La codicia indecente del gobierno de Sánchez
El ladrón Pedro Sánchez llama a su puerta. Dice que subirá los impuestos a los españoles ricos, pero rico, para él, es todo el que gane más de 18.000 euros al año. El ladrón oficial socialista, el del Falcon y el que se mueve con un séquito de 30 coches y un centenar de guardaespaldas, habló de esquilmar con impuestos confiscatorios a los que tienen dinero en los bancos.
Los bandoleros de hoy ya no están en las rutas de montaña sino en la Moncloa y en los ministerios. Detrás del nuevo expolio fiscal no hay nada, ni redistribución de la riqueza ni justicia social, sino únicamente que necesitan más dinero para dárselo a los catalanes. Son así de falsos y mentirosos.
La codicia de los gobiernos españoles es insoportable y la del gobierno de Sánchez es angustiosa. Todos despilfarran, todos meten sus sucias manos en el bolsillo del pobre contribuyente, mientras el pueblo cree firmemente que todos roban.
Pagas impuestos por aparcar, por comer, por beber, por trabajar, por encender la luz y hasta por crear una empresa, que servirá para generar riqueza. Son los ladrones en el poder, salteadores de caminos con coche oficial y escolta.
La España de Sánchez es una festival de derroche y despilfarro, de endeudamiento y de gasto superfluo, de amiguismo, nepotismo y corrupción. Utilizan el Estado para gozar de privilegios y dinero, que arrebatan a los ciudadanos y empresas. España es ya el país más atribulado por el saqueo fiscal de toda Europa, sobre todo si se tienen en cuenta los salarios y los exiguos servicios que el Estado presta a la sociedad.
Si la codicia es corrupción, como piensan miles de filósofos y analistas, el gobierno de Pedro Sánchez es de los más corruptos del mundo.
Como ejemplo valga que el flamante nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, acaba de heredar una administración catalana corrupta y monstruosa, con una densidad de empresas públicas, funcionarios colocados a dedo, chiringuitos inútiles l servicio de los partidos y otros abusos, casi el triple de densa que la española, que ya es la más despilfarradora y nutrida de Europa.
La corrupción ha despertado el rechazo y el odio en la ciudadanía a los gobernantes, a los que parece no importarles. A pesar del odio que despiertan, crean nuevos impuestos que saquean los bolsillos del ciudadano robándoles legalmente. Los políticos, acostumbrados a gastar sin límites y a disfrutar de los privilegios y de la abundancia plena, no están dispuestos a reducir el tamaño del monstruoso Estado que han construido, ni a ser austeros, y han decidido arrebatar a los ciudadanos todo lo que puedan, a costa, incluso, de sembrar la ruina y el empobrecimiento en la sociedad.
Franco, al morir, dejó a España sin deuda exterior. Era el país menos endeudado de Europa, junto con Luxemburgo, pero desde entonces, los falsos demócratas han pedido dinero a los bancos de manera enloquecida, convirtiendo a España en una de las naciones más endeudadas del mundo. Tan sólo por ese abuso, que condena a las futuras generaciones de españoles, muchos políticos españoles merecen la cárcel.
Los que mandan ahora, quizás los peores administradores en siglos, ya están provocando la fuga de grandes empresas y de ciudadanos ricos con su comportamiento podrido e inmisericorde. Son hijos de la codicia y adictos a la usura y al expolio.
Están acabando con las clases medias, están esquilmando a los ciudadanos con impuestos abusivos, que ya cobran hasta a los muertos, están arruinando muchas empresas y sobre todo a los autónomos con impuestos inhumanos, están convirtiendo a los pensionistas en pobres miserables, a pesar de que el 34 por ciento de los hogares de España viven de la única pensión de un anciano… y ahora aprueban nuevos impuestos a una población a la que conducen a la pobreza.
Los socialistas son insaciables, codiciosos, avarientos y se sienten tan fuertes y seguros, rodeados de policías, jueces amigos y periodistas sometidos que han perdido el miedo a las leyes, al abuso y al pueblo, al que avasallan. Al contemplarlo uno comprende toda la verdad que encierra aquella sentencia de que “cuando el pueblo teme al gobierno, es que hay tiranía, pero cuando el gobierno teme al pueblo es que hay democracia”. En países altamente degradados, como España, es el pueblo el que tiene terror al gobierno.
Antes conseguían de la corrupción todo el dinero que necesitaban para enriquecerse y despilfarrar, mediante mordidas, comisiones, subvenciones vendidas, contratos públicos trucados y otras suciedades, pero ahora, como la sociedad se ha sensibilizado ante ese abuso y los jueces consideran la corrupción un crimen, ahora lo están sustituyendo por el robo legalizado a los ciudadanos y a las empresas, a través de tasas e impuestos, una práctica de saqueo nauseabunda, abusiva, antidemocrática, canalla y contraria a la Constitución, aunque ellos la hayan convertido en legal.
Nos quieren convencer de que VOX es un monstruo, cuando los verdaderos monstruos son ellos. VOX prometa bajar impuestos, reducir el tamaño del Estado, algo que desean todos los españoles decentes, pero los esquilmadores demonizan a VOX para que el pueblo los odie.
Millones de españoles, hartos de ser expoliados y guiados por corruptos que arruinan la nación, sueñan ya con la llegada a España de un Milei que reduzca el Estado, que expulse a los cientos de miles de políticos y enchufados que sobran y que saneen la nación y la pongan al servicio de los ciudadanos, no de los políticos, como hace el socialismo.
Los que gobiernan hoy España y sus socios comunistas, golpistas y herederos del terrorismo son adoradores de un Estado inmenso, controlado por ellos y sus partidos, una codicia corrupta que impide la libertad, el aire fresco, el decoro y el auténtico progreso.
La tendencia al cobro excesivo de impuestos y tasas es hija de la avaricia y la corrupción, los mayores peligros de la política española, junto al abuso de poder y el odio a la democracia y a los valores.
La España de Sánchez se hace irrespirable. Ferrovial ya ha huido, el Santander se lleva fuera de España su negocio de banca al por mayor y miles de españoles con ahorros se establecen en el extranjero para escapar del expolio. de la ruina corrupta.
Esto no tiene nombre
Y no aparece uno que no tenga nada que perder para medir la velocidad del viento y la humedad.
O alguien hábil con la cerbatana…
Saludos
España hoy: monarquía parlamentaria BANANERA!