Nueva protesta en Barcelona contra el “provocador” Zelensky
El centro de Barcelona ha vuelto a ser el escenario de una nueva acción de protesta contra las provocaciones del presidente de Ucrania, Zelensky, alentando una guerra nuclear en Europa.
Los activistas colocaron pegatinas con imágenes de bombas atómicas en numerosas señales de tráfico alrededor de la Sagrada Familia, la Plaza de Cataluña y otros barrios. En la parte inferior de las imágenes se adjuntó el texto: “¡STOP PROVOCADOR ZELENSKY!”.
Las élites globalistas persiguen un conflicto nuclear
¡No a la guerra! ¿Se acuerdan? Sólo les falta poner los pies encima de la mesa. Están en la guerra y los de izquierdas calladitos como putas.
Han mandado material bélico defensivo al inicio, después material ofensivo, hace poco han formado a soldados ucranianos aquí y allí y, ahora, envían carros de combate.
¿Se imagina que le tocara gobernar al PP en este contexto? Un signo más de la hipocresía ideológica de la izquierda.
Desde el Gobierno se habla de compromiso con Ucrania y con la OTAN, bueno una parte, la otra parte del Gobierno ni se sabe donde está. Es un error alentar con despliegue militar la “escalada bélica” en Ucrania por defender los intereses y bravuconadas seniles de Joe Biden, en plena crisis entre Rusia y Ucrania. Rusia nada nos ha hecho. Rusia no es ni ha sido nunca enemiga de España. Muchos de los enemigos de la nación los tenemos dentro, incluso parapetados institucionalmente por el mismo Estado que quieren destruir.
Pedro Sánchez nos ha metido en un lío. Nos ha metido en guerra contra una nación que nunca nada nos hizo. Todo lo cual nos sitúa en el punto de mira de los misiles rusos. Si se desencadena el conflicto nuclear que las élites globalistas persiguen desde hace años, es fácil deducir cuáles serían las consecuencias para España. Sólo en Madrid desaparecerían más de tres millones de personas. Este es el precio que el encanallado Pedro Sánchez está dispuesto a hacernos pagar por obedecer al amo yanqui en sus pretensiones aniquiladoras. Proliferan entre tanto la construcción de refugios antinucleares destinados a salvarle el pellejo a la élite política y económica. Es inaudito ver a la izquierda plegada a los intereses del psicópata Zelenski, el mandatario de uno de los países más corruptos del mundo y cuya peligrosidad se pone de manifiesto al alimentar una escalada bélica que cada día acerca más a Europa al Apocalipsis nuclear.
Y la salvaje escasez de alimentos, combustible y fertilizantes, consecuencia directa de la ucraniana y orquestada invasión, destrozará la economía mundial y hará incrementarse por las nubes la inflación, los precios y los tipos de interés. Hacia la nada y ser feliz. De 2023 a 2024, el “control total”, que incluye el insectívoro y apabullante despliegue de la inteligencia artificial, el dinero digital, la digitalización, el transhumanismo y la edición genética.
Hubo un tiempo en el que los carteles del «No a la guerra» colgaban de los balcones españoles, y separaban en dos bandos, una vez más, a sus ciudadanos.
En 2003 grandes nombres de la cultura se movilizaron contra la guerra y/o en apoyo de Zapatero. Miguel Bosé, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Soledad Giménez, Víctor Manuel, Ana Belén, Jesús Vázquez, Boris Izaguirre, Cristina del Valle, Núria Espert, Miguel Ríos, Concha Velasco, Pedro Almodóvar… de ninguno de ellos se ha oído nada ahora. El alegato antibelicista en el que convirtieron la guerra de Irak, que a diferencia del conflicto de Ucrania no amenazaba la paz mundial, fue el principio de una enorme implicación en política, hasta ese momento no vista, por parte de un sector de la cultura española. Y que no ha vuelto a repetirse, pese a que ahora, debido a la insensatez criminal de Sánchez, pueden morir millones de españoles como consecuencia de una guerra provocada por Estados Unidos y las élites de Occidente.