Pedro Sánchez, un desaprensivo
“Las aptitudes morales y las aptitudes intelectuales van juntas. Un hombre bueno es inteligente y uno malo es, además, imbécil”. Jorge Luis Borges.
Esta cita de Borges tira por tierra la idea simple, vulgar y equivoca de que el hombre que triunfa en cualquier ámbito de la vida, es listo e inteligente, por el solo hecho de triunfar, sin importar que para conseguir ese triunfo haya utilizado un mayor o menor grado de perversión y maldad.
A Pedro Sánchez, con la que le está cayendo, es difícil ponerle un calificativo positivo y sus incondicionales lo apoyan sin poder pronunciar ni un solo elogio de él. Sencillamente, lo votan y punto. Hasta tal punto esto es así, que el único calificativo no ofensivo moralmente, que le han dedicado, ha tenido que venir de la oposición: “Galán de tranvía” (Cayetana, como siempre, genial).
En cambio, los que con asombro ven la deriva a la que ha llevado a España, lo tildan con toda clase de calificativos despreciativos, con el agravante de que parece ser, que responde a todos ellos.
Desde que hace ya algunos años, Pérez Reverte lo calificara de hombre sin escrúpulos y trilero, han ido sucediéndose, ininterrumpidamente: psicópata, amoral, felón, chusma, gentuza, sátrapa, y eso, sin entrar a valorar desde el punto de vista ético y estético, las implicaciones legales que se pudieran derivar, de los líos que sus familiares más directos, por un lado y por otro, su mano derecha y hombre clave de su partido, señor Abalos, tienen pendientes con la justicia.
Y todos estos tan insultantes calificativos que se le dedican, vienen del ámbito no político: vienen de personas de reconocido prestigio intelectual y profesional y de los mas relevantes ex políticos de su propio partido. Desde el propio Pérez Reverte, académico de número de la Real Academia Española, que lo tildó de hombre sin escrúpulos y trilero, hemos visto y oído a jueces, por un lado, tachando al gobierno de chusma y gentuza, por otro, culpando a los jueces que forman parte de este gobierno, de ser los principales culpables de las tropelías que cometen. Por su parte, han sido ingentes las críticas de los ex políticos más prestigiosos del propio PSOE, entiéndase Felipe González, Alfonso Guerra; Joaquín Leguina, Rodriguez de la Borbolla, Paco Vázquez, Eligio Hernández y un sin fin de ellos.
Por mi parte, no me resisto a contribuir a aumentar el número de adjetivos negativos al señor Sánchez, añadiendo uno más: desaprensivo.
Para intentar fundamentar los argumentos en que me baso para sustentar tal calificativo, empezaré por contar un chiste. Sí, ¡un chiste! Porque lo que esta ocurriendo hoy en día en España es de chiste. Si la poesía se nutre de la metáfora, por qué no podría hacerlo un artículo periodístico.
Cierto día, un señor decidió celebrar una fiesta para sus amigos. Y como se trataba de sus amigos de confianza, eligió su propia casa para celebrarla. Llegado el día señalado y reunidos todos en casa del anfitrión, según iba avanzando el día, éste, comenzó a observar un comportamiento impropio de sus invitados, que fue aumentando en grado de gravedad, según avanzaba la celebración. Un mínimo de educación, por parte del anfitrión, le hizo ser prudente y permanecer callado ante las tropelías que iban cometiendo, hasta que ya, al final, ante el último desmadre, abatido, hundido, incapaz de reprimir a sus invitados, pero también incapaz de contenerse, sin darse cuenta, se quedó como abstraído y en una especie de reflexión en voz alta, con tono apesadumbrado, se quejaba: no digo que hayan abusado de la señora de la casa; que hayan abusado de las muchachas de servicio; que hayan puesto los cuartos de baño y la cocina patas arriba; pero ¡que se limpien en las cortinas..!
En el mundo, en la vida cotidiana, pueden observarse la existencia de tales desaprensivos. Y, desde que a presidente del Gobierno puede llegar cualquiera; también en ese ámbito, en el ámbito que debería estar reservado para las personas más regias, se puede colar algún desaprensivo también.
Esta profunda frustración del anfitrión, respecto de sus invitados, se puede extrapolar a cualquier ciudadano honrado con respecto a Pedro Sánchez, que, fiada su confianza en él, lo votara y lo defraudara.
Pedro Sánchez ha utilizado esa confianza que una parte de los españoles le prestara, para hacer todo lo contrario de lo que prometió con respecto a determinados temas de Estado, abusando y abusando una vez tras otra de la confianza que el sistema y esa parte de ciudadanos que le voto, tenían depositada en él, cediendo, con indignidad a toda clase de chantajes a que lo han sometido Bildu y los separatistas y que culminó con un caso (limpiarse en las cortinas, en la analogía que hemos establecido), permitiendo que el señor Puigdemont, en su última y furtiva, (y sin embargo, anunciada) visita a España, se fugara, a la vista del mundo entero, y se riera, de España y los españoles.
Y es que el presidente del Gobierno español, abusando de esa confianza que el sistema deposita en los que deberían ser sus servidores; y por otro, la que en él depositaran parte de los ciudadanos españoles, ha frustrado, hasta limites insospechados, las expectativas que en su día levantara, con un comportamiento impropio de esa confianza en él depositada,
Las personas perversas, en el caso de Pedro Sánchez, en el ejercicio de su cargo político, no solo causan un efecto perverso en si mismas. También en los que, tanto miembros de su gobierno o votantes en las elecciones, lo sostienen en la Presidencia.
Y de la oposición, ¿qupé decir? Para mí, merece toda la comprensión de los ciudadanos. ¿Cómo oponerse a una persona sin escrúpulos, si el que se tiene que oponer, tiene, como mínimo, ese grado de escrúpulos, que se le debe exigir a un hombre público?
Corre por las redes sociales un dicho, cuyo autor no recuerdo, que dice: “Si discutes con un tonto, te lleva a su terreno y te gana por experiencia”.
Este ejemplo del tonto, es extrapolable a todo tipo de especímenes humanos. Y así se podría decir: si discutes con un trilero, te lleva a su terreno y te gana por experiencia. Y por lo mismo se puede extrapolar, a su vez, al psicópata, al sátrapa, al descerebrado…
En este juego de trileros en que el señor Sánchez ha convertido la política española, poniéndola a la altura del betún, que al líder del PP y jefe de la oposición, le digan que no está a la “altura” de las circunstancias, es el mejor elogio que le pueden hacer al señor Núñez Feijóo.
Pero, retomando el tema de los calificativos, hay fundamentalmente uno que a Pedro Sánchez, le dedicara su ex-compañero de partido y ex-alcalde de La Coruña, Paco Vázquez, que lo tachó de desequilibrado mental y que tiene todos los visos de ser el que mejor le cuadra.
Y ¿por qué digo que este último calificativo de desequilibrado es fundamental? Porque, a todas luces, es el que realmente le afecta, siendo los demás, consecuencia de este.
Parece casi imposible que en una sola persona se puedan dar tantos aspectos negativos; es difícil encontrar alguien tan moralmente despreciable. Y sin embargo, parece ser que tales calificativos tan peyorativos, no son infundados. Y eso solo tiene una explicación lógica: que el desequilibrio mental que decía Paco Vázquez le afecta, le impida tomar conciencia para distinguir las actitudes morales de las inmorales.
En el dirigente político, debería darse, como mínimo, un cierto grado de grandeza, y el mayor numero de las virtudes del hombre regio, equilibrado, templado, racional, en definitiva, de hombre de Estado. El señor Sánchez, posiblemente, por causa de su desequilibrio, tiene una concepción reduccionista del hombre, incluido el hombre público y de la política; por lo tanto extiende, de forma inconsciente, a todos los ámbitos en los que actúa, (en su caso de presidente de Gobierno), ese sentido bajuno, del hombre y de la política; en consecuencia, su actuación como político, ha producido un deterioro de las instituciones que ni España ni los españoles merecen.