Sánchez, una calamidad y un GAFE
Hoy hace un año del comienzo del Debate de Investidura tras las elecciones generales anticipadas del 23J, que Pedro Sánchez convocó para intentar cortocircuitar las consecuencias políticas de la gran derrota que había recibido en las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo inmediato anterior. Esas elecciones del 23 de julio las perdió frente al PP, siendo la segunda vez desde la aprobación de la Constitución que no es investido presidente el candidato ganador en las urnas. Claro es que la primera vez también fue Sánchez el investido por el Congreso habiendo sufrido una espectacular derrota en las urnas con solo 84 escaños.
Es otra de las lamentables novedades incorporadas a nuestro régimen constitucional por Sánchez, que ha arrastrado a la política hacia un auténtico lodazal con una conducta política en la que la palabra dada, la verdad y la mentira, no tienen valor alguno para él.
Asimismo el interés general de España y el bien común de los españoles quedan subordinados al interés personal y político de sus protagonistas que son comunistas, separatistas y bildu etarras junto a un PSOE que tiene a Koldo «como militante socialista ejemplar». Ese proceder político caracteriza a la macedonia de siglas que le llevaron a La Moncloa con 84 diputados y allí le mantienen desde entonces con el único proyecto político de satisfacer su ambición personal y dañar a España.
«Estabilidad, convivencia y progreso» fueron los tres objetivos que en su discurso planteó como prioridad para su gobierno, y tras este año transcurrido desde entonces, ya vemos dónde estamos.
La «estabilidad» depende del grado de satisfacción de Puigdemont para lo cual tiene a Santos Cerdán como su embajador especial acreditado ante la corte de Waterloo. Este insólito y vergonzoso proceder ya define lo que entiende Sánchez por «estabilidad».
De momento no tiene presupuestos ni para 2024 ni para 2025, teniendo prorrogados los de 2022, lo que jamás había sucedido con anterioridad. La «convivencia» se la procuran los españoles, no su gobierno, y en cuanto al «progreso», el suyo y el de los suyos sin duda es real y por eso le mantienen en La Moncloa. Pero además, y por si no fuera suficiente todo ello, Sánchez tiene una característica personal e intransferible que le caracteriza: es ser un GAFE.
Dos grandes calamidades y catástrofes han destacado durante su presidencia y ambas carecen de precedente alguno en las XIV legislaturas anteriores: la pandemia del Covid y la DANA. Si le añadimos la «Filomena» de Madrid sin precedentes en su historia, y el Volcán de La Palma, se completa ese indiscutible título. Esperemos no llegue otra calamidad. Él ya es suficiente.
Él financia las calamidades. Como ejemplo, la falta de realización en la canalización de la rambla del Poyo, el prohibido cortar “cañas” que son ecológicas y sirven para hacer ron y el derrumbe de presas que retienen las riadas y ramblas desbordadas de los barrancos que arrancan en las montañas más o menos próximas. Pero sus bestias están bien alimentadas de odio y trabajan sin cesar en el “derrumbe” de España. Sus mentores Soros, Gates y Rockefeller lo que no tienen es falta de dinero robado a los pueblos.