Los Reyes Magos podían provenir de España: las sorprendentes revelaciones de Ratzinger
«¿Qué clase de hombres eran esos que Mateo, 2 describe como ‘Magos’ venidos de Oriente?». Con esta pregunta daba comienzo Benedicto XVI uno de los puntos clave de su libro La infancia de Jesús. Un título publicado, curiosamente, a finales de noviembre de 2012, es decir, a dos meses y medio de su histórica renuncia al solio pontificio, en febrero de 2013.
En rigor, el Papa quiso firmar su obra, con la que concluía su trilogía sobre Jesús de Nazaret, como Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, pues él mismo admitía que se trataba un estudio exegético sujeto a discusión y, por tanto, no quería comprometer su autoridad papal ni elevar sus conclusiones a la categoría de Magisterio.
Sin embargo, lo cierto es que ni antes ni después se ha publicado otra aproximación a esta casi desconocida etapa vital de Jesucristo que cuente con un respaldo bibliográfico y una solvencia exegética como la utilizada por el Papa alemán: más de 28 fuentes de máximo nivel para un volumen de poco más de 100 páginas.
Pero, ¿cuáles son las conclusiones a las que llegó Ratzinger sobre la figura de los Reyes Magos, que este año han vuelto a recibir cientos de miles de cartas de niños y mayores? Pues son, al menos, siete:
1. Magos sí, pero buenos
En primer lugar, Ratzinger aclara que «el término ‘mago’ (mágoi) tiene una considerable gama de significados en las diversas fuentes, que se extiende desde una acepción muy positiva hasta un significado muy negativo».
Y explica que en el mundo antiguo se designa como magos «a los pertenecientes a la casta sacerdotal persa», a los «representantes de una religión auténtica en la cultura helenista»; y a personas «cuyas ideas religiosas estaban fuertemente influenciadas por el pensamiento filosófico» —dice citando a Aristóteles—. Eso sí, también este término «designa a los dotados de saberes y poderes sobrenaturales, a los brujos», a los «embaucadores y seductores» e incluso a un «hijo del diablo, enemigo de toda justicia».
Algo que, como explica Benedicto XVI, muestra que «la religiosidad puede ser un camino hacia el verdadero conocimiento, un camino hacia Jesucristo, pero cuando ante la presencia de Cristo no se abre a Él y se pone contra el único Dios y salvador, se vuelve demoníaca y destructiva». Por supuesto, según Ratzinger, «la primera acepción vale para los magos de Mateo, 2, al menos en un sentido amplio».
2. Astrónomos formados en Persia
«Aunque no pertenecían exactamente a la casta sacerdotal persa, tenían un conocimiento religioso y filosófico que se había desarrollado y aún persistía en aquellos ambientes», revela el Papa alemán.
De hecho, «se ha demostrado que en la época de Jesús continuaba existiendo en Persia un pequeño grupo de astrónomos ya en vías de extinción, y hay tablas de terracota con inscripciones en caracteres cuneiformes con cálculos astronómicos que lo demuestran con seguridad».
De ahí que ellos pudieran descifrar el sentido de la Estrella a la que alude el Evangelio: «La conjunción astral de los planetas Júpiter y Saturno en el signo zodiacal de Piscis, que tuvo lugar en los años 7-6 a.C., considerado hoy como el verdadero periodo del nacimiento de Jesús, habría sido calculada por los astrónomos babilonios y les habría indicado la tierra de Judá y de un recién nacido ‘rey de los judíos’», explica.
3. La estrella existió
También detalla matices más que reveladores sobre la Estrella que los guio hasta Belén: «Parece ser un hecho constatado que Júpiter, la estrella de la más alta divinidad de Babilonia (Marduk), compareció en su apogeo en el momento de su aparición vespertina junto a Saturno, el representante cósmico del pueblo de los judíos», detalla. De ahí que «los astrónomos de Babilonia podían deducir de este encuentro de planetas un evento de importancia universal, el nacimiento en el país de Judá de un soberano (de origen divino) que traería la salvación».
Sin embargo, «que los Magos fueran en busca del rey de los judíos guiados por la estrella y representen el movimiento de los Pueblos hacia Cristo, significa implícitamente que el cosmos habla de Cristo», pero también que «no es la estrella la que determina el destino del Niño, sino el Niño quien guía a la estrella».
O lo que es lo mismo, que en contra de las creencias del mundo antiguo (hoy de nuevo en boga), sobre que el hombre estaba determinado y sometido a deidades celestes y a los poderes cósmicos, ahora «el hombre, asumido por Dios, como se manifiesta en su Hijo Unigénito, es más grande que todos los poderes del mundo material y vale más que el universo entero».
4. Representantes de Religión y la Ciencia
Otro detalle importante es que «los hombres de los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos: eran sabios; representaban el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un dinamismo que es búsqueda de la verdad, la búsqueda del verdadero Dios, y, por tanto, filosofía en el sentido originario de la palabra», explica Ratzinger.
Y añade: «Podemos decir con razón que representan el camino de las religiones hacia Cristo, así como la autosuperación de la ciencia con vistas a él. Están en cierto modo siguiendo a Abraham, que se pone en marcha ante la llamada de Dios. Y de una manera diferente están siguiendo a Sócrates y a su preguntarse sobre la verdad más grande, más allá de la religión oficial».
5. Reyes con base bíblica
El hecho de que sean llamados Reyes tiene un respaldo bíblico, revela Ratzinger: «Así como la Tradición de la Iglesia ha leído con toda naturalidad el relato de la Navidad sobre el trasfondo de Isaías 1,3, y de este modo llegaron al pesebre el buey y el asno, también ha leído la historia de los Magos a la luz del Salmo 72,10 [los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; póstrense ante él todos los reyes, y sírvanle todos los pueblos] e Isaías 60 [Te cubrirá una multitud de camellos, dromedarios de Madián y de Efá. Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso, y proclaman las alabanzas del Señor (…) con su plata y su oro, en homenaje al Señor, tu Dios, al Santo de Israel, (…) y sus reyes te servirán]».
Y, de esta manera, «los hombres sabios de Oriente se han convertido en reyes, y con ellos han entrado en la gruta los camellos y los dromedarios», explica.
6. Provenían de España… incluso Baltasar
Una de las revelaciones más llamativas es que, aunque su origen podía ser persa, su viaje a Belén pudo haber partido de España. Algo más que curioso si se tiene en cuenta que la tradición de los Reyes Magos está de un modo particularmente arraigado en nuestro país, y en toda Hispanoamérica gracias a la herencia española.
«La promesa contenida en estos textos (Isaías y el Salmo 72) extiende la proveniencia de estos hombres hasta el extremo Occidente (Tarsis-Tartesos, en España)», revelaba Ratzinger. Un detalle que no contradice «la tradición desarrollada ulteriormente» sobre «la universalidad de los reinos de aquellos soberanos, interpretándolos como reyes de los tres continentes entonces conocidos: África, Asia y Europa».
Con palabras específicas para Baltasar: «El rey de color aparece siempre: en el reino de Jesucristo no hay distinción por la raza o el origen. En Él y por Él, la humanidad está unida sin perder la riqueza de la variedad».
7. La idea decisiva
Y aunque «más tarde se ha relacionado a los tres reyes con las tres edades de la vida del hombre: la juventud, la edad madura y la vejez», lo que resulta «una idea razonable, que hace ver cómo las diferentes formas de la vida humana encuentran su respectivo significado y su unidad interior en la comunión con Jesús», queda «la idea decisiva».
A saber, que los Reyes Magos de Oriente, los mismos que en la noche del 5 de enero reparten ilusión y esperanza en cada hogar, «son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia» y «no representan únicamente a las personas que han encontrado ya la vía que conduce hasta Cristo» sino «el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo».