Monedero, hermano, yo sí te tapo
Mayte Alcaraz.- Juan Carlos Monedero Fernández-Gala (Madrid, 62 años recién cumplidos) se cobija en su casa de clase alta de Chamberí mientras arrecia la polémica: las mujeres de Podemos callaron ante el secreto a voces de sus acosos sexuales, una eurodiputada de su partido le acusa de haberla «empotrado» y «manoseado» y la Complutense, su Universidad, le abre en secreto un expediente al calor de la denuncia de una alumna, que asegura que cualquier tutoría con él tenía que hacerse con la puerta abierta. Ha asomado solo la punta del iceberg de un nuevo caso de flagrante hipocresía de los fundadores de Podemos: Pablo Iglesias cambiaba el hornillo de Vallecas que nos había recomendado por una mansión en la sierra madrileña, su mujer recetaba feminismo mientras se beneficiaba de la influencia marital para llegar a ministra, su examigo Errejón era imputado por agresión sexual a una actriz y ahora, Juan Carlos, el ideólogo, invitado vip del partido para proferir contra el machismo y el patriarcado, resulta que era conocido por sus compañeras -aunque todavía sin denuncia policial- como «el babas» y «el salido».
Todo esto se ha destapado pocas semanas después de que el doctor en Ciencias Políticas y profesor en la Complutense aterrizara en Madrid tras su viaje a Caracas, parada en la que siempre coincide con su amigo Zapatero. Allí fue invitado de honor del régimen bolivariano en la fraudulenta toma de posesión de Nicolás Maduro. Esos días de finales de enero los aprovechó Monedero para rememorar sus amores revolucionarios cuando compuso aquella vomitiva oda al tirano Hugo Chávez con motivo de su fallecimiento, para el que escribía que «Chávez es el señor que vende periódicos a la entrada del Metro/ Chávez es el vendedor de helados/ Chávez es la abuela que ahora ve y la que ahora tiene vivienda/ He amanecido con un Orinoco triste paseándose por mis ojos y no se me quita». Pero nunca como ahora había tocado fondo tan profundamente. Hace veinte días acudió al Helicoide -el infierno lo llamaban-, la sede del terrorífico SEBIN, el servicio secreto de la dictadura, considerado por la ONU y por la Corte Penal Internacional como uno de los centros de tortura más crueles del continente, y dio una charla sobre derechos humanos, para elogiar «la policía humanista» venezolana. Los esbirros de Maduro escucharon con alborozo «la conferencia magistral» del politólogo. Allí, ni media mención a los disidentes torturados ni a los opositores que terminaron asesinados entre golpes y olvido. Y aquí la Universidad Complutense, conocedora de las actividades deontológicamente deplorables de su docente titular, ni siquiera le expedientó.
Este defensor de las dictaduras latinoamericanas fue el ideólogo del 15-M desde su puesto de asesor del entonces líder de IU, de Gaspar Llamazares. En 2014 fundó Podemos, junto a Iglesias, Carolina Bescansa, Errejón y Luis Alegre, partido que nació en la sectaria Facultad de Políticas de Somosaguas. En ese centro, cuando ya era profesor, promovió que en 2004 se le otorgara a Chávez la Medalla Internacional de la Universidad. En las elecciones europeas de ese año, Podemos obtuvo 1.200.000 votos, inesperado éxito cosechado gracias a una gran maquinaria de propaganda destinada a exprimir la angustia de los españoles durante la crisis que arrancó en 2008, maquinaria populista bien regada de dólares por las tiranías iberoamericanas. El hoy cuestionado cofundador de Podemos recibió 425.150 euros desde el Banco del Alba de Caracas en fechas coincidentes con la creación del partido. Ese informe tan bien remunerado sobre la creación de una unidad monetaria en el continente jamás ha sido hecho público por Monedero, que declaró esos ingresos a través de una empresa, lo que le permitió eludir su tributación como IRPF. Finalmente, y antes de ser sancionado, decidió regularizar la deuda y pagar 200.000 euros al fisco. Ese solo fue el primero de sus escándalos que trufó con una ingente publicación de libros. Uno de los más celebrados, «Curso urgente de política para gente decente». Sarcástico.
Se cuentan por decenas las polémicas que ha protagonizado y las guerras que ha librado contra diestro y siniestro. Abonado a la doble moral, fue fotografiado en un restaurante de lujo del barrio de Salamanca poco antes de que, vestido con braga roja al cuello, camiseta blanca y sudadera de más de cien euros, acudiera a la manifestación por los «recortes de la Comunidad de Madrid». Tanto esa foto como la de su recreo en un lugar tan elitista como el Real Club de Regatas de San Sebastián, donde Franco pasaba los veranos, se viralizaron. ¿Y cómo respondió el sorprendido dirigente comunista? Con otra pregunta: «¿Qué se creen, que a la gente que lucha por la igualdad le gusta más el chóped que el jamón?». O con otra sentencia: «Si alguien piensa que se lucha mejor en un piso de 40 metros, con frío y hambre, y sin libros, no entiende nada». De ahí pasó a desear la muerte a la gerente del FMI, Christine Lagarde, o a pedir que Sabina dejara de firmar manifiestos porque «la política necesita más intelectualidad que la de un artista» o a propagar que la policía española había distribuido heroína entre los etarras.
Responsable de los programas electorales de Iglesias, abandonó la dirección del partido en 2015, criticando la deriva del grupo, deriva que le ha llevado a tener en la actualidad tan solo cuatro escaños, tras la escisión con Sumar. Su enfrentamiento con Errejón -paradójicamente con el que hoy se hermana en escándalos sexuales-, por su intento de llevar a Podemos hacia postulados menos radicales, le alejó del partido, del que finalmente también salió Íñigo. Sin embargo, nunca dejó de influir en Iglesias y Montero, que ahora esgrimen que le apartaron en septiembre de 2023 de las actividades de la formación morada a raíz de las denuncias de «violencia sexual» que habían recibido internamente. Sin embargo, las fechas no coinciden: Ione Belarra salió en su defensa por otra cuestión, a través de un tuit, cuatro meses después del día en el que dicen haberlo defenestrado (él insistió hace unas horas en que se marchó voluntariamente, que nadie le echó). Eso sin contar con que se ha sabido que la cúpula del partido supo ya en 2016 que una mujer, militante de la formación, había vivido «un episodio grave» con Monedero, tras un acto del partido en Cataluña en una vivienda particular. Ni siquiera le interrogaron y siguió en los chats comunes de la dirección. La excusa para que Iglesias y Montero no hicieran nada, informados por Isa Serra (entonces responsable de Igualdad), fue que querían proteger la identidad de las víctimas. Y el propio acusado echa la culpa a la socorrida policía patriótica y a las cloacas mediáticas de que ahora le hayan descubierto.
Hace un año, Monedero tuvo que enterrar a su padre, Salvador, que con 91 años y una admiración confesa por Santiago Abascal y antes por Esperanza Aguirre, murió tras ver cómo su bar Casa Gala, entre las calles madrileñas de Romero Robledo y Martín de los Heros, atravesaba dificultades. Cuando le preguntaron a don Salvador por Sánchez hace unos años contestó «De ese mejor no hablar; desde que murió Franco se ha ido todo al carajo». Parece que también su querido hijo. Diez años de farsa podemita para esto.