El bolso de Soraya
Edurne Uriarte.- Cómo es posible que hayamos llegado a este grado de degradación institucional, se preguntan muchos ciudadanos. Y cómo es posible que un líder de tan escasos escrúpulos democráticos y éticos y enfangado en varios casos de corrupción como Pedro Sánchez siga al frente del Gobierno. Pues de vez en cuando hay que mirar atrás, porque parte de la respuesta está en la gran mentira original que llevó a Sánchez a la Moncloa, la moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy en 2018, y está también en la pasividad con la que tantos líderes de opinión de la derecha asistieron a esa mentira.
Algunos estaban entonces más enfadados con el bolso de Soraya en el escaño que con la mentira y profunda corrupción política en la que estaba basada la moción de censura. Y hasta pedían la dimisión de Mariano Rajoy, para así otorgar a la izquierda el argumento de que un presidente del PP había tenido que dimitir por corrupción. Claro que por entonces estaba en marcha la operación Ciudadanos para sustituir al PP, una operación de la que algunos fuimos víctimas en los medios de comunicación, y una operación de cuyo desastroso final nadie ha querido responder.
En ese contexto pudo Pedro Sánchez culminar con Ábalos, su número 2, la operación de acoso y derribo al Gobierno del PP, usando la mentira de que este partido había sido condenado por corrupción. Apenas hubo respuesta en la derecha contra la manipulación introducida en la sentencia por el juez De Prada, más tarde tumbada por el Tribunal Supremo. Así funcionó igualmente la mentira moral de un virtuoso PSOE capaz de liderar la lucha contra la corrupción. Y así coló también la extravagancia de unos partidos nacionalistas repentinamente preocupados por la limpieza moral de España.
Sí, es cierto que los medios de comunicación y los círculos intelectuales y culturales siguen dominados por la izquierda, pero ello no excusa el papelón que hace en ocasiones la derecha, facilitando algunos relatos como aquel de la izquierda virtuosa y la derecha corrupta. Y ese relato ha sostenido lo que ya son seis años de Gobierno de Pedro Sánchez, con eslóganes que aún siguen repitiendo en mitad del fango de corrupción que les rodea. Como Óscar López este miércoles en el Congreso, afirmando que «ya sabemos que el PP es el partido más corrupto de España». Hagámonos una idea del relato si Mariano Rajoy, un presidente limpio de corrupción, hubiera dimitido por la mentira, eliminada después de la sentencia por el Tribunal Supremo, de que el PP había sido condenado por corrupción.
Cómo es posible que el PSOE no se haya hundido aún en las encuestas, se preguntan también muchos, y eso que los 8 puntos que le saca el PP en la encuesta de Dym de esta semana comienzan a mostrar los primeros signos de hundimiento. Y es que los efectos de la mentira original aún se estiran. No hay más que ver a los miembros del Gobierno agarrándose al tú más, mientras su número 2 está cerca de ser imputado y su número 1 huye del Congreso, acorralado por la corrupción familiar y la de su Gobierno. Y camino de convertirse en el primer presidente del Gobierno de España, este sí, obligado a dimitir por la corrupción.
Es el misterio de la iniquidad doña Edurne.