Un Frankenstein en el gobierno
Ni en la legislatura constituyente de las elecciones del 15 de junio de 1977 ni en las 14 legislaturas posteriores, ya con la Constitución en plena vigencia, se había producido un deterioro del clima político como en la actualidad en España. Y que trae causa directa de la llegada de Sánchez a la primera línea de la política por medio de la investidura del 1 de junio de 2018 en el Congreso, conseguida con tan solo 85 diputados (…!) por una Moción de censura. Para entender la situación de absoluta ingobernabilidad en la que se encuentra España conviene tener presente la trayectoria política de su protagonista, Pedro Sánchez, una vez alcanzada la Secretaría General del PSOE en el congreso federal de 2014. Se produjo tras la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba (qepd) por el resultado obtenido en las elecciones al Parlamento Europeo en las que el PSOE obtuvo tan solo 14 diputados.
Eran tiempos en los que se dimitía ante resultados electorales que se consideraban malos para el proyecto político que se lideraba, derrota que exigía una honrosa retirada asumiendo la principal responsabilidad política de los mismos. En ese Congreso ganó Sánchez, y fue el candidato socialista a la Presidencia del Gobierno del 20 de diciembre de 2015 frente a Rajoy.
En ellas, y pese a obtener el peor resultado del PSOE desde 1977, no asumió su derrota y obligó por vez primera a que se repitieran las elecciones seis meses después en las que cayó más abajo todavía al obtener esos 85 escaños. Pese a esas dos contundentes derrotas sucesivas, impidió una investidura de quien resultó ganador con 52 escaños más que él en las urnas, con la conocida frase del «No es No, señor Rajoy: ¿Qué parte del No no ha entendido?». Ya estaba dispuesto a pactar un Frankenstein para llegar a La Moncloa, lo que aquel PSOE se lo impidió, cesándolo en aquel histórico Comité Federal del 1 de octubre de 2016. Pero incomprensiblemente, apenas 9 meses después, recuperaba el mando en Ferraz ante Susana Díaz y el hoy ferviente sanchista Pachi López, a los que ganó las primarias, con el apoyo del sector más radical del partido por haberse negado a una abstención limitada para evitar unas terceras elecciones generales (..!), o un Frankenstein. Y apenas un año después ya consiguió el Frankenstein deseado para llegar a La Moncloa. Y así está España desde entonces.
Por cierto, no fue ningún «ultraderechista» quien calificó a ese gobierno con el apodo «Frankenstein» para definirlo como un auténtico monstruo político: fue Alfredo Pérez Rubalcaba (qepd). Un socialista con «sentido de Estado».