La polémica inversión de 9 millones de dólares del gobierno de Trudeau en grillos comestibles no cumplió las expectativas
El plan del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, de invertir 9 millones de dólares en la producción de grillos comestibles ha enfrentado críticas y cuestionamientos tras no cumplir con las expectativas iniciales. La iniciativa, que buscaba promover fuentes alternativas de proteína sostenible, ha sido objeto de debate tanto en círculos políticos como entre la ciudadanía.
La inversión se destinó a Aspire Food Group, una empresa con sede en Londres, Ontario, especializada en la producción masiva de grillos para consumo humano y animal. Se proyectaba que la planta produjera anualmente 13 millones de kilogramos de grillos, posicionando a Canadá como líder en la industria de proteínas alternativas.
Sin embargo, informes recientes indican que la producción ha sido significativamente menor a lo previsto, generando dudas sobre la viabilidad del proyecto. El director ejecutivo David Rosenberg, anunció que la compañía acaba de despedir a 100 de sus 150 empleados.
Según informó el Daily Mail, una cuarta parte de la financiación de la empresa provino del gobierno canadiense, el 30 por ciento de un préstamo y el resto de capital.
En marzo de 2023, el entonces director ejecutivo, Mohammed Ashour, dijo a AFN que el producto de Aspire estaba orientado principalmente a ser alimentos para mascotas, pero estaban trabajando en acuerdos para introducirlo también en alimentos para humanos.
Críticos del plan han señalado que la inversión gubernamental en este sector fue prematura y careció de una evaluación exhaustiva de la demanda del mercado. Además, se cuestiona la falta de estudios que respalden la aceptación cultural de los insectos como alimento en Canadá, un país donde el consumo de insectos no es común. Esta desconexión entre la oferta y la demanda ha contribuido al desempeño deficiente del proyecto.
Organizaciones ambientalistas, que inicialmente apoyaron la iniciativa, han expresado su decepción. Argumentan que, aunque la producción de insectos es más sostenible que la ganadería tradicional, la falta de planificación y ejecución adecuada ha socavado los beneficios ambientales esperados.
En el ámbito político, opositores al gobierno de Trudeau han utilizado el fracaso del proyecto como evidencia de una gestión ineficaz de los recursos públicos. Han instado a una revisión más rigurosa de las inversiones en tecnologías emergentes y a una mayor transparencia en la asignación de fondos gubernamentales.
Por su parte, Aspire Food Group ha reconocido los desafíos enfrentados y ha atribuido parte de los problemas a la falta de infraestructura y a la necesidad de «educar» al público sobre los beneficios del consumo de insectos.
El gobierno canadiense, a través de un portavoz, ha defendido la inversión como parte de una estrategia más amplia para diversificar las fuentes de proteína y fomentar la innovación en el sector alimentario. No obstante, ha reconocido la necesidad de evaluar los resultados y aprender de las experiencias para futuras iniciativas.
Si bien Justin Trudeau esgrimió que este tipo de producciones sirven para combatir el cambio climático, muchos políticos expusieron que no se pueden reemplazar los alimentos tradicionales del ser humano por la ingesta de insectos.