Begoña Gómez dice al juez que no tuvo ánimo de lucro y descarga la responsabilidad en la Complutense
Begoña Gómez ha declarado por primera vez ante el juez Juan Carlos Peinado (en las dos anteriores comparecencias no lo hizo) y lo ha hecho para negar -según fuentes jurídicas- que actuara con ánimo de lucro en sus actividades académicas vinculadas a la cátedra de Transformación Social Competitiva que codirigía en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), una actuación por la que el magistrado le imputa un delito de apropiación indebida (además de los otros tres que le atribuye: tráfico de influencias, corrupción en los negocios e intrusismo profesional).
La esposa de Pedro Sánchez ha respondido solo a las preguntas de su abogado, Antonio Camacho, alrededor de 35 durante apenas media hora, durante la cual ha descargado cualquier responsabilidad -según esas mismas fuentes- en la Universidad Complutense, en particular en los vicerrectores encargados de supervisar su cátedra y en la Sala de Gobierno de la UCM.
Según ha puesto de manifiesto su abogado tras la comparecencia, Begoña Gómez ha trasladado al juez que “no intervino en ningún proceso de licitación pública”, que “no se ha apropiado de ninguna marca” y que si firmó los pliegos de condiciones de los contratos para desarrollar el softaware fue “porque así se lo dijo la propia Universidad Complutense”.
Aunque solo había sido citada en relación a la posible apropiación de esa herramienta digital para empresas, la esposa del líder del PSOE ha asegurado que “nunca conoció” las adjudicaciones al empresario Juan Carlos Barrabés, a quien recomendó por escrito, y que “nadie le pidió ninguna intervención” al respecto ni la llevó a cabo.
En cuanto a esa carta de recomendación, asegura que se trata de una carta modelo que firman también “grandes empresas e instituciones” que, se ha quejado su abogado, Antonio Camacho, no están imputadas por esto.
Gómez también ha rechazado las imputaciones de intrusismo profesional por no estar supuestamente habilitada para firmar los pliegos de condiciones y, según ha explicado, “todos los procesos de la Universidad Complutense son reglados” y en este caso, firmó los documentos porque recibió dos correos de la propia universidad para que así lo hiciera en su calidad de responsable administrativa de la cátedra.
Eso sí, ha hecho hincapié en que ella “no es catedrática”, sino que simplemente dirigió una cátedra, poniendo de relieve que cobraba por sus dos másteres 15.000 euros al mes, insistiendo en que no tenía ánimo de lucro con esta actividad.
Begoña Gómez se ha referido asismismo a la marca TSC (Transformación Social Competitiva) que registró a su nombre, señalando en que “no existía antes” y que fue ella quien le propuso esta denominación a la UCM. En esa misma línea, ha defendido que inscribió las marcas “con conocimiento de la UCM” y que no se han utilizado fuera del ámbito universitario.