Los Sánchez, un matrimonio a la fuga
Ramón Pérez-Maura.- Es fascinante lo que viaja este matrimonio y lo útiles que le son sus visitas en el ámbito personal, que no en el profesional; es decir, en su servicio a España, en el caso del presidente. Porque en el caso de Begoña Gómez no se le conoce en este momento profesión alguna.
Sánchez se ha librado una más, y van… del control parlamentario. Para dar discursos con preguntas de los medios muy amigos siempre está disponible. Pero a la hora de contestar a las preguntas de los diputados siempre encuentra otra prioridad. Esta vez ha sido la Cumbre del Clima en Bakú, la capital de Azerbaiyán. Un asunto de segundo nivel al que no acude ninguno de los grandes líderes mundiales. Pero don Pedro sí. Eso sí, para ir a comprobar el estado del clima en todo el planeta que tanto daña la aviación comercial ha necesitado viajar en helicóptero Super Puma para superar los 28 kilómetros que hay desde Moncloa a Cuatro Vientos y después ha volado en un Airbús 310 hasta Bakú acompañados todo el recorrido por un Falcon 900 como avión de apoyo. Así es como cuida el clima Sánchez.
Pero todavía más interesante es el caso de Begoña Gómez la próxima semana. Ya hemos sabido que no va a comparecer ante el juez porque ha recibido una invitación de la primera dama brasileña, Janja Lula da Silva, para acudir como consorte a la cumbre del G20 en Río de Janeiro. Aquí se hace un juego perverso. Porque la brasileña es una primera dama, pero Gómez no lo es y no tiene funciones específicas en el organigrama del Estado. Se está amparando en un ‘cargo’ inexistente. La par de la señora Lula da Silva es Su Majestad la Reina. Nadie más.
Sería muy conveniente que la Presidencia brasileña o el Palacio de la Moncloa hiciesen público cuanto antes el programa exacto de esa invitación. En qué consisten los actos a los que Gómez da prioridad sobre su obligación de someterse a la Justicia en España. Desde luego, queda claro que la mujer del presidente no cree que su obligación sea la de mostrar ejemplaridad.
Porque cabría preguntarse si a mi mujer la citara un juez para comunicarle una imputación y yo tuviera un viaje de trabajo a Santiago de Chile, un suponer, para entrevistar al presidente de la República, y que desde la Presidencia chilena se hubiese ampliado la invitación para incluir un almuerzo acompañado de mi mujer ¿el juez también aceptaría aplazar su comparecencia? Porque, aunque a Sánchez le lleven los demonios por el dato que voy a dar, la relevancia institucional de su mujer, en términos legales, es exactamente la misma que la que tiene la mía, que en ese ámbito es nadie.
Lo menos que habrá que reconocer es que de acoso judicial, mejor no hablar. Aquí, la Justicia está tratando a Begoña Gómez con exquisitez.
El matrimonio Sánchez cada vez se parece más al matrimonio Ceaucescu en su forma de considerarse por encima de la ley y del común de los mortales. Y de pasarse a la fuga sus últimos días. Pero descuiden, yo no les deseo salir del poder por la misma puerta que aquellos.