, que hemos conocido ahora, -y pese a que no es la primera de estas características- hubiéramos pensado que o era una broma o ese país y esa sociedad definitivamente habían perdido la cabeza. Esa es la noticia que según consideran algunos «puristas» es consecuencia de un fallo de técnica jurídica en la redacción de la ley.
Lo cierto es que ese Ministerio de igualdad que mejor sería denominarlo «Igual dá» ha dado sobradas muestras de su incompetencia con su igualitaria ley del «solo sí, es sí» que provocó la masiva excarcelación de agresores sexuales. Pero quedarse en ese plano técnico sería ignorar lo que subyace tras esas aberraciones legales.
Un elemental sentido común aconseja no olvidar la sentencia que afirma que «Dios perdona siempre; el hombre perdona a veces, y la Naturaleza no perdona nunca». Es decir, que existe un orden que establece derechos y que no ha creado el hombre sino el Creador de ese orden.
Asimismo, hay leyes no creadas por el hombre, sino que las ha «descubierto» -por medio de sabios científicos, como Einstein, Newton, Leibnitz…-, y que son la causa de que no vivamos instalados en un caos permanente e inhabitable. Una persona es libre de creer, por ejemplo, que la ley de la gravedad no existe en nuestro Planeta Tierra, y quererlo demostrar lanzándose sin paracaídas desde un avión o desde un séptimo piso, no tardando en comprobar su error, aunque seguramente no pueda vivir para contarlo.
De la misma manera que la Física, la Química y las Matemáticas son las ciencias que estudian ese orden físico y material existe una disciplina jurídica que estudia los derechos del hombre que preexisten a él y se derivan de su propia naturaleza humana. Se conocen como «jusnaturalistas» a dichos especialistas que se contraponen a los «positivistas» especializados en el derecho establecido por el hombre. Cuando estos ignoran a los anteriores, la sociedad padecerá las consecuencias de ese olvido, porque «la naturaleza no perdona nunca».
La naturaleza humana – y en general la animal- es sexuada y dotada de dos géneros: masculino y femenino la humana, y macho y hembra la animal.
Ese orden regido por la ley natural requiere de un creador obviamente y quienes niegan su existencia la atribuyen a la casualidad, a la evolución y a cosas por el estilo. En esa lógica de razonamiento evolutivo lo extraño es que no existan todavía caballos que nazcan con jinete incorporado. Pero todo se andará.
Derecho es lo que es recto, sin torcerse, lo que está bien hecho porque en él se halla el Bien la Verdad y la Belleza, esa excelsa armonía que nos acerca a Dios.