El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), junto a la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera (i).

JR Aguirre.- Si algo llama la atención en los medios de comunicación, llamémosles, liberales y, por tanto aparentemente contrarios al gobierno socialista actual, es la misma composición de sus portadas y secciones dentro de la página web a través de la que se difunden.

Así y al principio se escribe acerca de las cuestiones políticas y se describen las series de acciones correspondientes a los distintos ministerios y al conjunto del gobierno. El efecto es pavoroso. La economía se desliza sin freno hacia el colapso. Lo de Cataluña tiene cada vez peor aspecto. España se quema entera ante la ineficacia del gobierno, y cosas similares.

A continuación vienen las secciones de deporte y de sociedad con los diversos fichajes y tejemanejes de los equipos de fútbol y en el apartado social los últimos modelos de doña Letizia con los que arrasa (dicen) a otras destacadas princesas y reinas del entorno europeo y finalmente una serie de recomendaciones acerca de productos que se pueden comprar en este o ese supermercado. El efecto es contradictorio. Si al principio el diario en cuestión pone los pelos de punta ( y parece que con razón por lo que vemos y más que nada, intuimos) a lo largo del noticiario digital se va diluyendo esa inicial preocupación entre deportes y jolgorio nacional. Como si a la herida sangrante se le aplicara la anestesia que ayuda a tirar otro día más.

Y también se deja entrever algo que parece ingenuidad, pero que a la vista de la inteligencia que se destila en estos diarios, debe ser otra cosa y bastante peor. La noticia del momento son los incendios que arrasan, sobre todo, la sobrecalentada Europa y, como no, esta España que se calcina y cuya preocupación se diluye de inmediato entre compras y ventas de jugadores y posados de mujeres y hombres del momento.

Y sobre los incendios leo en algún digital que un ganadero explica al gobierno por qué se quema España de esta manera atroz.

No se permite que el ganado paste, se prohíbe la quema de rastrojo, se prohíbe la recogida de leña, se interviene en la secular gestión comunal de bosques. En definitiva, la administración hace todo lo posible para que el monte quede arrasado. Lo ingenuo del asunto es que tanto el periodista como el ganadero parecen creer, sobre todo este último, que estas cosas ocurren por incompetencia de los diversos ministerios y departamentos autonómicos encargados de la parte agrícola y ganadera de la economía nacional. El ganadero, miembro de alguna asociación, ha pedido insistentemente una reunión con la ministra a cargo del Ministerio de Transición Ecológica que alarga sus funciones con una referencia sutil y que puede significar cualquier cosa (y reto demográfico).

Como digo, el ganadero se queja de que la ministra no les recibe. Y del artículo en cuestión se deduce que el ministerio se equivoca en cuanto a la gestión que debería evitar estos terroríficos incendios. Y precisamente ahí es donde radica la ingenuidad. Pero vayamos por partes.

No hace demasiado vi un documental en TV en el cual se describían los esfuerzos de los países del desierto, quizá Arabia Saudí, o algún emirato para que en la arena y bajo el sol abrasador pudieran cultivarse hortalizas. Lechugas, zanahorias, etc. Entre las tecnologías avanzadas para conseguirlo se mostraba una enorme sala repleta de señores con la vestimenta tradicional árabe al mando de sofisticados ordenadores desde los cuales parecían controlar algo tan aparentemente imposible como el clima. Así, explicaban, si aparecía una vaporosa y diminuta nube en el cielo, de inmediato enviaban un dron o un avión pilotado y descargaba sobre la nube algún compuesto que multiplicaba el vapor condensado y producía (no siempre lo conseguían) una acumulación tormentosa que descargaba la lluvia con la que las plantas podían desarrollarse en ese clima infernal.

En resumidas cuentas y a la vista estaba, el clima podía y puede manipularse. La actual oleada de incendios, la anterior andanada de DANAS como la llamada Filomena, ¿pueden haber sido causadas de forma artificial? Según Sánchez todo se debe al cambio climático, fenómeno sobre cuya génesis y desarrollo se echa la culpa al ser humano y sobre todo al ser humano europeo, blanco y heteropatriarcal.

Pero desde ese departamento del gran psiquiátrico en que han convertido al mundo tradicional y al que se aplican los más diversos tratamientos correctores (leyes antiodio, perspectivas de género, aceptación e implantación de políticas LGTB, nueva Iglesia Católica sobre la que reina Bergoglio, etc.) . Ese especial departamento donde se recluye, se nos recluye, socialmente a los conspiranoicos, surgen y se difunden sospechas de que lo que está ocurriendo quizá no sea debido al cambio climático sino a la acción deliberada de esa misteriosa élite que sin duda dispone de los medios capaces de dejar en juego de “quimicefa” la historia de hacer llover en el desierto.

Y es que solo con ver los documentales de vida natural que proyecta la 2 y con seguir las noticias que de cuando en cuando salpican los diarios oficiales se ve ya con absoluta claridad el objetivo último de ese oscuro NOM que nos gobierna. Así el Ministerio de Transición Ecológica y Retos Demográficos tiene, debe tener una clara finalidad que en última instancia no es la de proteger el bosque o al agricultor, sino pilotar esa transición ecológica y también, visto que las políticas feministas y de igualdad al final dificultan la reproducción de los españoles, generar la artificial necesidad de inmigración sin control al grito de que van a pagar nuestras pensiones.

¿Hacia dónde se dirige esa transición ecológica? Todo se explica con absoluta claridad en esos documentales que una y otra vez, machaconamente, insisten en la bondad de la reintroducción de especies animales que nuestros abuelos tenían por dañinos. Así en el famoso parque de Yelowstone un activista contratado se felicitaba por el éxito en la reintroducción del lobo que habían traído en el año 1995 desde Canadá. Muy emocionado, a punto de llorar, explicaba las ventajas para el parque y para el resto de animales. El bisonte, por ejemplo, que ya no podría disfrutar tranquilamente de la apacible vida del herbívoro sino que tendría que estar atento y moverse para eludir la amenaza del depredador. Por no decir la muerte que al gigante le aguardaba cuando caía bajo los dientes de la jauría lobuna. Todo muy ecologista y todo perfectamente salvaje, como antaño, antes de la siniestra aparición del hombre de Cromagnon.

Pero dejemos estos documentales y fijémonos en el mensaje último que encierran. Se busca el retorno a un mundo pretérito en el que lo único que sobra para la total felicidad del planeta es el ser humano. Las políticas medioambientales que se han introducido en los ministerios españoles, sobre todo por parte de la ultraizquierda, publicitan aquí y allí la maldad intrínseca de las explotaciones ganaderas. Atacan, de momento indirectamente a los agricultores y ganaderos tradicionales y buscan y esto hay que entenderlo y asumirlo porque en caso contrario nos estaremos auto engañando, despejar el espacio verde nacional del malvado ser humano y sus tradicionales artes de supervivencia y sustituirlo por animales de los que apenas se tiene noticia. Lobos, osos, incluso bisontes europeos que dicen son muy beneficiosos para el ecosistema. Pronto reubicarán al león y al tigre y cualquier otro animal del que se tenga noticia ancestral o simplemente que las nuevas élites ecologistas consideren que necesita sobrevivir en nuevos espacios naturales.

En este escenario que se percibe con claridad y del que cualquier periodista de investigación debería informar, entrevistar al ganadero que tiene toda la razón en lo que dice, pero que en realidad se equivoca en lo fundamental, es echar arena a los ojos de los lectores. Lo fundamental, en lo que se equivoca el ganadero, es que piensa que detrás de todo este desastre de incendios se haya la incompetencia y la desidia, cuando en realidad parece responder a una voluntad de que lo que está ocurriendo sea necesario para expulsar al ganadero y al agricultor de sus tierras y vaciar esa España interior para disfrute de ecologistas y las nuevas élites que ya engrasan las escopetas de caza para conseguir los cuatro grandes dentro de las fronteras españolas sin necesidad de desplazarse a Bostwana.

Por cierto, denunció VOX, en las últimas elecciones que el PP quería prohibir la caza tradicional en Andalucía, cosa que no desmintió el superganador de las elecciones, Moreno. De momento las fuerzas y cuerpos de seguridad nacionales se ocupan del traslado de jabalíes que circulan por alguna capital andaluza. Pronto prohibirán la circulación humana en lugares donde abunden estas especies. Todo sea por el planeta.