¿Quién manda en España?
Francisco Marhuenda.- Es una pregunta muy fácil de responder. No manda Sánchez, aunque le dejan estar en La Moncloa que es lo único que le importa.
Esto le permite disponer de los Falcon y los helicópteros como si fueran su servicio privado de aerotaxis. En lugar de vivir en un piso tiene un palacio con mayordomo, criados y cocineros. Es verdad que no llevan libreas, pero no está nada mal. No necesita veranear en un apartamento o alquilar un piso turístico, porque dispone de dos fincas y un lujoso chalet en Tenerife.
Por supuesto, tiene gastos ilimitados. Es un ritmo de vida que no tiene parangón entre los presidentes del gobierno o los primeros ministros del mundo. Le dejan figurar y hacer ver que manda, pero el poder lo tiene Puigdemont. En su mano tiene el botón que pondría punto final a esta vida tan dura e incómoda. No hay duda de que se sacrifica por los españoles.
Es cierto que manda en aquello que le deja el líder independentista, que disfruta viendo lo mal que lo pasa el presidente del Gobierno y sus ministros. Este jueves han tenido que retrasar la votación del plan fiscal. Es una nueva humillación, pero a Sánchez no le importa porque estos días toca viajes internacionales. Es el presidente del gobierno más viajero de la Historia de España. Lo único malo es que no puede acumular puntos de una compañía aérea, porque tendría tantos en su tarjeta que podría viajar gratis durante muchos años.
La situación no puede ser mejor para Puigdemont. Por ello, no tiene ningún incentivo para provocar su caída y Sánchez podrá agotar la legislatura, aunque condicionado a los problemas judiciales. Es cierto que España es una anomalía en Europa gracias al sanchismo.
No hay más que constatar lo que ha sucedido en Alemania con Scholz. Le podemos criticar por su inutilidad, pero al menos es coherente y mantiene una cierta ética política. Lo que más les gusta a los líderes independentistas son gobiernos débiles, porque pueden sangrarlos todo lo que quieran. No hay más que recordar a Pujol o lo que hace habitualmente el PNV. Sánchez, hay que reconocer, es un cajero automático, se pone el número 7 y llueven los millones, las competencias o los gestos de sumisión. Cada caso es distinto.