Laureano Benítez.- Bafomet vino al Kongreso
con su cornamenta y su rabo;
Sánchez le mira, mira,

entre sonrisas y aplausos.

Paseábanse los traidores

repartiéndose los escaños,
con corbatas y capas rojas,
con votos almidonados.

En el aire sulfuroso

mueve Bafomet su rabo,
y enseña, satánico y lascivo,
sus cuernos de puro espanto.

Huye, huye, Laureano:
si vinieran los conjurados,
harían con tu protesta
collares y anillos blancos.

«Sánchez, déjame que baile:
cuando vengan tus caballos,
me encontrarán con corbata,
con mis cruces y rosarios».

Sánchez se acercaba
exhibiendo el cuerpo de Franco.

Dentro del Kongreso España

tiene los días contados.

Por la Monkloa venían,

bronce y sueño, milicianos

cantando internacionales

con sus puños en alto.

¡Cómo graznan los cuervos!

¡ay, como graznan en lo alto!

Dentro del Kongreso, Bafomet
condecora a sus soldados.

Por el Tártaro va Bafomet

Con Sánchez de la mano.

reconstruyendo chekas

y saliendo de los armarios

sus orcos y zapadores,
con sus torres de asalto,
llegados desde el Averno,
el infierno y Monte Pelado.

Y detrás sus lameculos,

tiralevitas y payasos.

Lucifer les mira, mira,

Lucifer les está mirando.

¡Cómo ríen las hienas,
ay, cómo ríen en los campos!

Así traicionan nuestra Patria
Bafomet y sus lacayos,
entre rosas y sonrisas,
como Dolfos desalmados,
se reparten los despojos
de mi país mancillado.

¡Ay de mi España! ¡Ay!
¡Malhaya Pedro y sus amos!
¡Ay de mi Patria!: como el toro,
nacida para el luto y el llanto.

Pero escuchad cómo resuenan

los tambores por el llano:

Bafomet huye despavorido

ante la Virgen y su manto,

que avanza sus ejércitos

de requetés y espartanos.

Y lucharán como nunca,

pero serán derrotados,

como siempre, porque España

no es país para malvados:

si derrotamos a muslimes,

a masones y gabachos,

a bolchevikes de hoz y mandil,

venceremos a los endriagos,

guiados por nuestros capitanes,

San Miguel y Santiago.

«Acude, corre, vuela,
traspasa la alta sierra, ocupa el llano;
no perdones la espuela,
no des paz a la mano,
menea fulminando el hierro insano».