Estrés y ansiedad, la otra cara de la Navidad
‘Alegría, alegría, alegría, alegría, alegría y placer, que esta noche nace el Niño en el portal de Belén…’. Esta frase, parte de un típico y conocido villancico navideño, podría describir a la perfección el verdadero significado de la Navidad. Nada más lejos de la realidad, en España los índices de estrés y ansiedad se disparan durante estas fiestas. Cenas de empresa, encuentros familiares, comprar regalos a diestro y siniestro, obligaciones sociales, trabajo acumulado por los días de vacaciones, esos kilos de más, si me tocará la lotería… estas son algunas de las razones por las que los españoles nos estresamos y nos agobiamos en Navidad.
Frente a los villancicos y a la aparente alegría que transmite la época navideña, se encuentra el agobio por ser el anfitrión perfecto, por tener todos los regalos a tiempo o el cargo de conciencia por comer y beber sin medida. Lejos de disfrutar del sentido estricto de de esta época, nos estresamos. Se supone que debería ser un tiempo de gozo y alegría, un momento para compartir sincera y relajadamente con familiares y amigos, pero no es así.
Y es que la ansiedad es una de las enfermedades del siglo XXI, junto al cáncer y la depresión. Según cifras oficiales, este desorden mental afecta al 20% de los españoles y más ahora, en tiempos de crisis o desordenes de rutina y calendario. La ansiedad no entiende de edades ni de sexo y puede llegar en cualquier momento, incluso mientras estamos sentados en el sofá. Dicen los psicólogos que los síntomas pueden variar pero los comparan con los de un ataque al corazón con la sensación de perder el conocimiento. La descarga de adrenalina que produce un ataque de pánico es tal que algunos lo equiparan al que se produce cuando se practica deporte de riesgo.
El sentimiento de depresión que provoca la Navidad es otro problema bastante común entre la sociedad. Durante estas fechas de celebración es frecuente recordar a los seres queridos que ya no están, este es el principal motivo de la tristeza que sienten muchas personas. La publicidad engañosa puede ser otro de los factores que influyen en el estado de ánimo; el bombardeo de anuncios que reflejan familias felices y colmadas de regalos, invita a reflexionar sobre nuestra propia situación bien personal, económica o de cualquier otra índole. Empeñados en hacer un balance del año que termina, muchas personas se ven incapaces de cambiar de golpe y predisponerse para ser feliz. Según los datos, la tasa de suicidios disminuye en Navidad pero constatan que las admisiones en los hospitales por problemas psiquiátricos aumentan en las semanas que siguen a estas fiestas.
Si pero tranquilos que no pasa nada, un buen chute de TV diario le hace a uno académico para pasar el mal trago, primero té llenarán la cabeza de mierda marxista masónica después de joderan la conciencia y como colofón te harán sentir bien viendo como se echan mierda las famosillas intelectuales, si resistes a esto y … a la que hoy llaman mundo libre avanzado y particularmente España no hay depresiones hay un guerrero preparado para morir y morder a todos los hijos de puta que nos joden
Yo tengo 62 años,en casa la cena de Navidad era pollo asado en la lumbre,no teníamos butano,y después una visita a los vecinos a tomar una Copita de anís y Turron de almendra que había que partir con un martillo,algún polvorín y a la cama, o a la misa del Gallo a las doce.Lo de Nochevieja ya era para otras economías. Los Reyes pues había años que algún juguete.Lo de ahora da asco.
El castigo al abandono de la fe en Cristo es la depresión.
Arderéis en las llamas del infierno, rojos y progres
Y no solo eso. También dolores de estómago, por el exceso de comidas y, sobre todo, de dulce, alcohol, etc.
En resumen, unos días teóricamente destinados a la solidaridad, compartir con los demás, etc., SE HAN CONVERTIDO EN LA FIESTA DEL CONSUMISMO.
¡Loado sea “san consumo”, con esos regalos que no quieres, pero, por favor, QUE ESTOS DÍAS PASEN PRONTO!