Lo último de Halloween es disfrazar a las mascotas
Los animales de cuatro patas son las últimas víctimas de la noche de los horrores de Halloween. La festividad norteamericana que celebra la noche de Todos los Santos ha llegado a las mascotas. Después de décadas jugando a ‘truco o trato’ por las calles con los niños disfrazados de lo más terrorífico que haya por casa, ha llegado el momento de extender la tradición y en lugar de disfrazar al abuelo o al primo pequeño, ahora se disfraza al perro, pues se quejan menos.
En Estados Unidos se ha disparado la venta de disfraces para mascotas. Esta semana, en Nueva York y Virginia, entre otras partes del mundo, se han celebrado concursos en los que los que han vestido a los resignados canes de dinosaurio, Drácula, de Cerbero de tres cabezas, portero del Hades, de jardín e incluso de autobús.
El perro pequeño modelo chihuahua o Pomerania es el blanco perfecto de los amos que quieren pasar un buen rato a costa del honor y el decoro de los perros. Se sabe que para muchos, perro pequeño es sinónimo de ropitas y cofias, también en esto.
España, que absorbe tendencias cual esponja, se ha apuntado hace tiempo a la noche del terror de Halloween. Ahora también comienza a disfrazar a sus perros. En las tiendas de animales proliferan atuendos de Frankenstein, de demonio, de oruga y hasta de novia. Los modelos están disponibles en varias tiendas de la web por entre 30 y 45 euros.
¿No está bien ya de tanto Jalogüín y tanta bobada? En vez de imitar a los americanos de las películas, deberíamos centrarnos en nuestras tradiciones nacionales. Desde los poderes públicos se quiere acabar con las corridas de toros y con lo típicamente español, al mismo tiempo que se fomentan el Jalogüín y las tradiciones extranjeras.