La estrofa 1178 del Libro de buen amor. Reconstrucción del arquetipo
Por Alberto González Fernández de Valderrama.- En el episodio titulado por un copista «De lo que se faze miércoles corvillo e en la quaresma», compuesto por 37 estrofas, se encuentra la que a continuación reseñaremos para reconstruir el segundo de sus versos, cuya extraña redacción denota que nos encontramos ante una corrupción del texto original producida por la acción de un copista, a pesar de haber pasado desapercibida por los distintos editores y críticos del Libro a lo largo de la historia. Nos ha llegado en tres manuscritos medievales (G, S y T), si bien con una pequeña variante en uno de ellos en la que se halla la clave para resolver el enigma que esconde.
Según la edición de Blecua (1998), dice:
A los que allá van con el su buen talente, 1178
con çeniza los cruza de ramos en la fruente:
dízeles que se conozcan e que les venga emiente
que son çeniza e tal tornarán çiertamente.
Pero antes de analizar el verso en cuestión es necesario entender el sentido general de la estrofa poniéndola en su contexto; y para ello tenemos que retroceder dos episodios y recordar el comienzo de un relato alegórico comentado en mi reciente trabajo sobre la estrofa 1089 al que me remito: la pelea de Don Carnal con Doña Cuaresma, dos personajes simbólicos que representan respectivamente el consumo lícito de carne durante el Carnaval y su prohibición durante la inmediatamente posterior Cuaresma católica. Cada uno de ellos se presenta acompañado por un poderoso ejército: el primero, de animales vivos, embutidos y carnes curadas; la segunda, de verduras, pescados y mariscos. La batalla es feroz, pero, como no podía ser menos, la acaba perdiendo Don Carnal al terminar el Carnaval y llegar el Miércoles de Ceniza, día en que comienza este tiempo litúrgico de abstinencia. Y es que la noche anterior, Don Carnal y sus soldados, ahítos de comida y embriagados, se encuentran en un estado tan lamentable que se ven imposibilitados para defenderse de los brutales ataques de las tropas de Doña Cuaresma. Vencido Don Carnal, es encerrado en prisión y sometido a ayuno forzoso. Termina aquí este episodio y comienza otro en el que se relata la visita de un fraile a Don Carnal, que le confesará y absolverá de sus pecados con la condición de que cumpla la dura penitencia que le impone y que incluye, además de oración y mortificación corporal, una escasa dieta a base de verduras, legumbres, pan y agua, que le asignará para cada uno de los días de la semana. El episodio termina con un Don Carnal muy debilitado y afligido en su prisión. Y es ahora, en la estrofa 1173, cuando se inicia el que comentamos, en el que Doña Cuaresma, victoriosa, levanta su campamento y comienza a imponer su voluntad a la cristiandad, justo el día del Miércoles de Ceniza, al que en la estrofa 1174 se refiere con el nombre con el que popularmente se le conoce: “miércoles corvillo”. Su primera labor, que se relatará en esta y en las dos siguientes estrofas, será encomendar a sus fieles la limpieza de todo el menaje de sus cocinas y el blanqueamiento de las paredes de sus casas: no debe quedar rastro alguno de la presencia u olor de Don Carnal en ellas. A continuación, en la estrofa que precede a la que vamos a estudiar, les encomienda “que vayan a la iglesia con conciencia clara” (vs.1177d). Y es que en este miércoles corvillo los fieles deben acudir a que el sacerdote les unja la frente haciendo en ella una cruz con ceniza, como recordatorio de la naturaleza mortal del ser humano, que es polvo y en polvo se convertirá.
Así entramos de lleno en la estrofa 1178, cuyos dos primeros versos dicen, según los mss. S y T, tomados como modelo por Blecua: «A los que allá van con el su buen talente [talento, ánimo] / con çeniza los cruza de ramos en la fruente». Y aquí nos planteamos: ¿por qué el poeta iba a redactar esta oración con una alteración tan extraña y malsonante del orden natural de sus palabras que difícilmente podría calificarse de hipérbaton, un recurso literario que embellece el lenguaje?
Antes de analizar el verso y contestar a esa pregunta es necesario advertir que en el ms. G -el más fidedigno de los tres, y el único que debería tomarse como base para una reconstrucción intuitiva del texto original- contiene otra lectura. Su amanuense, lejos de suplir a su conveniencia una palabra o expresión que no entiende en el texto que debe copiar por otra distinta que tenga sentido para él, reproduce lo mejor que puede los trazos y letras que encuentra en la grafía que tiene ante sus ojos, brindándonos una oportunidad de oro para que podamos reconstruir el arquetipo perdido en base al sentido común y la intuición. En este manuscrito puede leerse (reproduzco el segundo verso con su misma grafía y con la línea oblicua separativa con que lo transcribe el copista):
cõ çeniza los qruza cõ rramos / ẽla fruẽte
Pero ya adoptemos la lección de los mss, S y T (que actualizo), «con ceniza los cruza de ramos en la frente” o la del ms. G: «con ceniza los cruza con ramos en la frente”, el verso sigue siendo extraño a nuestro oído. Aunque la mención a los ramos se pudiera explicar por el hecho de que en este rito se utiliza ceniza procedente de la combustión de las hojas de palma usadas en el Domingo de Ramos del año anterior, esa circunstancia por sí sola ni da sentido al texto ni explica su desordenada sintaxis. Más bien explicaría que el amanuense causante de la deturpación del texto original que dio origen al error en el que incurrieron los copistas posteriores que trabajaron con su texto, al no entender bien la desdibujada palabra que tenía a la vista la sustituyó por otra con ciertos rasgos comunes que para él tenía sentido, conociendo el origen de la ceniza que se usaba en esta ceremonia. Para empezar, si el poeta hubiera querido incluir esta cualidad específica en su verso con una redacción natural habría escrito (actualizando la grafía):
con ceniza de ramos / los cruza en la frente
En segundo lugar, siendo lo importante de este rito el hacerse con ceniza para ilustrar al devoto sobre la fugacidad de la vida y el escaso valor del cuerpo, que se consume totalmente frente al inmortal espíritu, la mención de su procedencia resulta innecesaria para el mensaje religioso que la estrofa debe transmitir. Nunca un católico contaría en una conversación normal que ha recibido “ceniza de ramos” en su frente, como si existieran muchos tipos de ceniza a su disposición y hubiera elegido la de este origen por algún motivo especial: la ceniza es siempre ceniza y el devoto que acude a que le unja el sacerdote con ella en la frente como manda la tradición católica ignora normalmente su procedencia y no tiene interés alguno por conocerla.
Sin embargo, ninguno de los editores del Libro consultados a lo largo de la historia ha reparado en esta cuestión. T. Sánchez (1790), Janer (1864), Ducamin (1901) Chiarini (1964), Corominas (1967), Joset (1974), Gybbon-Monnypeny (1988) y Blecua (1998) eligieron la versión ‘de ramos’ de los mss. S y T. Solo Cejador (1913) optó por la lectura ‘con ramos’ del ms. G, si bien -como es habitual en sus comentarios- realizó una interpretación forzada del verso que se descalifica por sí misma: «Cruzarle con rramos en la frente con ceniza, es hacerle con ella, como suele hacerse, una cruz de dos ramos, como cruzarle a uno la cara golpeándole o hiriéndole en ella». Esta comparación desaforada entre el gesto suave de la imposición de ceniza con dos lacerantes azotes ya fue puesta de manifiesto con delicadeza por Rita Hamilton (A note on Juan Ruiz, MLR, 1955) y con cierto sarcasmo por Chiarini en las notas de su edición.
Lo cierto es que para recomponer un texto que tenga pleno sentido y no sea malsonante debemos examinar detenidamente el ms. G olvidándonos de los demás, que bien pudieron copiar de éste, directa o indirectamente, solo lo que les interesaba, cambiando la preposición con por de para reducir en algún grado su incorrección formal. Y aquí es donde podemos partir de que el copista de este manuscrito leyó bien al menos la dos primeras letras de la palabra que quería copiar: co. Y pensando que debía tratarse de una preposición la escribió separándola de su tronco y colocando sobre ella una virgulilla de abreviatura como era habitual: cõ. Pero hay otra pista en su escritura que nos ayudará a reconstruir el texto: como hemos transcrito anteriormente, el copista consignó una línea oblicua que separaba la palabra rramos y el sintagma en la fuente que remataba el verso. ¿Qué sentido tenía esto?… Con toda probabilidad quería indicar que el sustantivo que creía leer, ramos, estaba unido erróneamente a la vocal e, y no teniendo sentido la palabra ramose se sentía en su deber de separarla y acercarla a la siguiente palabra, el artículo determinado la, en cuyo caso, para dotar de sentido a la oración debía colocar sobre esta vocal virgulilla para denotar la abreviatura de la preposición en, suponiendo que el poeta habría escrito juntos preposición y subsiguiente artículo: ẽla.
Si partimos de estos datos tendríamos los siguientes elementos para reconstruir el segundo hemistiquio:
[con ceniza los cruza] co[- – ]ose la frente
Esta construcción implica que nos encontramos ante un gerundio unido al pronombre enclítico se, formando una palabra cuatrisílaba que denotaría la acción de los sujetos que van allá (al comulgatorio) al recibir la ceniza, consistente en agacharse o inclinar la cabeza. Recordemos el nombre con el que el copista del ms. S designó al miércoles de ceniza en el título este episodio, nombre que el poeta utiliza en el verso 1171a cuando relata la labor de limpieza de utensilios y enseres de cocina que Doña Cuaresma encomienda a sus fieles como su primer mandato: «Luego el primer día, el miércoles corvillo […]». Y ahora veamos lo que el Tesoro de Covarrubias (1611) dice al respecto de este día de inicio de la Cuaresma:
«Miércoles Corbillo es el Miércoles de Ceniza: y díxose assí porque el hombre compungido de sus pecados se humilla y se encorva en señal de penitencia, de dolor y de arrepentimiento».
A propósito de la entrada corva -que hace equivalente a corba- insiste en la idea:
«De corba se dixo encorbar, por inclinar o torcer. […] Corvillo, el Miércoles de Ceniza, porque reconociendo el Christiano que es tierra, polvo y ceniza, anda humilde y encorbado, inclinada la cabeça, y el cuerpo en señal de penitencia y reconocimiento».
En definitiva, si el gesto que hace el cristiano al recibir la ceniza es encorvarse o inclinar la frente para que el sacerdote le unja con ceniza, una lectura correcta de este hemistiquio verso sería: «corvándose la frente».
No necesitando de especial atención los restantes versos, transcribo el que estimo se trata del arquetipo perdido de la estrofa, modernizando su grafía en la medida de lo posible para no destruir la uniformidad de su rima consonante:
A los que allá van con el su buen talente,
con ceniza los cruza corvándose la frente:
díceles que se conozcan y que les venga en mente
que son ceniza y tal tornarán ciertamente.
Reproduzco la imagen de esta estrofa en los tres manuscritos mencionados para que el lector se pueda formar su propia idea: