Pedro Sánchez, un “ingenio”
Una fábrica de mentiras y contradicciones. Me he permitido en el título un juego de palabras. Porque el calificativo de “genio” atribuido a Pedro Sánchez, viniendo como viene, no de un rival político, sino de Pérez Reverte, uno de los intelectuales/escritores más brillantes de la vida pública española, es demoledor desde el punto de vista moral. Y, a mayor abundamiento, lo tilda también de “trilero”, aclarando que ni siquiera tiene categoría de tahúr. Es decir, que en el señor Sánchez, el juego que utiliza en política es de tan poca categoría, que no llega ni a lo que, en el mundo del juego, equivaldría a un tahúr. En definitiva, que los medios que utiliza en política, son tan burdos, que carecen de categoría.
Por lo tanto, España en manos de un tramposo y sin escrúpulos es, sencillamente, increíble.
Pero es que, desde el punto de vista intelectual –y esto es ya apreciación personal– Pedro Sánchez, no se queda atrás, con respecto a cualquier valoración ética.
Su discurso parlamentario, basado en argumentos tan ridículos como acusar a la oposición de ‘fachas’; enfangar la política y la utilización de la expresión ‘fachosfera’, hablan bien a las claras de su indigencia intelectual. ¡Y esas carcajadas, nada más y nada menos que en el Congreso, impostadas, fingidas, forzadas, además de ridículas! Definitivamente, lo identifican como una persona desequilibrada.
Leí en una ocasión una especie de sentencia, de la que no recuerdo su autor, que decía, más o menos: “facultades extraordinarias en un hombre ordinario es el peor peligro para la democracia”.
Pérez Reverte, en reciente entrevista, aparte de volver a repetir los indicados calificativos de falta de escrúpulos y trilero, le dedicó alguno más, tan peyorativo como los anteriores, ser “un político desvergonzado”
Pero, a la par, calificó a Pedro Sánchez, entre cosas, digamos agradables, de “genio”; de que “nos tiene cogido el pulso”; de “personaje interesantísimo”; de tener un “instinto político extraordinario”.
Creo que el presidente del Gobierno es un político absolutamente mediocre, agravado por lo que, a todas luces, parece falto de equilibrio mental. Por tanto, me pregunto: ¿genio de qué? Vaya por delante mi admiración al señor Pérez Reverte
Son tan demoledores los argumentos negativos que le dedica, que algunos de los positivos, que le atribuye su camarilla más cercana, pudieran tener la intención de tratar de suavizar un poco tan perniciosa visión de su jefe, el número UNO.
Si se observa con rigor los calificativos positivos, no tienen ningún argumento que los apoye; son un tanto ambiguos: Porque, ¿qué es un genio?; ¿quieren decir, que “nos tiene cogido el pulso”, o que es un personaje “interesantísimo”?
No he sido capaz de encontrar ni un solo calificativo positivo para Pedro Sánchez. Y que Pérez Reverte le dedique tan elogiosos calificativos me ha dejado muy sorprendido.
Voy a intentar, dentro de mis limitaciones, concretar el por qué de esta afirmación. Por ejemplo, cuando dice refiriéndose al presidente: “es un genio, es un genio”. Y yo me pregunto, asombrado: ¿genio, de qué?
Siempre que he oído hablar de genios, ha sido refiriéndose a, por ejemplo, Einstein (Teoría de la relatividad, uno de los padres de la física cuántica); Newton (Teoría de la gravitación universal, mecánica celeste); Cervantes, (El Quijote); Beethoven, (Sinfonías) Velázquez (Las Meninas)… Y si nos circunscribimos al mundo de la política, por diversas causas estarían, sin duda: Alejandro Magno, Napoleón, Julio Cesar, Churchill, etc.
Es de suponer que estas personas tan extraordinarias y creativas, al oír lo de Sánchez como genio, se habrán revuelto en sus tumbas y comentarán entre ellos, con pesar y asombro: “se nos ha colado un intruso”.
Pero es que, si nos vamos a la definición conceptual, la Real Academia de la Lengua, define “genio”, así: “Capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables”.
O sea, que la actividad del hombre genial es crear o inventar cosas nuevas dignas de admiración.
Tenemos en España algo que el mundo entero valoró muy positivamente, desde el punto de vista político: el régimen del 78 y que, en palabras del propio Pérez Reverte, el señor Sánchez se está cargando, a la vez que nos está desplumando. Es decir, todo lo contrario de lo que la Real Academia considera necesario para ser un “genio”. También dice el escritor cartagenero y destacado periodista, que “nos tiene cogido el pulso”.
¿Nos tiene cogido el pulso? ¿A quiénes? ¿A los votantes? No tiene sentido, porque ha perdido todas las elecciones a las que se ha presentado, habiendo obtenido los peores resultados que jamás haya cosechado dirigente alguno del PSOE. ¿A sus socios de gobierno? Menos aún. Con toda seguridad, son sus socios los que le tienen cogido el pulso a él, hasta el punto de dejar la dignidad del Estado por el suelo y, con ella la de todos los españoles. Jamás un Estado ha sido denigrado y humillado tanto como el Estado español, bajo la presidencia de este degenerado político.
¿Será que le tiene cogido el pulso a los medios de comunicación visuales, de papel y digitales, por el procedimiento tan burdo de, utilizando el lenguaje ratero, al uso, ‘untarlos’/comprarlos?
Aquí convendría hace notar que, caso de que fuera cierto, con eso no descubre nada nuevo. Recordarán los lectores (y se podrían añadir algunos ejemplos más) que, el llamado por muchos “periódico mediático” del PSOE, es decir, El País, en tiempos pasados, le dedicó al traje de Camps la friolera de 169 portadas. Esto de untar a los medios, además de ser una bajeza moral, no sería nada nuevo. Al contrario, algo muy viejo y nada original.
Otra de las “virtudes” que le asigna ha sido la de “instinto político extraordinario” ¿Qué ha intuido este genio, que los demás ni siquiera acertamos a vislumbrar?, ¿que una amalgama variopinta de partidos dirigidos por menesterosos de favores, mediante una simple suma aritmética, dan mayoría para gobernar en precariedad?
Si así fue, tuvo una malísima intuición, pues desde el minuto primero de cada uno de sus mandatos, ha ido al arrastre de sus socios, hasta límites insospechados, cediendo y cediendo continuamente a los chantajes a los que les han ido sometiendo.
Por el contrario, si a la vista de lo pronosticado por las encuestas, (que no intuición) esa posibilidad manifiesta, y más que probable de construir un gobierno Franskestein, sobre la base de las cesiones ignominiosas a sus socios, después de haber dicho, por activa o pasiva, que jamás pactaría con ellos (recuerde el lector: “¿cuantas veces quiere que se lo diga: una, dos o veinte veces?: ¡no pactaré con…!”), eso solo tiene un nombre, políticamente hablando: sinvergüenza. Y a mayor abundamiento, como las cesiones que ha llevado a cabo tienen que ver con medidas que atentan contra la estructura, integridad y seguridad del Estado, lo de sinvergüenza se le queda pequeño. Perverso y malvado son los adjetivos que lo califican con todo rigor.
Pero el autor “intelectual” del proyecto político que está llevando a cabo Pedro Sánchez, fue el señor Rodríguez Zapatero.
En esa misma entrevista, Pérez Reverte calificó a este expresidente de “irresponsable” y, prácticamente, de “tonto”. Aquí cabe hacerse la pregunta: ¿si el autor intelectual y primer ejecutor de un proyecto es un tonto y un irresponsable, no hay razón lógica alguna para pensar que su discípulo y continuador del proyecto, tenga que ser, necesariamente, un “genio”, como para imitarlo/seguirlo.
Convendría recordar que Rodríguez Zapatero perdió las elecciones, no por culpa de su proyecto político, sino porque le sobrevino la crisis económica mayor desde que se instaló la democracia y que él, con su nefasta gestión de la misma, empeoró.
Rodríguez Zapatero basó su proyecto en la división ideológica de España, utilizando para ello a Franco con la Ley de Memoria Histórica. Que una parte de la derecha española entrara al trapo en el tema Franco, contribuyó a dividirla y a que Pedro Sánchez pudiera gobernar.
Una de las consecuencias de la división de la derecha fue el nacimiento de Vox. El nacimiento de este partido sirvió para seguir ahondando en la perversa idea de seguir dividiendo a España, con el fin de sacar rédito político de la división. Y esa ha sido la aportación de Sánchez a un proyecto político que, sustancialmente, sigue siendo el mismo que el de Rodríguez Zapatero, y solo ha cambiado en sustituir a Franco por Vox. Por lo visto, medidas como esta están reservadas solo para los “genios”. Rodríguez Zapatero, consiguió una mayoría amplia en sus primeras elecciones y las que perdió fue, como he dicho antes, por causa ajena a su proyecto: la mayor crisis económica de la democracia.
Pedro Sánchez, en las elecciones en que ha participado y aun teniendo colonizados todos los estamentos del Estado (excepto el poder judicial) y utilizándolos, de manera ignominiosa, en su favor, no ha sido capaz de ganarlas nunca, con unos resultados ridículos. Ahora vuelve a la carga con Franco. Y hace bien. Desde su óptica. Desde su falta de altura política, hace bien. Esperemos que, ahora sí, esa parte de la derecha que cayó en el error de entrar al trapo en ese tema, por fin, haya caído en la cuenta de que, cuando desde el gobierno, a toda máquina, se meten con Franco, no hay que contestarles. Todo lo contrario, darles la razón, como se les da a los tontos y a los locos. En vez de entrar en la provocación, en la dialéctica de oponerse o responder a una estrategia y un debate tan ridículo, más propio de ser calificado como de diálogo para besugos, habría que ignorarlo. Como corresponde actuar ante la estupidez de pretender hacer protagonista de la actualidad política a una persona que murió hace ya la friolera de cincuenta años.
¿Y por qué digo darles la razón como a los tontos o a los locos, utilizando una expresión popular? Porque toda esa estrategia viene de un memo muy peligroso, Rodríguez Zapatero, y continuada por un desequilibrado, Pedro Sánchez. No entremos en el juego de unas personas/políticos tan desequilibrados.