El fracaso de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, otro desastre de los políticos españoles
España nunca ha tenido menos influencia y prestigio que ahora en América Latina, desde hace más de un siglo. Con Pedro Sánchez, España naufraga también en sus relaciones con el mundo iberoamericano, donde, por culpa de la nefasta clase política española, renace la injusta Leyenda Negra y crecen los recelos y rechazos hacia la antigua “madre patria”.
Uno de los capítulos donde los falsos demócratas del PSOE y el PP que han gobernado España desde la muerte de Franco han fracasado con más estrépito es en la Comunidad Iberoamericana de Naciones, que fue durante el Franquismo el gran proyecto y el mayor éxito de la política Exterior española, pero que hoy está destrozado por la mala gestión de los mediocres y miserables políticos de la falsa democracia española.
En tiempos de Franco, la Comunidad Iberoamericana de naciones estaba unida, votaba de manera coordinada en la ONU, defendía causas comunes y era capaz de avanzar y alcanzar acuerdos, mientras que hoy está destrozada, dividida y ya ni siquiera es capaz de cerrar cumbres en las que participen todos los países.
El fracaso de la Comunidad de los pueblos ibéricos es culpa de la jauría de políticos mediocres y corruptos que nos gobiernan, pero también es un éxito de los anglosajones, en especial de Ingleses y norteamericanos, que siempre han visto en los pueblos de habla hispana un potencial enemigo al que hay que dividir y debilitar.
Un año después del triunfo de Milei, el jefe de la oposición española no le ha felicitado todavía, pero sí se ha apresurado a felicitar al izquierdista marxista que acaba de triunfar en Uruguay, lo que demuestra dos cosas: que las relaciones entre España y los países iberoamericanos están profundamente dañadas y que la oposición española del PP no es, ni mucho menos, mejor que el dañino y corrupto PSOE.
A pesar del desastre actual, la construcción de una fuerte y unida comunidad de pueblos de habla hispana y portuguesa sigue siendo el principal proyecto de la política exterior española. La unidad de los países iberoamericanos, si llegara a conformarse, sería la primera potencia mundial en comercio y el proyecto de integración más poderoso del mundo, muy superior en alcance a la Unión Europea.
Pero España ya no es capaz de ejercer el liderazgo que tuvo en la etapa final del Franquismo. Su potencia económica se ha reducido y la cohesión interna ha saltado por los aires. Los ideales comunes se han hundido y la España del presente, que ni siquiera es capaz de unir a sus propias regiones, ¿Cómo va a ser capaz de unir a los pueblos latinoamericanos? Países como Brasil y Argentina están hoy mejor preparados para liderar un proceso común de unidad que la deteriorada España, en la que mal gobiernan los socialistas del corrupto Sánchez.
La Comunidad Iberoamericana tiene sentido y podría lograr un sorprendente peso en el mundo, si sus pueblos y naciones tuvieran fe en ellos mismos y si muchos de sus dirigentes fueran realmente líderes representativos de los pueblos que gobiernan, si tuvieran la valentía de enfrentarse al Imperio, si fueran capaces de dotarse de principios y de valores comunes que pudieran ser proclamados y defendidos.
Las grietas irreparables en la comunidad son muchas y las principales se hicieron evidentes en tiempos del sectario Zapatero, en la Cumbre de Chile (2007), de la que el proyecto salió herido de muerte, entre otras razones por la torpeza española.
En Santiago de Chile, el Rey de España pronunció la famosa frase “¿Por qué no te callas?”, el 10 de noviembre de 2007, dirigida al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, como reprimenda tras las reiteradas interrupciones que este realizaba al presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, en la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, celebrada en el centro de convenciones de Espacio Riesco, en Santiago de Chile.
Desde que Zapatero ganó las elecciones en 2004, el proyecto de comunidad iberoamericana aceleró su hundimiento, espoleado por el sectarismo y por la profunda división entre los amigos de Zapatero, el gorileo rojo de Cuba, Nicaragua y Venezuela, y el resto de los países.
El deterioro fue tan grande y acelerado que hoy es justo achacar a los socialistas españoles también el fracaso de ese hermoso proyecto de unidad.
Es tan lamentable como triste, pero ya sólo nos une el idioma. La distancia es enorme en aspectos tan vitales como la concepción del poder, donde se mezclan dictadores con oligarcas, reformistas liberales y torpes aprendices a demócratas, como la defensa de valores comunes, que nadie encuentra porque unos creen en la dignidad, otros en la libertad, y la mayoría únicamente en el poder,
La comunidad Iberoamericana es un precioso y frustrante sueño mal gestionado por gente que en España y en otros países han demostrado su decadencia, bajeza moral y fracaso político.
Por lo que a España respecta, es evidente que un país que ni siquiera es capaz de unirse y respetarse internamente no está capacitado para liderar un proceso de integración multinacional.