El Emprendimiento
Desde hace años repito una frase que me ha llevado a tener que dar explicaciones en numerosas ocasiones: “España no es país para empresarios”. Esta afirmación no cuenta para las grandes corporaciones, los fondos de inversión y aquellas empresas que cotizan en bolsa. Cuando hago esta afirmación me estoy refiriendo a los emprendedores, al pequeño y mediano empresario, es decir el 99,84 % de las cerca de 3.000.000 de empresas que desarrollan su actividad en el solar patrio.
Cuando una empresa tiene menos de 10 trabajadores es considerada como microempresa. Es pequeña hasta los 50 y mediana las situadas entre esta cantidad y los 250 empleados. A partir de 250 estamos ante una gran empresa. Los autónomos y pymes han logrado superar los 12 millones de asalariados, el 61% del total del empleo en España.
La banca se muestra tradicionalmente intolerante frente al riesgo, a la hora de conceder préstamos a las pymes, pues es privilegiada conocedora de los tremendos vaivenes que sufren a lo largo de su vida. En el ejercicio fiscal de 2023 más de 700.000 pymes dieron pérdidas, incrementando su endeudamiento. la pandemia ocasionó el cierre de 207.000 empresas y 320.000 autónomos se vieron obligados a cesar en su actividad. El ritmo de desaparición paulatina de la actividad emprendedora supera el 20%.
Analizar la problemática que produce la actual situación llevaría a condensar una variada casuística que daría para realizar una tesis doctoral. El empresariado hoy transmite hartazgo y desesperación, ganas de echar el cierre y cesar en el esfuerzo titánico que debe realizar cada día para mantener su actividad en funcionamiento sin ayuda, sometido al control del gran hermano fiscal que le impone la Agencia Tributaria, con empleados que se dan de baja sin causa suficiente ni motivo aparente y que está llevando la cifra de absentismo laboral a cotas insoportables.
Pero el auténtico nudo gordiano de la economía española y de muy difícil solución, está en la ausencia de nuevos emprendedores. Una reciente encuesta realizada entre alumnos de último curso de grado en distintas disciplinas dio como resultado que un 75 % dirigiría su actividad profesional al funcionariado u ocupar un puesto de trabajo por cuenta ajena. Solo el 25 % se mostraba decidido a organizar su propia actividad de forma independiente. En EEUU el resultado es diametralmente opuesto. pues un 75 % desea emprender su propio negocio, despacho o montar su consulta con absoluta independencia. Los más jóvenes en su gran mayoría no se plantean emprender. Son conformistas, incluso aquellos que han nacido y crecido en familias integradas por empresarios, porque han visto a sus padres y abuelos sufrir las consecuencias de ello, en un país que detesta el éxito ajeno y que sufre los continuos embates de ciclos inexplicables de bonanza y penuria así como una administración pública poco proactiva en colaborar a la creación de un tejido empresarial vivo ,fuerte y sólido. El resultado es ver a graduados en motos repartiendo pizzas a domicilio o de camareros en la hostelería.
Dar el salto al emprendimiento desde la formación titulada requiere preparación específica al efecto impartida en los mismos centros docentes y en la Universidad. El emprendedor hasta ahora aparece por generación espontánea, de forma cuasi milagrosa y casi siempre por necesidad.
Mucho deberíamos aprender de la “etiqueta empresarial japonesa” toda una síntesis de cómo crear y desarrollar una empresa partiendo de unos escasos recursos pero con apoyo ilimitado en cuanto a asesoramiento y gestión, inculcando a sus integrantes el respeto al esfuerzo, la edad, la antigüedad y el conocimiento. Ser empresario en Japón es la genuina representación de un referente en la sociedad. Se educa para ser hombres y mujeres de empresa. Por todo ello la economía de Japón es la cuarta mayor a nivel mundial, tras los Estados Unidos, China y Alemania. España es la economía número 15 por volumen de producto interior bruto, si bien hay que tener en cuenta que soporta una deuda del 107,7% del PIB, situada entre los países con más deuda respecto al PÎB del mundo.
Los sectores de más futuro son el tecnológico, energías renovables, la salud y el bienestar, el comercio electrónico, la realidad virtual, la industria alimentaria, la logística, la educación y la tecnología médica. Deberán ser nuevos emprendedores quienes se decidan por hacer acopio de esas actividades empresariales. Pero sin una formación específica seguiremos exportando jóvenes con estudios, pues cada mes huyen de España 35.000 personas para ganarse la vida en el extranjero. Una verdadera lástima.