Esto ocurre en España si un ladrón entra a tu casa a robarte
LG.- El progresismo y sus leyes, protegiendo más al victimario que a la víctima. (Pinche aquí)
En España se ha asentado la mentalidad de que la ley y las sentencias judiciales son una especie de sugerencia de forma de vida susceptibles de cumplirse o no según las apetencias y, por supuesto, la ideología del sujeto. Si usted, pobre mortal, se salta un semáforo en La Coruña, no tenga la menor duda de que la Agencia Tributaria logrará cobrarle la multa correspondiente hasta en Tarifa si es ese su lugar de residencia. Pero si todo un Gobierno cierra un país utilizando la herramienta jurídica equivocada; miente de forma reiterada en todo lo que se refiere a los datos más sensibles sobre nuestra salud; oculta la mortandad real de cientos de miles de españoles -el Gobierno de la transparencia-; escurre el bulto cuando no se hace con la situación y hace dejación de sus funciones más elementales en manos de las comunidades autónomas convirtiendo España en un pollo sin cabeza y elude el control parlamentario de la forma más grosera -parte esencial de un Estado democrático-, no le pasará nada. Nada de nada.
Porque ninguna de las barbaridades perpetradas hasta ahora le ha pasado factura al Gobierno -más allá de lo que pueda suceder en las futuras elecciones-, el presidente puede ponerse folclórico el Día de la Constitución y, sin sonrojarse, decir aquello de que «ahora lo que toca es cuidarla (a la carta magna) cumpliendo de ‘pe a pa’ todos los artículos de la Constitución, del primero al último». Sí, esto dijo Sánchez, un señor al que el Tribunal Constitucional ha tumbado dos Estados de Alarma.
Sin Estado de Derecho, sin imperio de la ley, no hay democracia posible por más que se llenen la boca todos los días con la palabra ‘democracia’
Debemos afrontar de forma ineludible que en España cumplir la ley se ha convertido en algo optativo para determinadas personas que encajan en la ideología que se nos quiere imponer. Si desde las propias instituciones del Estado se obvia el cumplimiento de la ley, no existe Estado de Derecho. Y sin Estado de Derecho, sin imperio de la ley, no hay democracia posible por más que se llenen la boca todos los días con la palabra ‘democracia’. España va camino de ser un Estado fallido donde no existe seguridad jurídica.
Si a esto unimos el populismo periodístico que impera en los grandes medios de comunicación en los que se alientan y justifican estas conductas, se abordan desde un punto de vista sentimental tendente a adoctrinar y, de paso, subir audiencias, lo que tenemos es la cooperación necesaria para que al final cumplir la ley se convierta en algo casi exótico.
Pero usted no se preocupe, que ese semáforo en ámbar que se pasó en La Coruña hace dos años cuando estuvo de vacaciones tendrá su justo castigo monetario se encuentre donde se encuentre. El Estado ha quedado en un mero recaudador de dinero, ya sea vía sanciones o impuestos, con el que sufragar el festín ideológico de un Gobierno entregado al muy poco encomiable objetivo de acabar con España.