La estupidez crónica de la izquierda
Siempre que hablan sube el pan, pero no en el sentido de que puedan crear un impacto en el contexto general, sino en el sentido de hacer daño palpable y rápido, sobre todo, a los trabajadores de a pie.
Se permiten opinar e incluso sentenciar como se resuelve el problema de la vivienda en este país; ellos, que cada vez que hay que calificar suelo se enfrentan radicalmente a cualquier iniciativa en todas las administraciones que necesiten modificaciones de sus Planes Generales de Urbanismo, porque generar suelo urbano, por lo visto, es hacer rico al facha propietario del suelo y a los promotores que lo desarrollen.
Entonces consiguen «jodernos» a todos, ya que lo que generan es un bien escaso, que por lógica sube el precio del resultado final, «es de cajón» —desarrolla suelo suficiente y lo abaratarás — «tontainas». Ya, en este puñetero país de países, el único que repartió viviendas a los trabajadores fue el ‘dictador’. Shora solo disfrutan de las casas oficiales, o mejor dicho de los Casoplones oficiales, los ministr@s y vicepresidentas. De un color y del otro.
Muerte al alquiler vacacional
Actualmente, los de clase obrera podemos disfrutar de fines de semana en familia visitando ciudades con los niños, ya que el invento del alquiler vacacional nos lo permite porque acudimos al super y comemos y cenamos en casa, con lo que conseguimos que sean sostenible para nuestras carteras estas pequeñas vacaciones; pues bien, se les ha metido en la cabeza, demonizar el alquiler vacacional en vez de regularlo. Solo saben decretar para prohibir; — lo van a conseguir — nos van a «joder de nuevo» y nos van a dejar sin vacaciones, que van a volver a estar únicamente al alcance de las familias que puedan pagar hotel y restauración.
¿Se puede hacer peor?
Hay que regular con cabeza todo lo que crece sin reglas. Hay que limitar el número y las ubicaciones de estas licencias, pero apoyarlas con fuerza. Que los ricos no las necesitan, ellos tienen casa en la playa.
¡Tontainas!