Trump gana la guerra a los medios
Edurne Uriarte – Trump tenía razón: está en guerra con los medios de comunicación. Eso lo dijo a principios de su anterior mandato, como cuenta Martin Baron, exdirector del Washington Post y furibundo progresista anti-Trump, en el aburrido libro de anécdotas que estuvo promocionando en España este pasado verano (Frente al poder, Trump, Bezos y el Washington Post, 2023). En él escribe Baron que él le respondió entonces que no era cierto, que «nosotros no estamos en guerra, estamos trabajando», en la habitual y ridícula pretensión de inocencia y objetividad de periodistas como él.
Pero la verdad es que los medios estaban en guerra contra Trump entonces y lo han seguido estando en estas elecciones. La inmensa mayoría ha hecho una brutal campaña contra Trump, en una muestra de un ciego alejamiento del votante americano. Nuevamente, ha sido impresionante el desequilibrio en los apoyos a los candidatos. Mientras un 70 % de los diarios ha apostado por Kamala Harris, solo el 4 % lo ha hecho por Trump. Y el resto, un 24 %, no se ha posicionado, con alguna novedad importante como el Washington Post haciendo una revolución, pero no por apoyar a Trump, sino, simplemente, por no volver a apoyar al candidato de los Demócratas. En los semanales, el apoyo a Kamala ha sido aún mayor, del 87 %, con un minúsculo 5% para Trump. Y para rematar, lo de esas universidades completamente dominadas por la izquierda: un 93% de los periódicos universitarios se ha decantado por Kamala, con un mísero 2,4 % para Trump.
Pero no solo eso. Además, han hecho una tremenda campaña de propaganda política y manipulación contra Trump, como ya he mostrado en estas páginas en algún artículo anterior. Lo último ha sido el intento de asimilarlo al fascismo. Y de la misma manera desde muchos medios europeos, como El País, cuya directora, Pepa Bueno, ha dicho esta semana que el triunfo de Trump es «el triunfo de la desinformación». Lo dice la directora del diario que ha avalado y sostenido todas y cada una de las mentiras de Pedro Sánchez.
Todo lo anterior ofrece algunas lecciones para Estados Unidos y para Europa. La primera, que los medios tradicionales, dominados por la vieja élite izquierdista, han perdido el pulso de la sociedad. Además de su prestigio, cuando son esos medios tradicionales los que han hecho una tremenda campaña de manipulación e insultos contra Trump y sus votantes, mientras acusaban de mentir a las redes sociales, sobre todo a X. No hay más que repasar editoriales, titulares y columnas del New York Times, que no tienen nada que envidiar a los más provocadores más zafios de las redes.
La segunda, que hay una revolución cultural contra el ‘wokismo’, que los medios tradicionales no han entendido porque son ellos mismos parte de ese ‘wokismo’. Y qué decir de las universidades americanas, su núcleo central. Que siguen con su feminismo, ecologismo, antirracismo y multiculturalismo extremistas ante el creciente espanto del ciudadano americano. Y del europeo, que sigue la estela del debate americano. Ayer mismo, El País llamaba a Trump racista, misógino y elitista. Sin preguntarse por qué a Harris le han votado muchos menos hombres, por qué las mujeres blancas han votado mayoritariamente por Trump, por qué los creyentes, protestantes y católicos, han votado por él, por qué los hispanos le han dado un apoyo nunca visto hasta ahora, o por qué los americanos más pobres han votado a Trump y los más ricos, los elitistas, a Kamala (encuesta de pie de urna de CBS News).