¿Puede Sánchez resistir a los escándalos?
Francisco Marhuenda. – Por supuesto. Las noticias que se están publicando desde hace meses le incomodan, pero no le preocupan. Nada le hace plantearse su continuidad al frente de un gobierno desprestigiado. A estas alturas, nadie se toma en serio que pensara en ello cuando organizó el esperpento de los cinco días de reflexión. Es una de las mayores tomaduras de pelo de la política española.
Una vez más demostró que contempla las instituciones como un botín que está a su servicio. Es cierto que lo único que le preocupa es el Tribunal Supremo. La petición de un suplicatorio para investigarle haría muy difícil su continuidad, pero estoy convencido de que ni siquiera este escenario le haría renunciar. Ha demostrado que no tiene un código ético que le condicione, porque solo le interesa el poder.
Por tanto, Aldama puede presentar todas las pruebas que quiera, suponiendo que consiga resistir la brutal campaña de desprestigio emprendida por La Moncloa, porque Sánchez no se dará por enterado y tiene unos medios de comunicación que le apoyarán. Hay que reconocer que ha conseguido hacer buenos a todos sus antecesores en este terreno. Es la consecuencia de su falta de ética. Ni siquiera se molesta en dar explicaciones en el mismo sentido y relevancia que exigía a Rajoy.
La fuerza de Sánchez parte de varios factores que no cambiarán en lo que reste de legislatura. En primer lugar, el PSOE no existe y ha sido sustituido por el sanchismo, que es equiparable a los movimientos populistas de la izquierda iberoamericana que están sustentados en el caudillismo, el culto al líder y la indiferencia ante la corrupción. El congreso del partido se ha convocado a mayor gloria suya con el objetivo de legitimar el hediondo lodazal en que se ha convertido el Gobierno. Es una reunión de palmeros que quieren seguir cobrando de los presupuestos públicos. Sánchez es implacable y ejerce el poder de forma despiadada. No deja prisioneros.
El segundo factor que favorece su continuidad es que Sumar está inmersa en una crisis irreversible y Yolanda Díaz no quiere elecciones anticipadas, ya que sabe que sería el final de su carrera. No parece que quiera volver a ejercer de abogada laboralista. En esta lucha por la supervivencia le acompañan todos los miembros de esa pintoresca coalición.
En el caso de Podemos, Pablo Iglesias no tiene prisa en regresar, ya que cuanto más dure la legislatura más se desgastarán Sánchez y Yolanda que son sus principales enemigos. El escenario no puede ser más favorable para su partido y sus ambiciones. Por su parte, los aliados están para ayudar. En algunos casos gratis total, como Bildu, y en otros a un coste razonable, como PNV y ERC.
En lo que hace referencia al partido de Ortuzar, es bueno recordar que depende de Sánchez para gobernar en el País Vasco, que es su prioridad, y que un gobierno débil le permite seguir saqueando al resto de España. No tiene nada que ganar, a diferencia de lo que sucedió cuando traicionó a Rajoy, apoyando una moción de censura de Feijóo.
Finalmente, Junts ha confirmado que no la apoyaría e incluso que es una fantasía. Es bueno recordar, también, que Puigdemont se siente muy cómodo desplumando a Sánchez. No tiene ningún aliciente para provocar su caída. Es imposible encontrar un escenario más favorable, ya que está asfixiado por la corrupción.
A nadie le importa la coherencia o la ética. La izquierda española y los nacionalistas catalanes y vascos se mueven con un código distinto. En lo que hace referencia a los sectores hostiles tiene muy claro que puede doblegarlos.
La presión ahora se dirige hacia el control de la Sala Penal del Tribunal Supremo para colocar a la sanchista Ana Ferrer. Esto le garantizaría la total impunidad. Es repetir en el Supremo el mismo esquema que se aplica en el politizado Tribunal Constitucional gracias a que Conde-Pumpido no tiene límite, desgraciadamente, en su lamentable entrega a Sánchez. Es mucho peor de lo que la gente piensa, aunque los juristas son conscientes de lo que está haciendo con la entusiasta colaboración de sus marionetas Inmaculada Montalbán, María Luisa Segoviano, María Luisa Balaguer, Laura Díez, Ramón Sáez y Juan Carlos Campo.
Esto se complementa con una estrategia de descalificación contra los jueces incómodos. Es lo que intentaron sin éxito con el magistrado Peinado. Les salió mal, pero el sanchismo insiste y utiliza las cloacas del Estado, así como a aliados variopintos en su obsesión por encontrar algo que pueda resultar útil. Por su parte, Aldama lo tiene mal. Las próximas semanas comprobara que Sánchez y sus colaboradores son implacables. Y Javier Hidalgo ha recibido los consiguientes mensajes para que se porte bien. En el caso del sector empresarial, cuenta con el BOE para apretarles las tuercas, así como a Montero en Hacienda y Yolanda Díaz en Trabajo para hacerles la vida imposible. Los ideólogos del sanchismo creen que eso de ir en contra de las empresas y los bancos funciona electoralmente a la vez que sirve para asustar a los desafectos.
Finalmente, está su enorme poder mediático que se expresa tanto en atacarlos con esa chorrada de la fachosfera o acusándolos de desinformación como en la utilización de todos los mecanismos legales que le permitan someter a los desafectos.
La única protección que tienen es que no controla la Justicia y que en el marco de la Unión Europea no puede cerrarlos como hizo la izquierda durante la Segunda República. Le falta contar con una norma similar a la «ley de Defensa de la República», aunque en este caso sería del sanchismo para que no se hable de la corrupción o de los problemas judiciales que afectan a su familia. En cualquier caso, la ofensiva contra los medios de comunicación será tan brutal como inmisericorde.