La Memoria que Sánchez está arrinconando: la izquierda asesinó al menos 6.832 clérigos durante la Guerra Civil
España, después de la Guerra Civil, retrocedió a nivel de renta a 1914, se perdió el 15 % de la riqueza nacional, se debía 20.000 millones de dólares, se destruyeron las comunicaciones, el tejido industrial (dos tercios del material ferroviario), la mitad de la cabaña ganadera, el patrimonio artístico y arquitectónico (por su carácter religioso), 250.000 viviendas destruidas y la pérdida de casi 400.000 vidas humanas.
Según el informe elaborado para el ministro de Hacienda, José Larraz, aparte de las cifras de destrucción, había que contar con la falta de 510.079 kilos de oros, enajenados por los republicanos a favor de su aliada la URSS, que no fue posible recuperar. También hubo que sumar la desaparición de cuantiosos fondos en moneda nacional, como el que fue trasportado por el barco Vita a México, unos 2.000 millones de pesetas.
Eliminar al «enemigo interior»
Sin embargo, la pérdida de vidas humanas fue lo más flagrante. La Guerra Civil española tuvo entre 300.000 y 400.000 muertos, de los cuales algo más de la mitad fueron a causa de las represiones en la retaguardia, eliminando al «enemigo interior». En la retaguardia republicana hubo unos 72.344 asesinados por motivos religiosos y políticos, en una geografía de unos 13 millones de personas, donde la presencia de ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia con sus amplias poblaciones, donde las listas de suscripciones de los periódicos de derechas, y las listas de los miembros de cofradías religiosas de las iglesias ayudaron a proporcionar los datos de los futuros asesinados sin ningún fallo, al contar hasta con el domicilio para el pago de la cuota.
Uno de los mayores colectivos perseguidos fueron los 6.832 clérigos asesinados. De los que 13 eran obispos, 4.184 sacerdotes diocesanos, incluidos seminaristas; 2.365 religiosos y 283 religiosas. También hay que sumar a 2.125 seglares de la Adoración nocturna, 283 miembros de la ACN de P, 180 periodistas y 1.608 scouts católicos que fueron eliminados en diversas sacas por las checas revolucionarias. En definitiva, la mayoría de las muertes en la retaguardia republicana fueron fruto de la persecución religiosa.
En el caso de la retaguardia nacional fueron unos 60.000 los asesinados, en una geografía menor, de 11 millones de habitantes, de mayoría social conservadora, donde la represión se centró en la militancia y las organizaciones revolucionarias (UGT y CNT) en núcleos de ferroviarios, campo con amplio número de jornaleros o Zaragoza, una ciudad con una amplia implantación del anarquismo.
En la postguerra española, el reciente trabajo de Miguel Platón, basado en el archivo inédito del Cuerpo Jurídico Militar contempla que la propaganda prorrepublicana de divulgadores políticos como Gabriel Jackson, calculó sin pruebas ninguna en unos 200.000 muertos, lo que hubiese supuesto la totalidad del Ejército republicano que se rindió en región de La Mancha.
Esta cifra perpetuada posteriormente ha impedido saber que los consejos de guerra condenaron desde el final de la guerra a 125.000 personas, de los que 22.716 penas de muerte efectuadas por los consejos de guerra, de las que se ejecutaron la mitad, tras demostrarse sus delitos de sangre. La otra mitad fueron indultados por el jefe del Estado, a instancias de los auditores militares. Con respecto, a la población interna, los presos ascendían a 270.719. No obstante, con la política de redención de penas, en 1946, quedaban en las cárceles 32.380 reclusos.
A estas cifras aún se puede sumar el efecto del maquis. El mejor historiador del maquis, Francisco Aguado Sánchez, nos refleja como de 1944 a 1952 el maquis asesinó a 953 personas, cometiendo 845 secuestros, sabotajes y 5.963 atracos. Según datos del Ministerio de Interior, los 1.826 enfrentamientos entre los maquis y las fuerzas del orden provocaron 12 fallecidos del Cuerpo General de Policía, 11 de la Policía Armada, 27 del Ejército y 260 de la Guardia Civil. A su vez el maquis tuvo 2.173 muertos y otros 3.387 fueron detenidos.
Unas cifras lejanas de la posterior Segunda Guerra Mundial, donde sólo en Polonia, la conquista alemana supuso la pérdida de 70.000 soldados y 200.000 civiles, a los cuales, tras el final del conflicto, el número de muertos llegaron a los 6 millones. La propia Yugoslavia que perdió a 1.200.000 de sus ciudadanos, o tras el final del conflicto, la suerte de los perdedores, como los 10.000 colaboracionistas que fueron ajusticiados en Francia y los 15.000 fascistas italianos por las fuerzas partisanas colaboradoras de los aliados.