El sanchismo también fracasa en economía
Está demostrado que el sanchismo es una ruina para la libertad, la democracia y el Estado de derecho, pero ahora sabemos que también lo es para la economía.
España acaba de recibir un durísimo aviso de Bruselas. El sanchismo va mal y tiene deberes por hacer en lo que respecta a protección e inclusión social. En su análisis sobre políticas sociales, la Comisión Europea sitúa a España en una “situación crítica” en materia de abandono escolar, riesgo de pobreza y exclusión social, especialmente infantil, o en el impacto de las prestaciones sociales en la reducción de la pobreza.
El informe reciente de Bruselas destaca que la población en riesgo de pobreza o exclusión social en 2023, entre los niños, aumentó hasta el 26,5% y el 34,5%, respectivamente. Ambas tasas se sitúan “significativamente por encima de la media de la UE”, que ha registrado tasas del 21,3% y 24,8%, para cada uno de los indicadores. Por lo que el Ejecutivo comunitario considera que se encuentra en una “situación crítica”.
Bajo Sánchez, España, no va como una moto o como un cohete, sino como un coche viejo y destartalado. Retrocedemos en renta per cápita en pobreza, en desempleo juvenil y en nivel de consumo. Pagamos los impuestos más injustos y elevados de Europa en proporción a los salarios y somos campeones en endeudamiento, Estado hipertrofiado, lujos para la clase política, desencanto empresarial, maltrato a los autónomos, inseguridad jurídica y despilfarro.
En tiempos de Aznar estuvimos a punto de sobrepasar a Italia y nos llamaban “los alemanes del sur” por la pujanza de nuestra economía, pero hoy, después de Rajoy y los revolcones en el socialismo con Zapatero y Pedro Sanchez, somos un problema para Europa y un país que depende demasiado del turismo, nuestra única riqueza sólida.
La codicia, la inseguridad, el descontento ciudadano, la errónea gestión pública y la voracidad fiscal del gobierno de Sánchez están arruinando España, convertida por los socialistas en un infierno fiscal con la productividad por los suelos y la inseguridad dando zarpazos al mundo emprendedor.
Es cierto que crecemos más que el resto de Europa, pero se trata de un crecimiento desequilibrado, coyuntural, con grandes lagunas y defectos que, a medio y largo plazo, nos harán daño, según el criterio de la mayoría de los expertos.