Millán Astray, fundador de La Legión española
José Ángel Cobo Ruiz de Adana.- Mucho hemos oído y leído acerca del incidente ocurrido entre Unamuno y Millán Astray en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, el día 12 de octubre de 1936, en plena guerra civil, con motivo de la celebración de la fiesta de La Raza.
Diversas versiones y opiniones contradictorias se han ofrecido sobre ello. Hecho este que deja sumida, a cualquier persona interesada en el caso, en un mar de confusión e incertidumbre, respecto a la auténtica veracidad de lo que ocurrió; por eso, siempre me ha sorprendido que no se haya hecho uso de uno de los testimonios más fiables a los que cabe acudir, como garantía de obtener una versión fidedigna de aquel incidente.
Me estoy refiriendo al artículo que el día 26 de noviembre 1964 titulado “La verdad de aquel día”, publicara en ABC don José María Pemán, como respuesta a una de las muchas versiones, claramente tergiversadas y manipuladas, que se han ido dando, respecto de lo que allí ocurrió.
Y ¿por qué creo en la veracidad de la versión dada por Pemán en el referido artículo?: en primer lugar, porque él estuvo presente en dicho acto, y, además, fue, junto al profesor Maldonado, uno de los protagonistas del mismo. En segundo lugar, porque, al principio de su versión, comenzó con estas palabras: “Puedo hacerlo, bajo mi honor y mi palabra, con la autoridad de quien estaba bien cerca del jolgorio, pues el profesor Maldonado y yo acabábamos de pronunciar los discursos de la sesión; por cierto, personalmente invitado, por mi parte, en telegrama que desde Salamanca me envió a Cádiz don Miguel de Unamuno”.
Y, en tercer lugar, porque se autoinculpó, como responsable, en cierto sentido, de lo que ocurrió. Sirva como justificación de ello, las palabras vertidas por él en tan repetido artículo, que más adelante trascribiré.
Difícilmente es asumible como lógico creer que nadie va a mentir con el objetivo de asumir la culpa de un error propio, si no es con el fin de, en un acto de honradez intelectual, evitar que la culpa, o parte de la culpa, de ese error propio, recaiga sobre persona distinta.
Sigue diciendo Pemán en referido artículo: “La versión fantástica empieza por suponer que Millán Astray pronunciara un discurso en ese acto «después de las formalidades iniciales». Supongo que esas formalidades iniciales se refieren a los discursos de Maldonado y yo, que eran todo el programa del acto. El que lea el artículo se creerá que se trataba de una conferencia de Millán a la que Unamuno replicó con gallardía. No hay tal cosa. Nosotros, Maldonado y yo, hicimos dos oraciones puramente universitarias de Hispanidad. Al acabar nosotros, sin que Millán, que estaba en el estrado como público, hubiera dicho ni pío, se levantó don Miguel: cosa que a nadie extrañó, pues presidía y bien podía cerrar el acto”. Cuando terminó y se sentó (Unamuno), se levantó, como movido por un resorte, el general Millán Astray, inesperada y para mí innecesariamente. Su pasión era justificable en la atmósfera bélica que nos rodeaba; y no había que exigir al general que se comportase en aquel instante como un pulcro universitario. No fue discurso. Fueron unos gritos arrebatados de contradicción a Unamuno. No hubo ese «muera la inteligencia» que luego se ha dicho y que denuncia claramente su posterior elaboración culta. El general mutilado, mal podía darle a su «muera» el sentido cultural y técnico de increpar la «Inteligencia» como posición y grupo; de dar el «muera, se hubiera referido a la inteligencia como facultad personal, cosa de la que no venía al caso abominar y que estoy seguro que él mismo creía poseer. Lo que dijo fue «mueran los intelectuales». Hizo una pausa. Y como vio que varios profesores hacían gestos de protesta, añadió con un ademán tranquilizador: «los falsos intelectuales traidores, señores…».
En realidad, quizá el profesor Maldonado y yo tuvimos un poco la culpa de todo. Nuestros discursos, sin política, de pura Hispanidad, en aquellos días calientes, levantaron tempestades de aplausos. Ni Unamuno ni Millán Astray eran hombres a los que les gustara pasar inadvertidos en una sesión en la que hubo, con tanta abundancia, ovaciones y entusiasmos. Los dos estaban acostumbrados a exponer el pecho a cuerpo limpio, el uno a las ideas contrarias y el otro a las balas enemgas. Eran dos españoles. Dios los tenga en su gloria, en el lugar que reserva a los santos y mártires de la vehemencia española”.
Según Pemán, la intervención de Unamuno, fue causada, entre otros motivos que no especifica, con la intención de combatir el excesivo uso de la palabra Anti-España, sin que Pemán, aclare si él mismo y Maldonado, en sus respectivos discursos, incluyeran tal palabra. Por otro lado, el hecho de que Pemán se considerara, junto a Maldonado, como “un poco culpables de todo”, nos hace preguntarnos: ¿culpables, por qué? Solo cabe una respuesta lógica: que ambos intervinientes, aunque pronunciaran unos discursos académicos, dijeran algo que a Unamuno no le gustara. Porque, en un discurso, por muy académico que sea, se pueden decir muchas cosas.
La frase sobre el catalán y el vasco, que Pemán creía recordar que sí, ciertamente, se había pronunciado y de la que parecía no recordar su contenido, es posible que se refiriera a lo que, según algunas versiones mantienen, era una crítica severa al carácter separatista de ambas regiones. Tanto el Obispo de Salamanca, a la sazón, Pla y Deniel, catalán, presente en el acto, y el propio Unamuno, vasco, podrían haberse sentido ofendidos, y ser uno de los motivos que propiciaran que este último interviniera.
De lo que no cabe ninguna duda es que el enfrentamiento de aquel día entre Unamuno y Millán Astray, dejó al descubierto la lucha que, en forma larvada, existía entre ambos, desde hacía mucho tiempo.
Llegados a este punto, cabe preguntarse: ¿quién estaba más cerca de la verdad?: ¿aquellos que tachaban a catalanes y vascos de separatistas y anti-españoles o Unamuno, que se sentía ofendido por ellos?
En 1641 fue proclamada la República Catalana, con el objeto de poner el principado de Cataluña bajo protección francesa. Años antes del incidente que estamos comentando ocurrido en el 36, exactamente, en el año 34, se proclamó el Estado Catalán, aunque dentro de la República Federal Española. En el año 2017, Cataluña declaró, unilateralmente, la independencia, dando las encuestas demoscópicas un porcentaje, casi del 50 por ciento de catalanes separatistas. Por otro lado, en el País Vasco, según todo apunta, un partido separatista, Bildu, puede llegar a ganar las próximas elecciones vascas. Juzguen ustedes mismos.
De otra parte y, tal como Pemán aclaró magníficamente, Millán Astray, difícilmente pudo gritar un muera la inteligencia, cuando él era un intelectual.
Pero ¿realmente, Millán Astray fue un intelectual?
Existe unanimidad entre los eruditos, en sentido afirmativo. Sirva como ejemplo este testimonio de Antonio Guerra: La personalidad intelectual de Millán Astray creo que está avalada por autores de reconocido prestigio como Ricardo de la Cierva, Juan Aparicio, Pemán, Gárate Córdoba, García Escudero, Gómez Mesías, entre otros… Por otro lado, también el pintor Vázquez Díaz tiene incluido a Millán Astray en su “Galería de Intelectuales Españoles”. Mas, si ahora nos adentramos en su formación integral, Millán Astray se diplomó en Estado Mayor y estuvo destinado en Agregadurías Militares en el extranjero.
Dominó varios idiomas, que entonces era una rara excepción. Fue profesor de la Academia de Infantería de Toledo, impartiendo enseñanzas a los cadetes hasta de ocho asignaturas, con la consiguiente preparación y capacidad intelectual que ello lleva aparejado. Pronunció numerosísimas conferencias por toda España, en Francia, Italia y América. Fue director general de propaganda, prensa y radio. En 1922 publicó un manifiesto exaltando la disciplina y en contra de la intervención de los militares en la política. Publicó varios libros sobre La Legión y sobre algunas personalidades relevantes, así como numerosos artículos de prensa. Tradujo y publicó en español el “Bushido”, o código espiritual de los samuráis, escrito por el diplomático, cristiano protestante japonés Inazo Nitobé, del que extrajo buena parte de sus enseñanzas, que inculcó a los cadetes de Toledo y que también le sirvió para esquematizar el Credo Legionario, junto con algunas otras partes entresacadas de su estancia y estudio en La Legión francesa.
Por lo tanto, creo no equivocarme si digo que Don José Millán Astray, fundador de la Legión Española, fue un hombre de carácter. Fue un héroe. Fue un gran español, Y fue un intelectual.
¡VIVA LA LEGIÓN!
*Vicepresidente de la Hermandad Provincial de AA.CC. Legionarios de Málaga.
“…los falsos intelectuales españoles”, como dijo Millán Astray” …
Palabras valientes, para recordar ahora en la que se claudica ante esa ideología tenebrosa, falsa como su mentiroso padre, que aquí se está infiltrando lenta, pero implacable : el pensamiento woke, que si algo despierta es lo peor de nosotros mismos con lo cual nos aboca a nuestra propia destrucción…
Y esta vez ¿ No habrá nadie que lo denuncie?
¿Es que ya no hay hombres de honor como los que se citan en este artículo?
Ay, que el honor está en capilla
Para el año que viene el ejército no va tener dinero para ir pagando la prejubilación de los 45 .
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Han robado la juventud de mucho chavales y se lo agradecen con una palmada en la espalda y hasta luego ..
Eso es patriotismo ..
Muchísimad gracias por este artículo, D. José Ángel Cobo responde y aclara a toda la narrativa oficial que hemos mamado durante años. Sobre todo, los que éramos rojos – aunque yo muy heterodoxp, esto me sañvó, el pensar -.
Gracias a AD por su labor de difusión durante muchos años, todos estos años.