El arte de los belenes
David Gutiérrez.- Un Nacimiento o Belén es la representación de la escena del Nacimiento de Jesús en la religión cristiana, y por añadido, la representación de aquellas escenas que aluden al contexto del nacimiento de Jesús como El Anuncio a los Pastores o La Adoración de los Reyes Magos (Epifanía) y a su vez inserto en un contexto popular de un pequeño pueblo llamado Belén.
La representación de la Natividad proviene del mundo paleocristiano. En diversas catacumbas del siglo III aparecen las primeras representaciones de la Virgen con el Niño y de la Epifanía en donde unos reyes (a veces 2 otras 3) le presentan regalos al Niño Jesús. Éstas se extienden al mundo de los sarcófagos paleocristianos o la decoración de mosaicos en iglesias.
Durante el medievo, la representación del Nacimiento o la Epifanía aparecen sobre todo en pinturas en tabla, pintura mural, relieves escultóricos, libros miniados… e incluso se extienden con otras representaciones de las escenas de la Natividad como la Adoración de los Pastores, el sueño de José, la Matanza de los Inocentes… pero lo que no se había iniciado es la representación de pequeñas figuras de los protagonistas (Virgen, San José, el Niño, el buey y la mula, como muy básicas) a modo de un Nacimiento o Belén.
ORIGEN DEL BELÉN
La primera vez que se realiza un Nacimiento dándole una mezcla de sentido teatral, Belén viviente y Belén “figurativo” fue gracias a San Francisco de Asís (1181/82-1226). En la Nochebuena de 1223, en la localidad de Greccio (Italia), San Francisco realizó una misa de Navidad en una cueva en donde utilizó un pesebre vacío (símbolo del niño que va a nacer) junto con una mula y un buey vivos, recreando la pobreza en que nació el niño Jesús. Fue tal la repercusión de este acto que en 1228 ya se creó una ermita en esta cueva para recordarlo, al mismo tiempo que se fueron materializando la representación de las figuras del Nacimiento en madera, cera o piedra para exponerlo en las misas de Navidad y por consiguiente el nacimiento del Belén.
En Italia se empieza a difundir este nuevo modelo de arte y en el mismo siglo XIII ya conocemos de Nacimientos trabajados en piedra a la manera de figuras independientes aunque todavía de una manera algo monumental. Un ejemplo lo podemos encontrar en los bajos de la iglesia paleocristiana de Santa María la Mayor (Roma) en donde se conserva un conjunto de piezas esculpidas en mármol de Carrara por el artista Arnolfo di Cambio (ca. 1245-1310).
LOS NACIMIENTOS EN EL SIGLO XV
Durante el siglo XV las figuras que se realizaban para un nacimiento son las principales del portal, es decir la Virgen y el Niño, un San José, la mula y el buey y una serie de ángeles. En algunas ocasiones se acompañan también los 3 reyes magos pero las escenas se simplifican a lo más básico del Nacimiento.
Italia sigue siendo el foco por antonomasia de la creación de estos nacimientos. En Nápoles, Pietro y Giovanni Alamanno, en 1478, realizaron un Nacimiento para la iglesia de San Giovanni a Carbonara el cual se encuentra hoy en el Museo da Certosa de San Martino. Las figuras que lo componen es la Virgen, San José, los Reyes Magos, una Sibila y una serie de ángeles músicos.
De 1485-89 es un maravilloso Nacimiento realizado por Guido Mazzoni (1450-1510) que se encuentra en el Duomo de Módena. En esta ocasión, las grandes figuras realizadas en terracota policromada, se compone de una Natividad en la que son los pastores los que vienen a adorar al Niño.
En España, el Nacimiento más antiguo que se conserva pertenece a este siglo XV, cuya influencia proviene de los Nacimientos napolitanos. Se trata del Belén de Jesús (Palma de Mallorca) realizado posiblemente por la familia de los Alamanno a finales del siglo XV. Las imágenes de la Virgen y San José, así como algunos ángeles músicos pertenecen a esta época mientras que los pastores y ovejas son del siglo XVI y el Niño del siglo XVIII.
LOS NACIMIENTOS EN EL SIGLO XVI
A medida que se va entrando en el siglo XVI se fomenta cada vez más los temas iconográficos relacionados con la Natividad, Epifanía o la Huída a Egipto entre otros temas. El tema de la Natividad o Epifanía sigue representándose en todos los soportes, es decir, en piedra, en madera, en tabla o en lienzo, y la ubicación es es portadas, cuadros de devoción y sobre todo retablos que son erigidos para las catedrales y todo tipo de iglesias. La escultura adquiere un mayor valor, también la influencia flamenca, y las esculturas cada vez poseen un carácter más individualista y con un alto relieve. En cuanto a los patronos, ya no sólo serán demandados los nacimientos por las grandes iglesias o congregaciones, sino que en los conventos, pequeñas iglesias e incluso el patronazgo privado de los nobles será una demanda que irá en aumento durante este siglo y se potenciará más en el siglo XVII.
Un ejemplo representativo español del siglo XVI es el Tríptico de la Epifanía en la iglesia de Covarrubias (Burgos). Una obra de autoría anónima pero que refleja las características de la escultura de la primera mitad del siglo XVI e influencia de la pintura flamenca de Hans Memling. La escena representa una Epifanía en donde aparece la Virgen en el centro con el Niño en sus brazos, San José en un plano secundario y todos ellos rodeados de los Reyes Magos. Será en este momento cuando la figura del rey negro aparecerá en las representaciones artísticas.
Otra de las modalidades más extendidas en el siglo XVI, ya no sólo en España sino en el mundo hispanoamericano será la talla de Nacimientos, ya con figuras de pequeño tamaño talladas en coral al que se añaden otros diversos materiales como la plata para crear la cueva, con diversas entradas. Todo rodeado de diversas figuras trabajadas con gran detalle. El Nacimiento de Coral (hacia 1570) fue un regalo que de los orfebres de la ciudad italiana de Trápani a Felipe II.
BELENES EN EL SIGLO XVII
El siglo XVII en España es realmente propenso para la escultura. Tras la aprobación del Concilio de Trento en el siglo XVI en donde se establece una regla para la difusión de las imágenes, es el siglo de la profusión de las órdenes religiosas y la fundación de numerosos conventos y monasterios, junto con iglesias, parroquias además de un alza de la clase nobiliaria. Todo esto implica que haya grandes talleres escultóricos que den servicio a esta clientela, destacando principalmente la escuela andaluza y la escuela castellana.
Las figuras se llenan de gran expresividad y realismo, para hacerlas más cercanas a los creyentes. La dulzura y elegancia de la escuela andaluza contrastará con el patetismo y la expresividad de la castellana.
Los Belenes siguen adquiriendo su importancia en estas comunidades religiosas y se sigue enfatizando la imagen del Portal aunque con la influencia de los belenes napolitanos, se van a ir introduciendo cada vez más escenas cotidianas, tanto de los pasajes de los evangelios como del costumbrismo social de la época.
Juan Martínez Montañés (1568-1649) fue un gran escultor que proviene de la escuela andaluza. Fue amigo y compañero del pintor Velázquez. Entre sus esculturas destacan algunos altos relieves con el tema de la Natividad que fueron de gran trascendencia para el culto de este tema y el trabajo de los Nacimientos.
La exportación de Nacimientos procedentes del reino de Nápoles-Sicilia como regalos de virreyes o mandatarios se extiende a lo largo de este siglo, a pesar de que su gran apogeo sea en el siglo XVIII. Los Belenes Napolitanos ya empiezan a proyectar su gran importancia que se hará notar cada vez más en España y en consecuencia a los territorios hispanoamericanos. Un ejemplo de ello es el Nacimiento del Monasterio de las MM. Agustinas Recoletas de Monterrey (Salamanca), el cual fue un regalo de don Manuel de Zúñiga y Fonseca (VI Conde de Monterrey y virrey de Nápoles) a su hija de 4 años. Este Nacimiento está compuesto por las figuras del Portal, los Reyes Mayor, algunos ángeles y algunos pastores que acuden a adorar.
A finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII, hemos de destacar a una escultora de la escuela andaluza que consiguió alcanzar el título de Escultora del Rey y cuya obra destaca por la dulzura y sensibilidad de su talla y sus pequeñas escenas de barro cocido y policromado. Me refiero a la escultora Luisa Ignacia Roldán (1662-1706) , más conocida como “La Roldana”. En su producción religiosa, destacan las iconografías de la Virgen, y pequeñas escenas a modo de dioramas en donde se representan pasajes de la infancia de Cristo como el Descanso a la Huída a Egipto o la Sagrada Familia. También son populares pequeños Nacimientos en donde los protagonistas son la Virgen, San José y el Niño. Todo cargado de una gran dulzura y humanidad que tuvieron gran repercusión en la escultura de este momento.
EL BELÉN NAPOLITANO Y EL SIGLO XVIII
Hablar de los Belenes del siglo XVIII es hablar de la importancia de los Belenes Napolitanos. El rey Carlos III, en su tiempo como Virrey de Nápoles, tenía por costumbre adornar su palacio con esta modalidad de belenes, el cual, como ya hemos comentado, tiene su tradición desde el siglo XVI. A su llegada a España como nuevo Rey, impone la costumbre de adornar sus casas reales con estos belenes y por ello se extiende esta moda por todas las casas nobiliarias.
Algunas características de este tipo de belenes son:
El gran aumento de figuras que se realizan para los montajes. Se ha llegado a decir que el famoso Belén del Príncipe llegó a tener hasta 5.950 figuras.
Las figuras, de unos 40-60cm, se hacían de vestir, es decir, la cabeza, pies y manos eran de arcilla y móviles y el resto era una armadura de alambres para cubrirlas con ropajes.
Las vestimentas se hacen al estilo de la moda del siglo XVIII, con toda la riqueza de detalles en cuanto a tipos de telas y complementos.
Se introducen numerosas escenas populares del ámbito napolitano mezclado con el castellano, es decir, escenas de aldeas, mercados, bailes, tradiciones, oficios….
Introducción de arquitecturas, ya no solo en el Portal que se convierte en una ruina o iglesia a medio edificar (simbolismo del nacimiento de la nueva iglesia con Cristo) sino también a la hora de planificar pueblos, tiendas, mercados… y todo al gusto y estilo del momento.
El juego de perspectiva de ubicar figuras de mayor tamaño en un primer plano y más pequeñas en un plano secundario para ofrecer mayor profundidad y realismo a la escena.
Una de las escenas típicas es el montaje de la hostería, en donde en torno a una mesa llena de manjares se reúnen personajes de distintas clases sociales para disfrutar del buen comer y beber.
Son muchos los belenes napolitanos que se conservan en el panorama español, la gran mayoría del siglo XVIII pero que se amplían con figuras del siglo XIX. E incluso, fue tanta la repercusión que aún en el siglo XX se siguen contratando este tipo de belenes. Por destacar uno por encima de todos ellos, es el magnífico Belén del Príncipe del Palacio Real de Madrid, el cual no deja de exponerse cada año en Navidad.
El Belén del Príncipe se trata del primer Belén que el rey Carlos III trajo en 1760 del reino de Nápoles, del cual se conservan muy pocas figuras. Posteriormente, su hijo Carlos IV lo fue ampliando cada vez más entre 1786 y 1788, llegándose a decir que poseía la totalidad de 5.950 piezas entre figuras, escenarios y complementos. Muchas de estas piezas se han perdido a lo largo de los años, pero afortunadamente se conserva una gran representación de ellas.
No podemos dejar de hacer una mención a uno de los grandes escultores del siglo XVIII y a su vez uno de los mayores belenistas que ha pasado a la historia en el panorama español. Me refiero al escultor murciano Francisco Salzillo (1707-1783). De sus magníficos trabajos escultóricos, siempre sobresale el trabajo de su Belén, conservado en el Museo de Salzilo (Murcia). Una obra que se compone de 556 figuras realizadas en barro cocido y madera, y que fue realizada entre 1776-1783, cumpliendo con un encargo que recibió de su amigo jesuita Jesualdo Riquelme y Fontes.
Salzillo se bajo en los pasajes de la Natividades de los Evangelios de San Mateo y San Lucas como inspiración para realizar sus figuras. Siguiendo la tradición napolitana, las figuras están ataviadas con ropas coetáneas a Salzillo así como a la sociedad murciana, mezclando tanto las clases nobles como las clases más bajas y ambientado en un escenario de la Murcia del siglo XVIII. E incluso, las arquitecturas realizadas mezclan el estilo neoclásico de los palacios con la casa solariega de clase baja en la zona. Es una magnífica muestra de color, movimiento y al mismo tiempo estudio de la sociedad murciana.
EL BELÉN EN LA ACTUALIDAD
La tradición del Belén que arrancó en el siglo XIII y se extendió su moda sobre todo a lo largo del siglo XVIII es una tradición que en el siglo XXI perdura y se mantiene. En países católicos como Italia, España, y Sudamérica es una tradición que nace cada Navidad de múltiples maneras. Desde las casas particulares en donde se colocan pequeños o grandes belenes, hasta en escaparates de tiendas, en iglesias, conventos y monasterios o en museos o entidades institucionales.
Sus materiales y tamaños varían. Desde las pequeñas figuras de cera o barro hasta figuras monumentales. Pero lo cierto es que en la actualidad nos encontramos numerosos mercadillos navideños en donde la venta de sus figuras es algo típico de estas fiestas como el tradicional mercadillo navideño de la Plaza Mayor de Madrid.
A ello hemos de sumar la gran tradición e inventiva que ofrecen la difusión de esta tradición a través de las numerosas asociaciones de belenistas, que a modo de ocio y divertimento, cada año ofrecen exposiciones de grandes belenes o dioramas en donde juegan con el paisaje y la perspectiva para admirar más al espectador.
Otra manera de difundir la tradición del Belén es retomar que lo un día creo San Francisco de Asís al utilizar personas reales para recordar el Belén y así en muchos lugares de España, asociaciones o vecinos recrean belenes vivientes en donde participan multitud de personas ambientando un espacio en un auténtico Belén en donde poder integrarse. Un ejemplo de lo que hablamos son los belenes vivientes de las poblaciones de Navamorcuende (Toledo) o Almendral de la Cañada (Toledo), ambos en la Comarca de la Sierra de San Vicente.
La tradición de los Belenes, vemos que es una de las tradiciones más antiguas que se mantienen todas las navidades desde su nacimiento en el siglo XIII y su difusión en el siglo XVIII. Es un arte que se repite año tras año y no deja indiferente a quien los visita.
Para “arte”, este belén viviente (espiritualmente, muriente):
https://okdiario.com/espana/cataluna/2018/01/11/delirio-separatista-meten-urna-del-1-o-estelada-virgen-nino-funcion-navidena-1681904
Esta aberración va más allá de lo mundanal; es idolatría, una tara espiritual, una influencia diabólica.
Cada vez tengo más claro que esto no es “locura colectiva”, sino posesión maligna del “padre de la mentira” (Juan 8:44).