Delirios legales, efectos perversos
Lo sufrimos con la rimbombante ley del sólo “Sí es Sí”, que es como acabamos por conocer aquel bodrio delirante de Irene Montero y su troupe, votado, bendecido y aprobado por el PSOE y que acabó por suponer un maravilloso regalo para violadores y todo tipo de delincuentes sexuales. Empecinadamente la defendieron y la mantuvieron contra toda razón y, a pesar de los avisos y solo cuando las puestas en libertad, que las hubo, y el número de las rebajas de condenas superó los 1.200 casos y el clamor en contra era general, se avino Sánchez a eliminar el disparate mayor. Que pudo ser realidad por la posición y voto del PP, pues la parte podemita del Gobierno y sus diputados votaron por mantenerlo como estaba. Es más, le echaron la culpa a los jueces por aplicarla.
Hoy, aunque derogados esos capítulos que obligaban a semejante perversión sus efectos siguen pues sigue siendo aplicable a los delitos cometidos hasta el día que se suprimieron y el goteo continua. Pero resulta que ahora estamos con otra, el asunto de la ley Trans, otro delirio legal que está provocando también todo tipo de abusos y efectos perversos. Se conocen poco, porque es muy peligroso por la censura y hasta el riesgo de tener que afrontar denuncias y querellas, el darlos a conocer pero cada día sabemos más y es verdaderamente aberrante lo que se esta produciendo y que va a más y a peor.
La cuestión más atroz es la utilización de la ley, desatinada en sus parámetros pero aún peor en su ejecución técnica, como escape legal tras haber cometido los delitos más graves, precisamente de índole sexual. Se está convirtiendo en un inmejorable asidero para los peores criminales y también para quienes buscan a través de ella obtener ventaja y privilegios al servir para el cambio de sexo nada más que una declaración de voluntad.
Los casos de violadores y hasta asesinos, ya hay varios de la mayor gravedad, que arguyen ser “mujeres” empiezan a ser moneda común para con ello librarse o rebajar muy sustancialmente sus penas, como los de reos convictos y confesos, que exigen cumplir sus penas en cárceles de mujeres. Los resultados no son otros que los que se pueda esperar tras meter al zorro en el gallinero y cerrar luego la puerta. Pero encima lo que hay y se esmeran desde el Gobierno es en su ocultación y la negativa continua a informar sobre ello y hasta que nivel y creciente numero se está llegando.
Es algo intolerable y sería lo mejor no esperar como la vez anterior a corregir de inmediato sus efectos antes de que el daño sea mucho mayor. Hay inmensas meteduras de pata que lo mejor es sacarla cuanto antes y sin dilación. Esos son los efectos mas perversos y terribles y que por ello y la alarma que provocan son los que más se intenta tapar, pero hay otros muchos verdaderamente escandalosos y que, es preciso anotarlo se producen masivamente en la misma dirección, hombres que cambian a mujeres, con un añadido ademas en cada vez mas casos, excepto en el cambio de nominación no hay nada ningún cambio más ni en apariencia externa y manteniendo ademas los atributos inherentes a la condición masculina. Está siendo en este sentido el deporte el que esta provocando las mayores repulsas y los mas comentados abusos y esperpentos.
Hombres, pues genética y biológicamente lo son, contra mujeres a las que vencen y humillan abusando precisamente de ese hecho que en determinadas disciplinas les dan una gran ventaja es algo que hay que tachar de lo que es. Un ventajismo obsceno y repulsivo que es necesario atajar de raiz.
Porque en el fondo y lo que en realidad es lo peor de todo ello es el ataque a la mujer. Esta ley y otras de parecido jaez a lo que estan afectnado es al hecho se ser mujer y destrozando años de verdadera lucha feminista por la igualdad y los derechos de las mujeres. En esto hay un inmenso retroceso, un tremendo error, porque cada vez está más claro, las consecuencias del delirio a quien agreden y hacen un profundo daño es a la mujer. Ellas son las que van a sufrir y sufren ya los efectos mas perversos de esta alucinación convertida en ley.